domingo, octubre 16, 2005

Un tranvía llamado deseo

Andrea me llamó muy temprano, susurrando en el teléfono. Necesitaba hablarme de manera urgente. Me asusté un poco, así que quedamos en encontrarnos en un bar cerca del río que está abierto los domingos.
Cuando llegué ella ya estaba, y le noté los ojos colorados. Me pidió disculpas por despertarme así, pero quería hablar conmigo, ya que yo estaba “presente” en esta historia.
Resumo: anoche salió con su chico, la pasaron bien, al llegar a su departamento se fueron poniendo “románticos” (sus palabras), y cuando llegó el momento de concretar, ella no pudo.
“No podía, de ninguna manera. Fue como que no soportara su cuerpo, la forma en que se me acercaba”.
Le pregunté si esta era la primera vez que volvían a estar “juntos” desde nuestro primer “encuentro”. Me dijo que sí.
“Eso quiere decir algo?” me preguntó. ¿Qué podía decirle?
“Para serte franca, es la primera vez que una mujer hetero con la que he estado me cuenta qué le pasó cuando intentó volver a acostarse con su compañero. Así que no sé si pasa siempre o no”. Y continué: “Lo que sí noté es que vos sos muy lésbica en tu entregarte, y eso no tiene que ver con “ser mujer” y con ese remanido “qué mejor que una mujer que conoce lo que la otra quiere o necesita”. Frase tan pero tan estúpida. Hay mujeres hetero que lo siguen siendo en la cama cuando están con una mujer.
Continué: “Vos me vibraste muy lésbica, quizá lo único que te faltaba era probar ese lado de tu sexualidad para que despertara”.
- Pero a él lo quiero, dijo moqueando un poco.
- Nadie dice que no lo quieras o que lo tengas que dejar de querer.
- Pero ¿y el deseo?
- ...
- No, no me mires así, con aire inocente. Fue terrible, en cierta forma, porque cuando él se me acercaba, yo me sentía molesta, y cerraba los ojos.... y mierda, aparecías vos, sonriendo, acariciándome.
- ...
- Pedazo de cínica, no podés quedarte callada. Hablame.
- Qué querés que te diga: esto también es una revelación para mí.
- ¿Revelación? No podés dejar de ser literaria por un momento.
- No, no puedo porque no estoy siendo literaria, te estoy siendo sincera, y si debería ser más prosaica, me estarías forzando a decirte: piba, de ahora en más, vas a buscar estar más con mujeres, hasta que te la banques y dejes de salir con muchachos. O bien veas tu bisexualidad y veas cómo vivís con ella.
- Basura, me gritó.
- Si esa es tu respuesta al haberme forzado a ser prosaica... esta es la mía: “hasta nunca”.
- Nooo... no quise decir...
- Lo dijiste. Ya me tengo que ir. Me levanté y me fui.

Desde hace rato que el teléfono suena y graba sus mensajes. Odio, pero odio tener que bancarme las crisis ajenas. Odio que me culpen por haber sido “esa nueva experiencia”. Y mierda, me odio, por desearla tanto como la estoy deseando ahora.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahí está la tormenta que olías...

Anónimo dijo...

Cómo duele ese deseo, ¿no?
Besos, Lucrecia

Hécate dijo...

Uf... ese post tuyo me ha movido el mundo, me ha pasado. Duele, sí...
mucho ánimo,
Besos

Anónimo dijo...

Ummmmmm, vaya vaya vaya, veremos que rumbo toma esta historia. En cada lio tambien que te metes vos.

Unknown dijo...

Debe de doler.. Pero en serio.. no vas a responderle las llamadas? Yo creo que ahora solo busca un algo en donde apoyarse..

Es cosa tuya, yo la verdad no sé que haría.. Un beso.. y suerte..

Tu conciencia dijo...

Uff,
¿que te dice el estómago que has de hacer?
Luego de la respuesta...
¿Concuerda con la razón?
¿son convalidables?

Qué compleja situación!!
No tienes porqué bancarte nada. Puedes acompañar, pero no hacerte cargo de algo que sientes, no te corresponde.

Ahí, ve tú que te dice el sexto sentido, el literario (quizás??)

Anónimo dijo...

MMM... Y MELISSA SABE ESTO?? OJALA QUE CUANDO VUELVA MANDE A LA MIERDA Y ESTE CON OTRA PERSONA MAS FIEL A SUS SENTIMIENTOS.

Anónimo dijo...

Chuta loca!! Tu blog es mejor que cualquier telenovela!!. Saludos