domingo, abril 18, 2010

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No, no es tan simple. La mujer ideal no está a dos clicks de distancia como el mandar un correo electrónico o decirle hola chuchi a una amiga por el chat. No. No es así de simple, y cuando hablo de mujeres ideal no hablo de belleza, ¿ok? Hablo de aquella persona que te complementa, que te banca, que te hacer despertar libertadas y luces y oscuridades. Esa con la cual podés ser vos misma, eso. Ser vos misma sin ser juzgada u observada como un rara avis.

Pasé una semana alucinante, me fui quedando en Buenos Aires, me fui quedando y amaneciendo por una semana junto a Sonia. Buenas salidas, buenas cogidas, buenas conversas hasta que salió, hasta que asomó ese lado que no me termina de cerrar, que quizá hasta yo misma tenga: ¿para qué el activismo? ¿y qué es eso del orgullo? ¿Orgullo de ser gay?

Me hizo ruido, mucho ruido. Me hizo tanto ruido que preparé mi bolsito y me volví silbando bajo para Santa Lucía. Que sí, que tengo un laburo pendiente, que no puedo quedarme más, que si no lo hago yo no lo hace nadie. Excusas. Y me volví.

Sorry linda, para mi lo personal sigue siendo político. Acostarme con vos como con otra mujer tiene sus consecuencias, como por ejemplo: que a una piba de 27 años la fusile el padrastro de su novia. Podríamos haber sido vos o yo la fusilada por ser lesbiana. Esta vez tuvimos suerte.

Así que sorry linda, podés coger bien pero si no entendés el activismo, o que gracias a que hay alguna gente allí afuera peleando por nuestros derechos, aún seguiríamos bien invisibles y mucho más discriminadas.

Entonces la mujer ideal, mi mujer ideal es aquella que me deja ser quien soy, pero que a la vez no bastardea mis pensamientos, mis acciones. Podemos diferir, genial, pero llevemos una discusión civilizada pensando lo que cuernos decimos.

En fin. Que le guste ir al cine, que de vez en cuando le guste que le lea poemas mientras estamos en la cama, que le guste viajar y salir a explorar, ha quedo un poco atrás en mi lista de preferencias. A mucho más de un click de distancia.

Yo prefiero tener al lado a alguien que entienda que amar a otra mujer tiene sus consecuencias.


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lunes, abril 12, 2010

Explorando

Domingo 11 de la mañana. Siento una rodilla que me intenta mover en una cama que no es mi cama.
- Correte, me dicen.
- ¿Otra vez? pregunto mientras me intento hacer a un lado.
- No de esa forma, tonta, me dicen con una sonrisa que dibuja un sol en la habitación. ¿Dibuja un sol? Uff!

Y correrme de nuevo no podría ni aún queriendo. Las diosas! Hacía tiempo que no hacía el amor así, bueh, hacía tiempo que no hacía el amor, pero ese dato no lo comparto con Sonia, que me pone un paquete de facturas en mi falda, y me alcanza un mate amargo.

La habitación huele a sexo y a nag champa. La miro por primera vez. Un dormitorio común y corriente, tranquilo, lindo cómodo, perdido por el barrio de Palermo. La miro mientras ella busca algo en un cajón, mientras me cuenta lo que querría hacer hacer a la siesta.

Le miro el trasero, precioso. Miro sus caderas, admirables, y suspiro mientras casi una bola de fraile se me atora en la garganta.

- Si querés te podés quedar unos días. Yo vuelvo al laburo el martes, me dice mientras trae un cuadernito.
- Hmm no sé si debo y además no tengo muda de ropa, traje poco porque mi idea era irme.
- Y ¿por qué no te fuiste? ¿qué te lo impidió? me pregunta clavándome esos ojos color miel.
- Ahh, no sea así.
- El deseo Elvirita, el deseo te pierde.

¿Qué sabe ella de mi deseo? ¿Qué sabe ella de mí? ¿Qué sé yo ella? ¿Quién cuernos este mujer que me metió en su cama sin preguntarme ¿puedo? ¿Quién es cómo se atrevió a cortar mi celibato? ¿Quién?

Me acerco y la beso. Le hago tambalear el termo, la acaricia, la vuelvo a besar, le muerdo apenas el labio inferior, dejo que mi lengua dibuje el labio superior de su boca.

- Te dije, el deseo te pierde nena.
- Vos no tenés ni idea de lo que soy capaz! le digo soltando una carcajada.

Nos reímos y nos abrazamos y sé que esa pierna se tensa de otra forma, veo que el termo descansa en el piso y el mate en la mesa de luz, y veo que sus planes para la siesta no están tan claros y me doy cuenta que tendré que ir al Once a comprarme un par de remeras al menos.


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sábado, abril 10, 2010

All tomorrow’s parties

Me bajé en Plaza Italia para hacer tiempo. Siempre llego temprano, no puedo evitarlo.
Toqué el portero,; un voz grave me atendió, abrió y subí al tercer piso. Lo sabía: no había llegado nadie. Antes de darle la mochila, saqué el paquete con los libros. Literalmente Sonia tiró mi campera que le había dado antes para abrilo. Apenas vio el de Baudelaire, buscó entre las páginas y mirándome fijamente empezó a “leer” en un precioso francés:

“Hippolyte, ô ma soeur! tourne donc ton visage,
Toi, mon âme et mon coeur, mon tout et ma moitié,
Tourne vers moi tes yeux pleins d'azur et d'étoiles!
Pour un de ces regards charmants, baume divin,
Des plaisirs plus obscurs je lèverai les voiles,
Et je t'endormirai dans un rêve sans fin!"
Mais Hippolyte alors, levant sa jeune tête:
- "Je ne suis point ingrate et ne me repens pas,
Ma Delphine, je souffre et je suis inquiète,
Comme après un nocturne et terrible repas.”

No leía, recitaba de memoria, ya que no me despegó los ojos hasta que decidió parar. Entonce tomó el otro libro y me dijo: genial! este no lo tenía. Tengo, el segundo de Macky, “Inferno”, el primero imposible conseguirlo. Prometí hacerle una copia del mío.
Me hizo seguirla para dejar mi bolso y mochila y campera en su cuarto. Olía a vainilla y gengibre. Dejé todo sobre un sofá azul oscuro y cuando me di vuelta casi me la llevo por delante.

- ¿Qué pasa? le dije.
- Nada, nada, miraba cómo acomodabas las cosas.

Y salió rumbo a donde tiene el portero porque estaba sonando. Fuimos como 10 mujeres y un par de chicos gay. La noche pasó, pero por alguna razón mi cabeza andaba en otras cosas… o bien andaba en ella… Entre las otras invitadas estaba Amanda, mi amiga del alma que es amiga de Sonia, pero que no sabía que nosotras habíamos empezado a intercambiar mensajes a partir de conocernos en uno de sus cumpleaños.

- ¿Qué hacés vos acá?
- Sonia me invitó, dije calma.
- ¿A vos?
- Sí, y a vos y al resto de esta gente. ¿qué pasa?
- No pasa nada, dice Amanda, o vos decime ¿pasa algo?
- Andá y relajate un poco querés. No dejés que las porteñas te peguen su locura.
- No seas reventada! ¿no me perdonás que casi viva acá?
- No, le digo seria, y luego la abrazo fuerte. Te quiero y te extraño por allá.

La noche fue pasando, el vino fue pasando, la cerveza para las más jóvenes fue pasando, unas ricas picaditas fueron pasando, hasta que me di cuenta de que quedaba yo sola. Mientras le ayudaba a llevar cosas a la cocina le pedí a Sonia que me llamara un radiotaxi y si me podía pasar mis cosas así me podía ir.

- ¿Ir? ¿a dónde?, me pregunta sorprendida.
- A la terminal. Seguro encuentro un bus para Rosario y de allí empalmo a Santa Lucía.
- ¿A esta hora? ¿Vos estás loca?
- No, bueno, quizá un poco, pero está bueno viajar cerca del amanecer…
- ¿Un domingo? Sabés que te podés quedar, hay lugar como habrás visto.

La que mira sorprendida soy yo ahora.
- Gracias, pero mejor me voy. Así podés descansar.
- No, vos te quedás. Dale! y a la tarde, cuando nos levantamos vamos a comer por allí o a tomar mates a un parque, o no nos levantamos y listo, largó con una carcajada contagiosa.
- No, gracias!! jaja. Mejor voy a buscar mis cosas, le digo.
- Están en mi cuarto, si vas te encierro con ellas adentro y no te dejo salir, dejó de lavar un plato y con las manos llenas de detergente se vino hacia mí, me agarró la cara y me estampó un beso. Sí. Me estampó un beso, tipo estampilla especial, de esas que no se despegan nunca o parecen no despegarse y marcan un evento que vos sabés es especial: fecha patria o la venida del Papa.

Sentí la presión de sus labios besando despacio pero firme, sentí cómo se acercaba su cuerpo al mío; sentí cómo su lengua comenzaba a presionar para pasar el cerco de mis labios incrédulos, sentí cómo mis manos comenzaban a jugar con su cabello corto, en su nuca, sentí el agua jabonosa corriendo por mi cuello, mojándome la camisa. Sentí que no había opción. Y me quedé.


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viernes, abril 09, 2010

Las flores del mal

Escapo del ruido de calle Corrientes y entro a "De la Mancha Libros". No es casualidad, es hacia donde me dirigía esta mañana. Cada que q dejo Santa Lucía para visitar Buenos Aires, vengo acá.

Lentamente recorro los estantes, veo novedades, hago algunas consultas. Miro mi reloj. Voy hasta el estante de poesía y saco un ejemplar de Las flores del mal de Carlitos Baudelaire, y oh casualidad: hoy 9 de abril sería su cumpleaños. Decido comprar la edición bilingüe, muy bella, para regalarla y así celebrar dos cumpleaños, el de Baudelaire y el de ella.

Una amiga, una simple amiga de otra amiga, me invitó a su cumple, por Palermo. Estoy lejos, miro el reloj ahora también, sentada en un bar con waifai de calle Corrientes. Bah, tengo tiempo para poder terminar de escribir este post después de tanto tiempo.

Otra amiga me dijo: che, se te extraña en la blogosfera. Y yo que le digo que el cansancio (real), que las faltas de ganas, que qué voy a contar ahora!, a quién le interesa esta microhistoria en el amplio océano de otras voces, de otras vidas. Pero se ve que esta amiga tiene un verdadero ascendente sobre mi débil espíritu, y aquí estoy. No prometo nada: ni matrimonio ni felicidad plena. Ja ja.

Sí, una amiga de una amiga me invitó a su cumpleaños en Palermo. Miro el paquete: "Las flores del Mal" y "Como mil flores" de Macky Corbalán, ¿será mucho para regalo? ¿será muy obvio? Lo qué? parece decirme el mozo ya cansado de tanto cortado y aguas saborizadas. Que si será muy obvio de que me gusta... la amiga de mi amiga.

Prometí traer música, esto suena a asalto (uf acabo de mostrar la hilacha de la edad, again). Música: Patricia Barber, Lhasa, Etheridge, Pink, Patti Smith, Indigo Girls, Ani Di Franco, Lucinda Williams, Lila Downs, Etta James... ¿será mucho?

Pago el café más caro de argentina, salgo del lindo boliche y termino de escribir esto en mi pieza de hotel. Miro el reloj: tiempo de bañarme, de relajarme, de salir con tiempo para ir en subte y así vuelvo en taxi, o me llevo las cosas y cuando termine la fiesta me vuelvo a Santa Lucía.

Sí, pagaré el hotel y me llevo el bolso con una sola muda de ropa, 3 libros, Ipod y la cámara de fotos. Suspiro, miro hacia afuera: cae el sol sobre Buenos Aires y no hay flores del mal que alcancen para ser obvia o actuar en demasía.


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domingo, agosto 03, 2008

Inaccesible

Ya soy grande, grande experiencias, no de edad. Ya estoy grande para no saber qué hacer con el deseo, o bien con su objeto.
Ella está allí, al alcance mi mano, pero nada, no puedo. Bah, puedo, pero mo me dejan. Ella está allí, inalcanzable. Ella levanta el muro que nos separa, que me impide encuerparme en ella.

Salimos, vamos y venimos y nada. Me siento que debo re-aprender el ABC, que debo ir a pre-escolar para poder desarmar esa cerca.

Alguien la haría más fácil y diría: no te desea, loca, dejá de rondar.

Soy loba, voraz comedora, no puedo dejar de rondar. No por comer porque sí, es porque la quiero a ella, y ella me duele.


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martes, junio 03, 2008

Qué razón tenía esa bruja

Hubo en nuestro querido país una gran poeta (odio decir poetisa) que supo tener razón cuando escribió aquello de:

"Cuídate del amor que es quien se queda.
Para hoy, para mañana, para después de mañana.
Cuídate porque brilla con un brillo de lágrimas yespadas.
Su gloria es la del Sol, tanto como sus furias y su
orgullo. Pero jamás conocerás la paz..."

Bello poema de Olga Orozco, la bruja, la sacerdotisa. El poema se llama Cartomancia y es mucho más largo, pero esa serie de versos mucha veces ha sido para mí una especie de mantra: Cuídate del amor, del amor cuídate; cuídate, amor, del amor. Es quien se queda siempre, por más que no haya un cuerpo cercano, por más que los harapos que visten al corazón son viejas telarañas.

Cuídate, Elvira, cuídate del querer re-caer. De la re-caida amorosa por más asanas que hagás. Cuídate y lavate los dientes y andá a la cama a ver una película, y llorá, llorá fuerte con la caja de Elite al lado. Llorá, total nadie te escucha.


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martes, mayo 20, 2008

Shane

Y sí, alguna vez tenía que confesarlo, gritarlo a los cuatro vientos; subida desde una mesa y acostada en una cama: amo a Shane! sí, sí, la de L word; sí, la misma que viste y calza.
Amanda suele decirme: "pero si a vos te gustan las mujeres con tetas, cómo es posible que te gusta esta chica que no tiene nada".
Yo le contesto que en este caso (como en muchos otros) no tiene nada que ver. Es más, creo que no sería Shane si tuviera más tetas.
En fin, que anoche, milanesas caseras hechas por Amanda y vinito tinto, nos pusimos a ver el programa. Estuvo bueno, a mí me movió mucho todo el testimonio de ella en la escuela donde va el hermanito.
*Suspiros*. Me hace recordar tantas cosas, como debés decir quién sos y qué sos, como si eso le aclarara las cosas a las personas, pero yo siempre apuesto a esa persona desconocida que puede escucharte y que zás, le hace click y empieza a pensarse desde otro lugar, desde otra posibilidad.

Hmmm... tampoco puedo negar que la actriz que interpreta Shane me hace recordar a Melisa. Todo ese estilo desparpajo, toda esa onda que me hizo perder la razón y enamorarme como me enamoré de ella.

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viernes, mayo 16, 2008

Otra copa

¿Qué es el primer amor? O ¿cuál es? ¿Es lo que parió el primer beso, la primera encamada? o ¿bien ese amor platónico que silenciamos hasta que un callo se nos arma en la garganta y no hay lima que pueda pulir esa molestia?
Su nombre tenía cuatro letras: Inés y ella me llevaba apenas tres años.
Éramos dos pendejas enamoradas, y nos comíamos el mundo. Ese que quedaba ahí afuera, ese que apuntaba hacia Buenos Aires o bien hacia Rosario. Éramos tan jóvenes y nos enamoramos. Yo moría de amor por ella y ella por mí. Día y noche, noche y día juntas. Fue mi primera relación con una mujer, con otra persona. Ella encaró, yo no lo pude creer, y allí estuvimos. Tres años. Al poco tiempo de salir, yo decidí decirle a mi mis viejos “lo mío”, ya que se había concretizado en algo, no era sólo lesbianismo platónico. Pero cometí un error: lo hice sin consultarlo con ella. ¡La que se armó! Ella no quería que todo el mundo supiera que ella era lesbiana. Yo le dije que a mis viejos no le dije su nombre, así que podía estar tranquila.
No fue fácil seguir viéndonos, amarnos y seguir construyendo algo. La pasión era muy fuerte, y tener pasión en un lugar como Santa Lucía no es muy sano, salvo que estés pensando en irte de ahí.
Lo habíamos planeado. Cuidadosamente. Pero cuando llegó el momento, casi con los boletos de micro en la mano, yo dije: “me quedo”. Inés nunca me lo perdonó. Por eso Amanda, mi amiga del alma, insiste con que yo la dejé ir, que perdí una joya preciosa. Por lo que pude averiguar, Inés se fue primero a Buenos Aires y luego, con el tiempo, a Estados Unidos, y allá se casó con un tipo. Me dicen que tiene una hija. Nunca salió del armario, nunca dijo nada.
¿Por qué una tiene esa manía de guardar fotos? ¿Por qué cuando estás rayando los cincuenta, se te da por abrir la cajita de los recuerdos? La culpa la tiene Amanda, sin duda alguna, y la amiga de su amiga, la Martita. Es por ellas que hoy estoy con este album sobre las piernas, viendo sonreir a dos pibas, una de 19 y otra de 21 años, mientras un Syrah se empecina en teñirme la boca y en brillar en esta copa, mi sola compañìa.

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