viernes, diciembre 30, 2005

Poema

Cruce de aguas
cuando duele la espalda curva
da sobre el cuerpo
amado, enfermo; signo de luz
tras la ventana, corrida. Lengua viva
o muerte; vértigo de la noche astillada,
de amor. Es posible vivir sin la voz, sin vos
en el infierno.

E. (LLA)

¿Frialdad?


Me dicen que soy fría, pero no creo que sea así, mi reacción fue de sangre bien caliente. ¿Cómo se puede reaccionar ante la verdad desnuda de esta frase: “ pero esa mina me dio vuelta, me pasó lo mismo que con vos.” ¿Cómo? No me quedó otra, era obvio que lo nuestro ya había sido.
Cuando una busca o se encuentra o le sucede una amante es porque busca, necesita o desea algo diferente de su pareja, no lo mismo. Cuando te sucede lo mismo que con tu pareja, cuando hubo la misma magia, lo que fuera, es porque lo que tenías con tu pareja ya fue, y tu amante es el presente. No hay tu tía. Y ahí vienen los problemas cuando mantenemos las dos relaciones, me pregunto ¿a qué costo?
Prefiero reventar de tristeza, de bronca, decaer, sentirme una piltrafa, pero no eternizarme en el lugar, espacio, relación que me está produciendo dolor, y sobre todo por algo ficticio. Una cuando está así, de a dos, necesariamente finge, finge con alguna de las dos personas. Y eso yo no lo quiero para mí.
Me duele, me duele en el alma, en la concha, en el corazón, en mis juanetes este final, pero creo que es lo más sabio, lo que nos puede cuidar y curar y evitar que nos mandemos a la mierda.
De todas formas, ayer Melisa no dejó de llamarme, de decirme que lo intentemos, de que es capaz de quedarse, de cambiar de idea. Y yo le dije que no, que no hay nada peor que dejar sus cosas por intentar salvar una relación que ya fue, al menos en este tiempo. Le dije: “cuidemos el resto del amor”. No quiero escuchar dentro de un tiempo la recriminación: “Ves, por vos no volví a París, y ahora...”.

jueves, diciembre 29, 2005

Claro como el agua - La ruptura


Volvió Melisa. Volvió más flaca, con cara de desgano y desamor. Volvió amarga. Nunca la había visto así, y nunca la había sentido tan pero tan lejana.
- París me hizo mierda.
- Es una lástima, le dije.
- Bah, no París París, no me refiero a la ciudad, a la cultura... Esa mina me hizo mierda la cabeza y el corazón.
- ...
- Creo que nunca te lo dije, por pudor quizá, quizá por mi amor hacia vos: pero esa mina me dio vuelta, me pasó lo mismo que con vos.
- ...
- París y ella. Era una mezcla peligrosa, pero vos estabas allí tan presente. Y yo no te podía ni escribir ni decir nada. ¿Qué podía decirte? Me sentía una hija de puta.
- Y te falta la pregunta que le hiciste a la lectora.
- Era sólo un lance, pero a la piba te la tiraste vos!
- ¿Me la tiré? ¿Qué me decís?
- Y cómo se llama eso entonces? No te vengás a hacer la finoli.
- Mejor seguí con lo de París.
- Sí, mejor. Pero... ¿por qué si nos amamos hay este maltrato?
- Es el guión de los grandes amores: no tienen happy end, dije ya cansada.
- No deberían tener un final, eso.
- Pero lo tienen.
- París me partió al medio. Y lo que decidí es que el año que viene termino acá y me voy para allá.
- ¿Por ella?
- ¿Te importa en serio?
- Por algo pregunto.
- No. Por lo que puedo hacer, por mi carrera.
- Y por ella.
- De todas formas, a principios de la segunda semana de enero me voy hasta febrero, y después vuelvo para rendir.
- Bien, me alegro por vos.
- No me decís otra cosa?
- Ahora no puedo, salvo que es mejor que “esto que tuvimos” lo tornemos en pasado, lo recordemos con mucho cariño, y que seamos, dentro de lo posible, amigas. Y que por el momento guardemos distancia.
- Wow, te largaste todo el discurso.
- No, es una propuesta y una necesidad. Quiero saber en qué estoy y con quién estoy y si es posible que estemos en la misma ciudad o a un kilometraje posible de recorrer en un colectivo de larga distancia, o un tren (o lo que quede de ellos).
- ¿Es una orden?
- No seas pendeja busca roña. No es una orden.
- Disculpá. Es que te quiero y aún te deseo, y...
- Basta, nena. Basta. Mejor lo dejamos acá, y si alguna vez podemos charlar más, lo haremos. Por mi parte this is over.
- (llanto).
La abracé fuerte, nos abrazamos fuerte, y cada una salió para su casa. Esto pasó anoche.

martes, diciembre 27, 2005

Cuando las cosas cambian


Así lo siento: las cosas están cambiando, y estoy dejando que ellas hagan en mí, o mejor dicho que Ella haga en mí. Bárbara se quedó hasta el lunes a la mañana. Fuego y pan fueron esas horas. Pero ayer también estuvo por acá. Y me dejé hacer, me tomar, me dejé alimentar, me dejé comer, me dejé amar.
Siento que no estoy a la defensiva, siento que puedo moverme libre. Creo que estoy aprendiendo otros movimiento del amor, otros gestos. Se suman al caleidoscopio de mi vida, a esta fragmentaria que soy cuando escribo, cuando me miran, cuando me miman.
Dejo caer la máscara. Mi nombre con E se extiende, se expande, electriza este cuerpo, mi tu cuerpo.
La lava quema este corazón viejo, este corazón joven. El aire arde, hay un paisaje de fuego y lo hago mío. Ritual: me faltas y te tomo en presente.

sábado, diciembre 24, 2005

Chin chin


Tengo esa sensación contradictoria, mezcla de: uff estas fiestas de mierda, el reblandecimiento del alma y todas/os somos buenos, y ma’ sí, intentemos pasarla lo mejor posible. Inspirada en lo último fui al mercado y compré: unos turrones, un pan dulce, unas cositas con chocolate, y una sidra etiqueta negra. No, no me gusta el champagne ¿y qué? No pude con mi ansiedad y acabo de probar uno de los turrones, relleno con naranja y cubierto con chocolate. Natalie Barney me mira y me pregunta: ¿no hay nada para mí? Sí, una latita de atún.
Le propuse a Bárbara que fuera con sus amigas a “La Mariposa”, yo estaré allí. Me dijo: “Veré qué piensan ellas. No quieren darse mucho a conocer como tortas, vos ya sabés”. Sí, lo sé, lo sé. No voy a hacer aquí mi discurso pro-visibilidad, y pro-proceso de visibilización, etc. Hoy no. Es casi nochebuena y no quiero parecer pesada. ¿Ven? Me reblandecí.
Ahh el espíritu navideño, ahh la comercialización del espíritu navideño, ahh los dolores y falsedades de estas fiestas... ¿Fiestas? ¿Celebraciones? Me siento mejor en Fin de año, es la celebración pagana.
Bueno, la cuestión es que si hay alguien ahí que festeja: sola, acompañada, relegada, divorciada, soltera, en abstinencia, feliz, triste, con ganas, sin ellas, de prestado, en casa propia les deseo lo mejor y que lo sueños no sean tan grandes y lejanos para poder alcanzarlos.
Chin chin!

viernes, diciembre 23, 2005

Con “E” de...

Ni nombre comienza con E de:
estrella, esmeralda, elena, esperanza, estertor, entresijo, espejismo, eden, eros, erótica, eleusis, encuentro, enebro, eneldo, elegía, égloga, estridencias, estoque, estrago, estilo, estío, Estigia, erosión, estafa, estímulo, estampida, elipsis, estaciones, esquife, esquirla, epifanía, epígrafe.

miércoles, diciembre 21, 2005

Solsticio de verano

Ahhh la punta absurda del iceberg, ah la punta del iceberg que semeja un pezón, ah el pezón que me molesta (por el piercing).
Solsticio, y yo aquí en mi jardín/patio/plantabaja/isla de Santa Lucía. Yo sola, con una buena cerveza bock, sentada aquí. Natalie Barney está intentando cazar vaya una a saber qué bichito entre las plantas.
Yo sola, hoy quiero regalarme el permiso de decir mi nombre. Dejar caer el tul, la máscara, la capa y el capote.
Yo, E..., me encuentro aquí a punto de desnudarme, para mí, para la noche que nace, que crece. Yo con nombre propio, acalorada.
Estuve pensando, y quizá eso me hace mal. Estuve pensando en esperar a que venga Melisa, hablar con ella, y cortar ese relación. No es bueno para ella, ni ya lo es para mí. La amo, lo sé bien profundo acá, pero ya no da más para que estemos juntas.
Hoy me llamó, me pidió disculpas por la locura de la semana pasada, y me avisó que el Instituto decidió concluir el curso esta semana, así que para fin de año estará por acá.
Yo sola, cerveza en mano, apenas iluminada por la pantalla de la portátil, parezco un punto muy reducido de este planeta.
Bárbara quiere que pase las fiestas con ella y otras amigas; Roberto quiere que lo pase con él en “La Mariposa”; mi media hermana, Luisa, me mandó un mail preguntámdome qué pensaba hacer.
Yo aquí, aqui solita, diría una cantante española. No pienso, ahora, en nada. Me dejo llevar por Miles Davis, por la negra que corre en mi garganta; por el ronrrón de Natalie Barney.
Soy un punto, con y sin luz. Estrella fugaz en la vida de muchas, personas.

martes, diciembre 20, 2005

Dos mujeres de una misma generación

Recién ayer lunes, por la mañana, volví a casa. Volví, puedo decir, renovada. Si miro para atrás, en todos estos meses, he vivido cosas muy fuertes, muchas emociones, mucho apasionamiento.
Una mujer, muy joven, me dio vuelta mi vida, el mundo, y a su manera, y a la lejanía lo sigue haciendo. Hablo de Melisa.
Pero desde hace unas semanas, la aparición de Bárbara, fue como una especie de bálsamo. Es otra cosa, y no quiero comparar.
Tampoco quiero decir que pasé un un día y medio como hacía mucho que no lo pasaba, pero sí fue muy cercano a los primeros momentos con M. Quizá eso tenga que ver con ¿la pasión? No lo sé, no lo quiero hacer tan racional. Sé que con Bárbara funcionamos, tenemos cosas en común, y estamos más cercanas en edad. No quiero hacer de esto un tema, no en este momento.
Creo que la cuestión pasa porque ella está aquí, ahora. Ahh, yo que amo las palabras, que las necesito, que son parte fundamental de mi mundo, me quedé sin palabras para describir el domingo pasado, para poder describir las puertas del cielo y un jardín por donde me llevaron.
Creo que no quedó un recoveco de mi cuerpo sin ser besado, lamido, llevado hasta el estallido. Pero esto suena muy terrenal, hasta muy soft. Y tampoco quiero tirarme de cabeza, no quiero jugarme todas las fichas, es un umbral. Es eso. La punta del iceberg.

sábado, diciembre 17, 2005

Bárbara al rescate

Ayer habíamos hablado por teléfono, y esta mañana se apareció cumpliendo su promesa de ayer: “Yo a vos te saco de tu casa aunque no quieras”. Ante mi negativa me dije: “Te lo prometo”. Y así fue. Pasó hoy, bien temprano: con facturas y equipo de mate. Me dijo: “Mirá, yo no quiero que me cuentas nada de ella, no quiero saber nada, sólo quiero sacarte del encierro en te que metiste por sus llamadas”.
Como yo me acaba de levantar me tuvo que esperar un rato, y mientras me intentaba vestir, después de la ducha, Bárbara se puso a juguetearme, a sacarme el toallón, a alejarme el corpiño. Parecía una niña.
Me llevó al parque, es así: me llevó. Allí estuvimos unas horas, hasta el mediodía. Fuimos a comer a un bar de la costanera. Caminamos un rato más y a eso de las cuatro de la tarde ya estaba en casa.
Nos despedimos para vernos esta noche, en su casa. Me tentó con el menú: mollejas al ron. Never eat it.
Así que aproveché a dormir la siesta, a darme un baño de inmersión, y aquí estoy intentando terminar de vestirme para salir. Me siento rara, pero creo que me merezco pasar un buen momento.

viernes, diciembre 16, 2005

Gritos y susurros

Me doy cuenta que la lejanía no le hace bien a M., y que tampoco se banca del todo estar con otra persona allá.
Sé que en esta oportunidad no debe ser fácil, ya que esa persona se accidentó, pero no tiene ningún derecho de llamarme a cualquier hora y volver con esa cantinela histérica. Me duele muchísimo decir esto sobre una actitud de M., pero no puedo llamarlo de otra forma.
Hoy hablé mucho con Amanda, y ella me hizo reflexionar, ponerme del lado de Melisa, pero eso no me convence.
Estuve a punto de mandarla a la mierda un par de veces cuando hoy llamó. Sí, no es una llamada por día, son como dos o tres y hasta mails incoherentes. Me da miedo a la vez sentirla de esa forma, me preocupa. Realmente no sé qué le pudo pasar en estas semanas, y qué desató en ella el accidente de la otra chica.
Su voz me taladra, y me taladra, y no puedo recuperar el dejo amoroso que suele tener, la vieja Melisa de todo este tiempo, incluso con nuestras idas y venidas.
Siento, muy adentro, que voy levantando el ancla, que quiero alejarme. No me es fácil.

martes, diciembre 13, 2005

Al otro lado del espejo

Temprano sonó el teléfono. Antes de llegar el tubo a mi oreja sentí el llanto. Era Melisa. Apenas podía entenderle qué decía. Su amiga parisina había sufrido un accidente: bici, auto, noche, y llanto, puro llanto. No sabía qué decirle, ni cómo consolarla.
- ¿Vive? le pregunté.
- Sí, vive, aún vive. Nunca me había pasado esto. Nunca, me entendés.
- Sí, seguro que te entiendo.
- Nunca le había pasado algo a alguien con quien yo ando. Nunca. Y más llanto.
- A veces pasa, pero me preocupás vos.
- Yo estoy bien, sin dormir, pero triste, muy triste. Bueno, no tengo más monedas.
- Decime donde estás y yo te llamo.
- No. Así está bien.
- Ok. Cualquier cosa llamame por cobrar, o mandame un mail.

Cuando colgué, no sé por qué recordé estos versos de Prevert: “¿Recuerdas Barbara? Llovía aquel día sobre Brest...” lo recordé en francés. Loca asociación.

lunes, diciembre 12, 2005

Armas de seducción

Esta mañana tocaron el timbre muy temprano, tipo 7:30. Cuando pregunté quien era me dijeron: “Desayunos sorpresa”. Yo conozco a esa gente porque muchas veces he tenido que contratarlos por algún trabajo de eventos.
Medio dormida pregunté: ¿qué desea?
- Vengo a traerle un desayuno.
- ¿Qué?
- Usted es menganita de tal.
- Sí.
- Entonces es para usted.

Les abrí y sí, allí estaba: una taza de café sólo, con todo el resto de lo que traen esas bandejas, y una mesita bellísima. El muchacho me lo dejó en la mesa del living, y cuando se fue, abrí la tarjeta que estaba junto a tres rosas rojas: “Pienso en vos. B.”
Me quedé muda, mas bien me quedé allí quietita oliendo el aroma del café, y mirando fijamente las facturas que había en el plato: dos tortas negras, dos suspiros de monja y una tortita de ricota. Eso es lo que se llama un mensaje indirecto. Me maté de risa un rato, y me quedé de nuevo, con la tarjetita en la mano, viendo hacia el patio. Me gustó esta sorpresa. No la esperaba ni ahí.
La llamé varias veces para darle las gracias y sólo una vez me atendió el contestador. Veré si hablo con ella más tarde.

domingo, diciembre 11, 2005

Cosquillas en el corazón

Hoy almorcé con Bárbara, que me había llamado ayer para invitarme: “Unos spaguettis para matar la soledad”, me gustó el título de la invitación, suena a cuento.
Me di cuenta de que no vive tan lejos, está a más o menos 14 o 15 cuadras. Insistimos en que es extraño que nunca nos hayamos cruzado. Por los gustos que tenemos nos hubiera tenido que pasar, pero en fín, la vida es así.
Cuando llegué, llevando unas masas, ya que ella ponía todo, incluso el vino, me sorprendió verla con su cabello suelto, parecía una especie de manto.
Es un octavo piso, con muy buena iluminación. Pequeño, pero acogedor. “Mi oficina es más grande”, me dice sonriendo, - no quiero nada grande desde que me separé.
La miro, trata de contrastar sus gestos, hoy a la luz del día, con los de la otra noche, primero en el bar y luego en mi casa, y en especial en la cama. Parece otra mujer, más tranquila, más meticulosa.
Tiene un balcón lleno de plantas, le digo que debo enseñarle otra vez mi jardín. “Sí, sólo lo entreví por la persiana, al amanecer cuando me fui.” Recién ahí se acerca, me besa, lento, pero sostenido. Caigo en la cuenta que cuando entré nos besamos en las mejillas. Contesto a su beso, y allí nos quedamos, de pie, abrazadas junto a la mesada de la cocina. Me “sabe” raro.
Comimos, le ayudé a juntar las cosas, y ella propuso salir a caminar. Cuando lo dijo la miré sorprendida y ella me preguntó: “Alguna otra día?”.
- No. Me parece perfecto así bajamos la pasta.
- Exacto.

Estuvimos paseando como dos horas, hasta descubrimos una feria cerca de la costanera. El camino de vuelta nos trajo hasta mi casa, aquí tomamos te, charlamos un rato y ella se fue hace como una hora atrás.
Otro beso, intenso. Chau, chau. Insisto: sabe raro, pero rico.

PD: hoy el blog cumple 8 meses.

sábado, diciembre 10, 2005

Historia y características del pacto con Melisa

Después de lo que pasó con Gloria, tuvimos con Melisa este primer encuentro de tres horas en donde pasó de todo. Otro día pudimos hablar de la confianza. Pero a los dos meses, fue Melisa quién estuvo con otra persona, y desde allí, y cuando cumplimos tres meses de amor, pudimos ir charlando cómo íbamos siguiendo con nuestra relación.
A lo que llegamos, y con pequeñas variaciones para cada una, era que cuando las dos no estemos juntas, al menos en el mismo espacio, tendremos una relación abierta, y cada una decidirá si vale la pena contarlo o no.
Cuando estemos en el mismo espacio (con esto entendemos ciudad) y se llegara a dar algo, veríamos qué nos pasa, qué sucede con nosotras.
No es fácil, no es cómodo. Pero lo decidimos dos personas adultas.

viernes, diciembre 09, 2005

La noche fue Bárbara

Uff, tengo esa sensación en el estómago, y en la garganta. Esos restos de resaca, que por más te de jengibre, no se te va en casi todo el día. Poca resaca de bebida, mucha de cogida. Uy, ando mal pa’ las letras. Ando como puedo, en la casa. La abstinencia ajena ha hecho estragos en mi cuerpo, claro, yo ayudé un poco.
Sí, fui a la fiesta de “La Mariposa”; a diferencia de otras veces, bailé. Salí de la mesa o de la barra y anduve por el salón: había varias/os conocidos; me iba detrás de la barra y ayudaba con alguna copa, hasta que nos vimos. Sí, fue mutuo, y tipo como en las películas, flishhh y chac: las dos miradas se juntan, se cruzan, hacen splash una en la otra. Pero nos ignoramos. Sí, como dos señoras recatadas, de más de cuarenta. Cada una por su lado, sola. Hasta que a eso de las 11 de la noche se acercó a la barra y pidió un daikiri de frutillas. Yo estaba rompiendo hielo, y casi me corto la mano. Wow su voz: mezcla de Bellessi y Jean Moreau. Me di vuelta y de nuevo las miradas, pero esta vez se sumó una sonrisa. Apenas pude responder, pero lo hice.
A la media hora, estaba sentada en una mesa, fumando y pensando en nada o intentando no pensar en nada, es decir en Melisa, cuando Roberto me trajo me trajo un daikiri como el que ella había pedido.
- Te lo mandan de regalo, me dijo.
- ¿Quién?
- Mesa 14, del lado de la ventana.
Allí estaba haciendo el gesto como de brindis a la lejanía, pero creo que en 10 segundos estaba en mi mesa.
Se llama Bárbara, 45 años, abogada, separada desde hace un año después de haber convivido cinco. Cabello largo, entrecano, peinado en una especie de rodete. Jean, camisa y manos fuertes, pero tiernas.
Charlamos de que raro que nunca nos habíamos visto, si el trabajo, si Santa Lucía, que la soledad, que las separaciones, que las relaciones abierta, que si querés un café, dónde, en mi casa, okey, vamos.
Al grano, sin dilación, con urgencia, con sabiduría, con ganas. Me confesó: 9 meses sin coger. Le dije sonriendo: se te nota.
- Qué mala que sos.
- Se te nota, qué querés, y la besé.
- Que me mientas. Sos linda.
- Vos sos la que mentís.
- No, sos linda, pero ese piercing....
- Mejor no hablemos de ciertas cosas.

jueves, diciembre 08, 2005

Día de la Virgen

No hay nada mejor que un feriado basado en la virginidad, ni mejor idea que hacer una fiesta para perderla.
A los chicos de “La Mariposa” se les ocurrió hacer una fiesta esta noche llamada “Noche de la Virgen”. Yo lo pensé mucho y al final decidí ir. Un poco de cerveza o vino no vendrá mal.
Roberto, uno de los dueños, tampoco anda muy bien amorosamente, así que parece que la idea de festejar fue también para levantar su ánimo.
- ¿Vos qué vas hacer? me pregunto después que le contara sobre cómo estamos con M.
- No sé, no quiero pensar a priori. Por ahora la soledad pinta bien.
- Vamos mujer que vos no naciste para estar sola.
- Eso decís vos. Yo la disfruto mucho, pero algo se había encendido dentro mío cuando Meli volvió de sopresa y todo eso. Lástima que no lo pudimos muy bien por la venida de mi media hermana y todo ese rollo.
- Claro, ¿cómo vas con eso?
- La mina se volvió para Buenos Aires. Yo fui posponiendo el encuentro y ella debía volver a sus cosas. Quedamos en que lo haríamos no forzadamente. Yo aún no abrí el paquete de cartas que me trajo. Lo metí en un cajón y allí está.
- No es fácil, pero bueno, justo por eso “Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta, esta fiesta con amigos y sin ti.”
Pienso estrenar una camisa negra de seda.

martes, diciembre 06, 2005

Touché

Acabo de leer un mail de Melisa en donde me avisa que se tiene que quedar en París hasta mediados de de Enero. El Instituto donde está estudiando recuperará las clases perdidas durante los días de los incendios, ocurridos como hace un mes atrás.
Me dice que se reencontró con su “amiga” parisina. Dice que no es nada eso comparado con lo nuestro, pero que como habíamos quedado, me lo dice.
Leo su mail y por primera vez en todos estos meses, me molesta, me duele. Lo puse en su carpeta, “M”, para releerlo.
Me levanté, me preparé un café bien cargado, y me quemé un dedo. Todo fenónemo, para un martes que venía más o menos bien, sin calor, casi primeros días de primavera.
¿Qué me duele? ¿La sinceridad? Si forma parte de lo que hemos pactado. ¿Qué entonces? Creo que lo que más me molesta es esta carga de vacío. Siento un hueco acá, en el plexo, que le llena hasta el estómago. Un vacío que se expande, y me hace dejar cosas por la mitad: libros, cosas que quiero hacer, mis acuarelas.
Escribí esto:

Duele este decir, sin aliento: estoy viva.
Duele el doblarse esta espalda
sobre la palabra que quema y desarma
la arruga de tu recuerdo.
Tiembla mi voz cuando nombro
el horror de ya no sentir
el latido de tu pulso, la yugular
donde muerdo, la carne, el deseo.
Vos.

Están viniendo los poemas. Los voy juntando, como cuando era joven, como cuando me dejaba traspasar por la poesía. La magia, si la hay, está en otra parte, honey.

domingo, diciembre 04, 2005

La lectora, mudanzas

Ayer al mediodía recibí un llamado de Andrea, la lectora. Después de los saludos esperables, me dijo que tenía que hablar conmigo.
Yo no tenía muchas ganas, por dos razones: una, estaba super ocupada, y segunda, no quería recaer en tentaciones. Insistió y le dije que sí, pero que iba a ser muy tarde, ya que tenía dos trabajos que supervisar. Finalmente nos encontramos a la madrugada de hoy, sí a las 1:30 de la mañana, y estuvimos hablando hasta eso de las 4 am. Ahora estoy que me caigo, pero cuando vi el reloj, que casi está por marcar las 16 hs. pensé: Andrea ya está rumbo a Rosario.
Sí, Andrea se va a lo de una amiga que vive allí hasta fin de año, y el 2 de enero está saliendo hacia México. Sí: dejó a su novio, dejó Santa Lucía y dejará el país en pocos días. ¿Razones?
- Me harté. No soporto más vivir en esta ciudad de mierda, donde todos te observan lo que hacés y dejar de hacer. Me cansé de la ambigüedad de las personas, de la gente careta. Me cansé de no poder encontrar una mina con la quien curtir tranquila, sin historias.
- ¿Una mina?, pregunté.
- Sí. Bueno, vos sabés que yo soy muy intelectual y eso, pero me gusta decirle mina a una mujer que me gusta.
- Claro. ¿Y cuándo te vas?
- Mañana zarpo hacia Rosario, y el 2 de enero al DF. No sé si me quedaré allí, veré qué pinta.
- Pero tenés una beca, algo?
- No, nada. Sólo un par de amigas que me hice vía chat y que me dijeron que quizá puedo enseñarle inglés a los gringos, y cosas así. Quiero dedicarme a escribir.
- Me parece refuerte la movida que vas hacer. Te deseo todo lo mejor, y que te portes muy mal.
Se sonrió. Nos abrazamos muy fuerte y nos dimos un buen beso, como para cerrar nuestra historia con un recuerdo dulce.

Cerré la puerta, y allí me quedé, mientras Natalie Barney me refregaba las piernas. Levanté las tazas de café, y me senté un rato en la cocina. Pensé en cómo van desapareciendo de mi vida personas a las que quiero, y cómo se van las personas jóvenes con las cuales, además de compartir el deseo, pude intercambiar un par de ideas, libros y hasta discos.
No soy, como leí en un blog, una vieja que se busca pendejas. Me sucedió esto en este último año. No soy roba cunas, no me ando haciendo la pendex. Ellas, Melisa y Andrea, llegaron a mi vida con una fuerza inusitada, dieron vuelta mi mundo, lo desarticularon, y me enseñaron cosas nuevas, y me dieron esperanzas.
Pero ahora se van. Melisa ya está en París, de nuevo; y Andrea con este viaje. Ojalá yo también pudiera armar el bolso y salir por allí, sin tiempo, sin espacio. Pero no puedo, aún no puedo.

Uff, para colmo toda esta sensación se mezcla con el estúpido espíritu navideño que ya el comercio impone en todas partes. Odio estas fechas. Odio estar tan sola, y no hablo de no estar rodeada de gente. Hablo de esa soledad, que no se va de ninguna manera. Salvo...

viernes, diciembre 02, 2005

Poema


No existo; no me busques
que sólo soy
la sombra de las palabras que ilumino,
el gesto de una gata bostezando.
No me salgas al encuentro
que soy fantasma de tu propia miopía,
dibujo entramado de tu ignorado deseo. No
saltes hacia mí, no
valgo la pena; no soy red ni pesca; no soy
más que la que sueña amarte
desde un petril roido por el tiempo.

LLA (es decir, mío)

jueves, diciembre 01, 2005

Pensando en todo, pensando en nada

Hoy me tomé el día, me quedé en casa. Acomodé, limpié, salí temprano a hacer unas compras; me compré los últimos chocolates de la temporada, una tirita de asado.
Ahora estoy tomando unos amargos mientras veo cómo Natalie Barney juega con la Santa Rita (buganvilla en otros países, o veranera). Está hermosa, muy “florecida”. Me encanta ver a la gata jugar entre las plantas. Me da paz y alegría.
Hoy pinta ser un día así, tranquilo, con tiempo para no hacer nada de lo super urgente, de lo super cotidiano. Ya sé que la semana que viene me llegan todos los pedidos relacionados con las fiestas, así que debo relajarme ahora lo más que pueda.
Tengo pendiente el encuentro con mi media hermana para poder empezar a hablar, y tengo a medias una carta, sí, sí, una de esas que aún se escriben en papel, para Melisa. Le quiero mandar una carta donde le agradezco todo lo que hizo por mí desde su llegada sopresa las otras semanas atrás. Esa es la idea, pero como viene, para ser la historia de mi vida, mi novela personal.