miércoles, noviembre 30, 2005

Cybersex


Me quedé pensando mucho y practicando poco ;-) después de que Sara se fue. Siempre tuve pruritos para hacerlo, siempre con la duda de si no había un hombre del otro lado. Puede sonar ridículo, pero muchas veces sentí eso... que al final había un tipo.
No puedo decir que lo he hecho muchas veces, pero sí unas cuantas. No tengo webcam, y me niego a tenerla y si la tuviera, no la usaría para tener cybersex. Lo mío, todavía, siguen siendo las palabras.
Me cansé un poco de esta práctico cuando era yo la que terminaba escribiendo y recibía poca estimulación desde la otra computadora.
Lo solía hacer con gente con la que había tenido onda, y no obviamente buscándolo ex-profeso. Se iba dando, casi naturalmente.
Cuando salía con Dolores, una noche lo hicimos juntas. Justo me había conectado con una conocida, y bueno... palabra va, chiste viene, terminamos teniendo nosotras de este lado, lo que podría llamar, la cogida de nuestra relación. Medio exagerado, claro, pero bueno, pensemos que lo fue. Yo escribía y le leía lo que la otra ponía, y ella hacía, en mí.

Bueno, basta de todo esto... que por aquí pinta gris, lluvia, y Santa Lucía cada vez tiene menos onda que una película clase Z.

martes, noviembre 29, 2005

Un poco de Sara, un poco de destino y un poco de locura cósmica

Cuando abrí la puerta era Sara nomás, con un par de bolsitas: en una las pelis en un par de DVD grabados por un amigo y en la otra un par de gaseosas “para toda la noche”, agregó, “y mami te manda este vino”. Era un Syrah, exquisito.
Como era de esperar, tuvimos que empezar por la comida y le enseñé a hacer un arroz con vegetales a las especias que está de rechupete. Sarita se anotó todo, y charlamos un rato sobre la “cuestión erótica” del arte culinario.
Aquella me corría por lo más obvio: la zanahoria... y todos chistes machistas. No, no pasa por ahí, le decía. Pasa porque los elementos que usás y los aromas y vapores pueden llevarte a cierta excitación, a excitar tus sentidos, y los de las otras personas. Por ejemplo acerle degustar una cucharadita de la comida en cuestión... y cómo le acercás la cuchara, como podés hacer que la acercás y se la sacás... todas esas cosas, y un poco más, que aún no le comenté.
La luz llegó a eso de las 23 hs. así que vimos sólo una película, “Cuando cae la noche”, ya que se tenía que conectar con su cibernovia a eso de las 2 de la mañana.
Sara ya había decido que se quedaba a dormir y que chatearía desde mi máquina. Me pidió que siguiera el chat y que le dijera si me parecía “sincera” la otra chica. Como ya comenté, Carmen tiene 10 años más que Sara.
Acepté sin muchas ganas de meterme en sus cosas tan directamente, pero parece que ella me tiene mucha confianza.
Sin duda alguna, Sara había quedado medio excitada por la peli (quién no me pregunto yo) y esta chica en cierto momento intentó llevarla para el camino del cybersex. Sara me comentó, muy colorada, “Hace ya semanas que lo intenta, y yo le digo que no. Que es ridículo.” La puedo entender, puedo entender su confusión, su verguenza, su urgencia y su creciente amor para con esa muchacha.
Casi sin que se diera cuenta, la dejé chateando, sola, en mi dormitorio a donde nos habíamos instalado a ver la película.
La dejé allí para que pudiera hablar con la otra sin tapujos y que yo no fuera una excusa para sentirse “mojigata”.

Yo me tiré en el living, con la gata, mirando hacia la tormenta que aún continuaba afuera. Me puse un poco de Etheridge, y me iba entredurmiendo cuando me pareció escuchar un sonido algo familiar, eróticamente familiar, que provenía del dormitorio.
Creo que la muchacha trasandina ganó en sus pedidos o bien Patricia Rozema con su película hizo que Sara tocará a la puerta de la diosa, esta vez, sola y por sí misma.

Me quedé en el living, y me dormí. A eso de las 7 de la mañana me despertaron con mate, como si nada hubiera pasado, comentamos algo de la peli y de los chats en general, y Sarita marchó hacia su casa, para poder ir luego a la escuela.
Yo me quedé con un fueguito adentro, que mejor me pido los ñoquis de los 29 en la rotisería de la esquina, y ni me acerco a la cocina.

lunes, noviembre 28, 2005

A la luz de las velas

Es raro escribir en una computadora cuando hay corte de luz, pero si tenés una laptop, sucede este tipo de magia y privilegio. Así que aquí estoy, mientras llueve y no hay luz. Por suerte refrescó. Lo único que me preocupa es que esta noche vendría Sara, munida de unas pelis que le recomendé, para verlas juntas y charlar sobre su cibernoviazgo trasandino.
Me parece que como viene la cosa, nos quedará sólo la charla y preparar una comidita rica, entre las dos. Le comenté que no hay nada más erótico que cocinarle a tu pareja, amiga amante, y sobre todo si la otra se involucra en el preparado.

Aún no tengo noticias de Melisa, pero sospecho que se debe estar congelando, con la cantidad de nieve que ha caído allá.
Uy, golpean a la puerta, debe ser Sara, o el destino.

domingo, noviembre 27, 2005

Alone again, naturally

Hace un par de horas que Melissa salió rumbo a Ezeiza. Vuelve a París para terminar su beca de especialización.
Yo vuelvo a andar medio a los tropezones por la casa. A media luz mientras atardece, con mate en mano y regando las plantas. Así intento pasar estas primeras horas de esta nueva separación.
No es algo tan raro, pero cada vez es diferente, y cada vez hubo razones diferentes.
Estoy tentada, quiero comer un pan dulce. Estas fechas que se aproximan (las fiestas) no me gustan para nada, salvo por algunas delicatessen que puedo comer. Y hoy es pan dulce, siento el gustito en la lengua. Quizá pase unas horas dando vuelta en el supermercado; quizá salga a caminar y tomar una birra por allí; quizá la llame a Amanda y cenemos juntas. Quizá no haga nada de eso, me limpie el pezón con el piercing, encienda la tele y me tire como vaca a ver nada que realmente me interese.

martes, noviembre 22, 2005

“Con el sudor de tu frente”

Cuando una mujer sola debe automantenerse, cuando una no depende económicamente de nadie, y tenga el trabajo que tenga, no puede darse el lujo de dejarse caer, de dejarse tentar por el stress metafísico o vivencial.
Las facturas, las cuentas llegan y hay que pagarlas, hay que comer, hay que intentar vivir más o menos dignamente.
Así que hoy volví a mi trabajo, que además me permite enroscarme un poco menos en cuestiones personales, pero que son sin solución: que me madre se haya muerto hace unos meses ya no tiene solución, y que yo no lo supiera hasta la semana pasada, tampoco.
De vuelta, entonces, a la oficina. Dos trabajos grossos en proceso, y otro más chico. Me gusta mi trabajo, y lo disfruto. Me hubiera gustado poder hacer otras cosas, pero los caminos de la vida me trajeron hasta aquí, yo me los fui haciendo.
Los honores literarios se los dejo para otras que saben escribir mejor que yo, y que decidieron dedicarse a eso.

¿Por casa? Hablando mucho con Melisa, que se quiere quedar, y yo que le digo que no, que no deje lo suyo por la mitad (eso de los caminos que una hace y deshace... por otras personas o locuras propias). Tratamos de no pensar mucho más allá de la noche del mismo día y éso ya es un vértigo.
Hablé por teléfono con Luisa, mi media hermana. Quedamos en que intentaremos encontrarnos cara a cara, de nuevo, la semana que viene.
Como reabrió “La Mariposa”, fui a desayunar allí. La vi, nos vimos, con Andrea, pero nos saludamos de lejos. Sus ojos, ríos turbulentos.
Mi pezón va cicatrizando... pero me pica mucho y debo alejarlo de la amenaza Melisa. Ya le dije que dentro de nueve meses podremos experimentar lo que quiera, pero que ahora lo deje en paz ;-)

lunes, noviembre 21, 2005

Como las mareas

Como ellas la vida trae y aleja de nuestras orillas fragmentos de otras vidas que nos competen, fragmentos de naufragios, botellas al mar.
Las mareas son el resultado de la influencia de la luna sobre el agua, sobre lo líquido, sobre aquello que de fluido tenemos las mujeres.
Flujo y reflujo. Marea alta y baja. Conchas, caracolas, algas, corales contribuyen para la construcción de nuestros relojes de arena.
Todo llega, todo se va: Melisa se va a París el domingo próximo; mi “madre” llega en cartas, ya muerta.
Todo alrededor gira de manera vertiginosa. Todo se desploma como un alud y se vuelve a levantar como ese truco de las cámaras yendo para atrás con lo filmado.
Todo lo que sabía de mi vida se desvaneció.
Todo lo que sabía del amor se desvencijó.
Todo lo que parecía bajo control se precipitó por la cuneta.
Todo lo que empezaba a florear floreció en jardín ajeno.

viernes, noviembre 18, 2005

Looking back in anger

Doy asco. No pude dormir y no pude dejar de llorar. Tengo una ojeras terribles y lo ojos como inyectados, me duele el pezón del piercing y no paro de fumar.
Le pedí a Melisa que me dejara sola, es decir que anoche fue a su al depto que compartía en su momento con su amigo Carlos.
Esta mañana me levanté muy temprano y me fui caminando al otro lado de la ciudad, a la casa en donde nací. Allí está , intacta a pesar de los años pasados. No decido qué hacer: si la vendo, si la alquilo. Allí está. ¿Cuánto hace que no entro? ¿Diez años? Los impuestos y papeles los mandan a mi oficina.
Saco la llave y me doy cuenta de que la cerradura es un nidito de araña. Una pajita del suelo me ayuda a limpiarla. La puerta cede al rato, y revolotean algunos pájaros. No quiero saber de qué se trata.
Antes de entrar siento que alguien me saluda desde atrás: Hola ...! conoce mi nombre quien lo hace. Me doy vuelta y es doña Herminia, una vieja vecina.
- Qué grande que estás, nena! ¿A dónde te habías ido?
- A sólo 70 cuadras!
- Ja ja, siempre la misma chistosa. Qué gusto me da verte. ¿Vas a vender?
- Ni idea. Vine para ver que no se esté cayendo abajo.
- No, para nada. Yo que estoy al lado te lo puedo garantir. Hasta el Pepe, mi hijo, (te acordás de él) se pasa de vez en cuando y corta la parra cuando se va en vicio.
- Gracias, dije algo molesta sabiendo que otra gente sí entraba acá.
- Querés que te acompañe, nena?
- No, gracias doña Herminia, cualquier cosa le aviso.
- Bueno, pasate después, si querés.

Por fin silencio. Esto era el Hall, me digo, lo recuerdo bien, si bien ahora está vacío; y las dos piezas que lo flanqueaban. Trato de pasar al primer patio. Imposible. Una mata de plantas, lo que intuyo una selva, no me deja pasar.
Debo agarrar por lo que fuera el comedor grande. La araña de cien caireles aún cuelga allí, medio desvencijada.
No puedo, no puedo seguir adelante. Es una especie de tunel del tiempo. Vuelvo sobre mis pasos, y salgo corriendo. Cierro la puerta con cuidado, y cuando me doy vuelta, un grandote con olor a transpiración casi se choca conmigo.
- Hola piba, qué “ashé”. La vieja que dijo que estabas acá. Yo no me lo podía creer. La princesita de la cuadra...
- Hola Pepe. Tengo que irme. Ya nos veremos, seguro.
- ¿Vas a vender?
- Chau!

Caminé y caminé y caminé. En el morral tengo el sobre que aún no abrí. La llamé a Ofelia y le dije que me tomo unos días y que sólo me avise cosas muy urgentes. Mientras andaba disparada por la ciudad me crucé con Melisa que iba a comprar unas cosas a un super. Me abrazo fuerte y me dijo que no le gustaba mi cara, que me notaba pálida.
- Si querés después voy y te hago de comer.
- Gracias amor, pero estoy bien. Quizá esta noche. Sí, pasá esta noche.

jueves, noviembre 17, 2005

Shock familiar

Necesito escribirlo para poder comprenderlo un poco más. Para poder comprenderlo, a secas. Esta mañana se apareció una mujer en la oficina y era raro porque no tenía ninguna cita, y cuando la tengo es porque antes la pauté por teléfono. Me dijo que me recomendaba un abogado conocido que estaba conforme con mis servicios. En efecto, yo le había armado un par de eventos.
Esta mujer comenzó a hablar muy pausadamente, mirándome fijo a los ojos. Yo no podía sostenerle la mirada porque me hacía recordar la de alguien, que no lograba situar en mi memoria.
Llegó el momento de darme su nombre y su apellido, este último resultó ser el mismo que el mío, ahí sí que la miré, y antes de preguntarle nada me dijo: es el apellido de mi madre.
Juro, juro que es la primera vez que me corre tal sensación de frío, de electricidad por la columna. Esa mirada, esa mirada también la puedo reconocer un poco en mí, pero en ella ¿era posible? Me quedé muda mirándola, y ella habló: sí, es lo que estás pensando o lo que no podés pensar ni articular. Si te digo que soy tu media hermana ¿me creés?
Pude haberle dicho que no, pero esa mirada, ciertos gestos. Era muy chica cuando mi madre me dejó a cargo de mi abuela. Me había tenido sola, era madre soltera, hasta que conoció a un “buen tipo” que le dijo “me caso con vos si es que te “deshacés de esta piba”, yo llegué a escuchar eso.... ¿hace 30 años?
- No estaba muy segura de venir, continuó. Pero debía hacerlo. Hace un par de meses mamá murió y entre sus cosas había varias cartas para vos, y además te dejó una...
- Basta, le dije, demasiada información para apenas media hora y 40 años de vida. Y me desarmé y me largué a llorar. Hasta Ofelia, mi asistente, entró rápido y se fue a buscarme agua.
- Debería haberte llamado, pero sospeché que cortarías, no sé, me dijo.
- Está bien, pero te pido que te vayas, por favor.
- Okey. Aquí te dejo este paquetito. Allí está mi teléfono y mi celular. Pienso quedarme unos días acá, pero no te quiero molestar.
- Y el hijo de puta está vivo? le descargué.
- No, el murió ya hace unos años.
- Gracias por este... no pude seguir... ojos nublados (como ahora que escribo desde casa).

Se llama Luisa. Y me trajo este paquetito que aún no he abierto. No puedo... tengo removida el alma, es mucho, demasiado.

miércoles, noviembre 16, 2005

Frescura II

Vuelvo a confirmar que me gusta verla desnuda a M. Me gusta recorrer su cuerpo de la cabeza a los pies. Me gusta verla fresca, salida de la ducha, antes o después de hacer el amor, y venir a mi y abrazarme.
Me gusta la forma que tiene de sonreir, de mirarme irònicamente y luego largar la carcajada y hacerme rabiar un poco.
Me gusta su frescura, su locura cuando me busca, cuando me escabullo y ella vuelve a mí. Me gusta que estemos refrescando lo nuestro. Amor de bambula y de bicicletas al viento.

Frescura

Me he dado cuenta que hay muchas chicas jóvenes que aún usan un look medio hippy: camisolas hindúes, polleras largas, bolsos tipo yica. Me encanta verlas andar por la calle dándole fuerte a sus bicicletas, con su cabello largo (casi siempre) y húmedo (temprano a la mañana se las puede ver así). Me dan una sensación de frescura, de animalistas que se comen el mundo, que lo re-arman a su manera.
También se pueden ser, pero más a la tarde, las chicas onda más dark o gothic. O bien aquellas con vestidos medio largos, entre hindúes y no sé qué otra tela... elllas andan vaporosas... Es lo que hay en Santa Lucía.
Me gusta mirarlas, observarlas. Me devuelven cierta luz, cierta cosa de no “armadura” que me parece que empecé a calzar no hace muchos años, pero que se me colgó por alguna grieta existencial.

lunes, noviembre 14, 2005

Amores a distancia

Estábamos despertándonos esta mañana cuando sonó el timbre. Nos miramos y decidimos no atender. Pero la insistencia era mucha.
- ¿quién es?, pregunté por el portero.
- Sara!!, casi gritaron.
- Pasá.
Es la hija de Amanda. Le avisé a Meli para que si quería se levantara. Para Sara fue una sorpresa encontrarla a M. acá, se alegró mucho, y M. la puso al tanto de su venida mientras yo preparaba unos mates.
La razón por esta visita tempranera, es que la niña se ha enamorado: vía chat y de una chica chilena. Casi me caigo de espaldas. Cómo ha crecido esta chica, me dije.
Cuando le pregunté cómo se pudo enamorar de alguien vía chat, las miradas de ella y la de Melisa fueron fulminantes, me hicieron sentir una especie de animal prehistórico.
- Qué preguntás eso, me dijo M., si vos me has comentado que te enamoraste por cartas, sin conocer a la persona.
- Bueno, está bien, no me maten.
Ambas se me tiraron encima para abrazarme, y me hicieron sentir toda la edad junta.
La cuestión es que Carmen (la chilena) tiene 10 años más que Sara (15), y que en las vacaciones quiere venir a conocerla personalmente. Sara está, hablando mal y pronto, cagada en las patas.
La piba tiene un blog (no le pude sacar el dato) y cuando ella dijo esa palabra me corrió un frío por la espalda, sobre todo por el comentario de M.:
- Qué cool, un blog. Yo quiero empezar uno, pero soy demasiado vaga para eso.
- Sí, es muy cool, dijo Sara. Hay algunos muy buenos, de todos los países. Si querés podemos empezar uno juntas para ver qué onda.
- Dale, dijo muy entusiasmada Melisa.
- Vos te enganchás, tía? me preguntó Sara.
- No sé, puede ser. Cuando empiecen me avisan, y vemos.
- Dale, amor, no seas aburrida.
- Me cachindié, dije, no soy aburrida. No tengo mucho tiempo, mentí mal.
- Ufa, dijeron las dos riéndose en mi propia cara de mí.

Forcé la vuelta al tema principal. Le pregunté que haría con su chica, y nos dijo que tenía miedo, que no sabía, pero que la otra piba le gustaba: ella y por dentro. Nos mostró una foto impresa en láser. Linda piba. Escribe, pinta, le interesan cosas importantes.
- Y para qué viniste, Sara, en qué querés que te ayude.
- No sé, tía, quizá vos me podías decir cómo es, qué puedo esperar de todo esto.

Me quedé en silencio, y hasta Melisa que estaba tan cómplice de mi ahijada, de golpe se quedó en silencio también y me miró profundo.
Quedamos en ir charlando esto, en volver a encontrarnos, en ver alguna peli. Yo pensé en “Cuando cae la noche”, pero no sé. La piba no anda buscando técnicas: habla del amor a través del cuerpo.

¿Psicodélica?

No sé qué tomó Gabriela, pero me gustó mucho esta visión que tuvo. Jamás me pasó, pero me gustaría.
Quizá el sábado Melisa fue algo así: una diosa que me incendió.

domingo, noviembre 13, 2005

Melisa te da sorpresas, sorpresas te da Melisa

Me disponía a acostarme el sábado a la madrugada cuando sonó el teléfono. Atendí y nada, silencio del otro lado. Corté y al rato lo mismo. Ni un ruido, nada.
A la media hora me sobresalté en la cama (estaba leyendo) porque sentí ruidos en la puerta de entrada. Armada sólo con mi “valentía” me mandé para adelante. ¿Quién es? le grité a esa sombra que apenas se movía, y que respondió entre asustada y riéndose: Yo.
- ¿Vos? Imposible, y me choqué el pie desnudo contra una mesita, y mandé al cuerno una lámpara que llegó a encenderse e iluminar el cansado pero travieso rostro de Melisa. Sí, allí estaba ella, casi llegada de París, de Ezeiza.
- Hola!, me dijo moviendo su mano, y dejando una valija y una mochila en el piso.
Yo me senté porque casi me desmayo del susto, de la sorpresa. Ella vino hacia mí como nunca, como hacía tiempo.
- Quiero ver el piercing, me dijo.
-No, no, y la aparté bajándome la camisola. Estás loca sabés?
- Por vos, por París y por la concha de la lora. Sí, muy loca. Y me volvía a besar, nos enredábamos largo en el abrazo.

Desde ese momento no hemos dejado de hablar, de hacer el amor, de jugar con la gata, de tomar mates, y de ver cómo está el París que dejó atrás por dos semanas.
- Dentro de 16 días volvemos a clase. Casi sin pensarlo saqué el pasaje... qué me iba a quedar haciendo allá??

Me acribilló a preguntas sobre mis días, sobre mi laburo, sobre mi affair con la lectora; ella me va contando sus días, aquellos días de silencio, su relación con una compañera de allá.

Puedo escribir ahora porque se fue a encontrar con el padre. A la madre quizá la llame mañana. Yo me estoy reponiendo: cuerpo, alma, mente.

viernes, noviembre 11, 2005

Cena informal, post-cena infernal

Anoche fue a cenar con los chicos de La Mariposa. Comimos en el local, a puertas cerradas, ya que continúa clausurado.
Yo no era la única comensal, estaban dos muchachos más, y esa mujer Dora, de la otra vez, y que ya me había dejado un mensaje en el contestador.
La cuestión es que la cena, preparada por Roberto, estuvo deliciosa, el vino mejor, la charla interesante, hasta que llegó el momento de irnos pa’ las casas.
Dora insistió en llevarme en el auto, y como andaba bastante cansada y era un poco tarde, acepté. Qué mal que hice. La tipa, a las 15 cuadras más o menos detuvo el auto y se me tiró encima. HO-RRI-BLE. Yo me la sacaba de encima y la tipa volvía. No entendía razones. Por suerte pude manotear la manija para abrir el auto y salí despedida.
Me gritó de todo y me siguió como dos cuadras. Yo estaba en el medio de la nada, medio borracha y con mucha pero mucha bronca. Caminé como media hora y como vi que estaba cerca de mi oficina aquí pasé la noche.
La mina me llamó temprano para pedirme disculpas, que se había pasado con el vino y qué sé yo. Yo la mandé muy respetuosamente a la mierda.

jueves, noviembre 10, 2005

Me comí toda la noche

Me comí toda la noche, la bebí hasta el fondo; bajé estrellas y las conté. Me aburrí de tanto astro vacío, de tanto vacío sin vos(z).
Fumé toda la noche, y las volutas se fueron transformando en nubes, nubes que trajeron lluvia, lluvia que trajo tus lágrimas, lágrimas que besé y bebí hasta el hartazgo.
Me comí toda la noche hasta que llamaste. Estaba leyendo y eran las cinco de la mañana. El corazón casi se me para: un llamado a esa hora. Cuando levanté el tubo sentí un suspiro, profundo y esta pregunta: ¿Estabas dormida? No. El insomnio me come, te dije... pero y vos... te pasó algo? Quiero volverme, dijiste. No aguanto esta locura, los incendios, la intolerancia.
- Pero amor, te falta tan poco... sólo un mes más...
- No creo poder hacer nada si todo sigue así. En la escuela están planificando un paro.
- ¿En qué te puedo ayudar, Meli?
- ¿Me amás? ?Aún me amás?
- Sí mi muchacha, sí.
- ¿Lo decís por decir?
- No, vos sabés muy bien que no.
- Moría por escucharte, por sentirte del otro lado. La soledad mata.
- ¿Soledad?
- Sí, soledad. Que curta con alguien no quiere decir que esté realmente acompañada.
- Claro, sí.
- ¿Vos estás “muy” con alguien?
- No, pero tiene capacidad para moverme cosas... Ya sabés como soy... tengo mis debilidades.
- ¿La lectora?, me preguntaste con un dejo de ¿celos?
- Sí, ella.
- Es interesante, no hay dudas al respecto.
- ¿Qué vas hacer entonces?
- No lo sé. Veré qué pasa en los próximos días. Al menos hasta el lunes. Se me acaban las monedas. Te amo. Te extraño, te....tutututututu.....
- Yo también.

Más sobre el amor sin remedio

Ayer quería escribir otra cosa cuando empecé con lo de canción de Mecano, pero la realidad se me imponía.
Fui dejando mis ganas de escribir para más tarde, y bueno, aquí estoy, a la hora de las brujas, sola, con Natalie Barney en mis pies, y un cigarrillo humeando el ambiente.
Quería escribir de la fuerza que emanan dos mujeres juntas, dos mujeres que se aman. Sé, y lo sé muy bien, que no somos santas, no somos las buenas de las películas por ser lesbianas, que podemos ser violentas con nuestras parejas, y que es muy difícil llegar a reconocer la violencia doméstica entre mujeres, pero más allá de ese lado de la realidad, de las posibles realidades cotidianas, si das con una mujer en que la violencia no exista, con la que puedas entablar otro tipo de relación, lo mágico sucede. Y sólo puedo llamarlo, mágico. Quizá no es la palabra, pero es la que a mí me sale. Mágico y salvaje. Mágico, salvaje y terrenal.
Miro la voluta de humo y me hace llegar bien lejos, me lleva a la zona de los recuerdos, de mi juventud, de mis locuras. Veo los rostros de las mujeres que amé, de aquellas que verdaderamente me amaron; veo a mis primeros amores, platónicos of course; siento de nuevo el gusto del primer beso, la primera caricia. Zona peligrosa la del recuerdo: allí estamos como desnudas, vulnerables: allí están todas nuestras amantes y pueden con nosotras.
El amor sin remedio que remedió nuestras vidas, nuestras horas. La pasión que curó heridas, que abrió otras. El remedio del amor pasión en la lengua de aquella que supo hacer danza en tu sexo seco húmedo, cueva de placer, cueva de nacimiento.

miércoles, noviembre 09, 2005

Puros fachos por allí

Siempre me gustó canción “Mujer contra mujer”, tanto en la versión española como en la argentina. Siempre sentí que hay una fuerza especial cuando dos mujeres están juntas, amándose, creando mundos a partir de ellas sus sueños, sus deseos, sus pasiones, y que el resto no debe interesar para nada.
Pero lamentablemente no es así. Existe la homofobia, la externa y la internalizada; existencia la intolerancia que produce actos discriminatorios.
Cuento esto porque ayer a una amiga, maestra, la suspendieron cuando se “supo” que es lesbiana, y por otro lado, a los chicos de La Mariposa le clausuraron el negocio, y ellos sospechan que tiene que ver con denuncias hechas por un par de chupacirios.
Todo esto me entristece, me enoja, me subleva.

martes, noviembre 08, 2005

No hay remedio para el deseo

Eso es todo lo que puedo decir. No hay remedio. No hay remedio para el deseo. No hay posibilidad de retorno para la locura de besar sus labios, sus senos; de oirla leer un poema y enloquecerme.
Eso es todo lo que puedo decir en mi defensa, pero como ya se sabe, todo lo que digo será usado en mi contra. Pero como ya perdí el juicio, mucho no me preocupo.
Ella, Andrea, es una especie de grano de pimienta, creo que ya lo dije. Y me sacude y me quema. Cuando ayer la llamé me pidió por favor que nos viéramos, y así quedamos. Yo fui a su depto después de comer con Sara.
Yo hubiera preferido un lugar neutro, pero fue allí. La piba está en su búsqueda personal, y también se deja guiar por su deseo.
La cuestión es que dejó a su chico, no por mí (toda una suerte para después no sufrir más reclamos inncesarios) sino porque quiere ver cómo se siente lejos de él, y estando con mujeres... Ese plural me incluye, pero no quise preguntar si ese plural es pensando en el futuro, o si ya tuvo otra experiencia en estos días, con otra mujer.
No digo que no me interese, pero tampoco me quita el sueño. Un poco de pasión por la pasión misma viene bien. Pero hay algo alllí... No. Mejor paro aquí antes de darme manija. Antes de engancharme mal o engancharme.
¿Melisa? No sé. Creo que si algo puede quedar es una amistad. Lo siento así, y sospecho que ella también. Sigue con esa persona que conoció, no me dice cómo sigue, pero en sus comentarios, cada dos por tres la nombra. ¿Me duele? Sí, un poco, pero no tengo derechos a hacer reclamos. Ella tampoco los hace. Creo que en eso hemos crecido. Sin embargo y más allá de todo, siento que la amo.
A veces me quedo con la mirada perdida por allí y recuerdo cómo la conocí, cómo vine a descubrir que yo le gustaba desde hacía un tiempo; recuerdo nuestros primeros encuentros entre culinarios y amorosos. Recuerdo la pasión, esa pasión, su libertad de movimiento, su celo de perra en celo. Es hermosa, y peligrosa, y dulce, y mierda, cómo la extraño.
¿Debo confesarme? Está bien, acá va: la amo. La amo con cada poro de mi cuerpo, con cada célula, con cada pensamiento. ¿Por qué no estoy en París con ella? ¿Por qué no vuelo hacia ella? Porque sería arruinar el gran paisaje del amor. Porque sería romper un pacto que hicimos, darnos tiempo, ver qué pasa, qué queremos de nuestras vidas y qué quiere una de la otra o con la otra.
No, no hay remedio para el deseo, y menos para el amor, salvo tirarse de cabeza en él, desnucarse en él, hundirse.
El piercing es para ella, ese dolor es para ella; esto que queda de mí en brazos y lengua de otra es para ella. Mi diosa, mi estrella.

lunes, noviembre 07, 2005

Voces en el contestador

Cuando llegué el sábado el contestador parecía un arbolito de navidad lleno de luces. Me encontré con dos mensajes de Dolores medio desesperada; un mensaje de Dora invitándome a cenar, otro mensaje de Sara, mi ahijada, y dos mensajes de Andrea, la lectora: en uno decía que se había peleado con su novio, y el otro que quería verme; había cinco más relacionados con cuestiones laborales.
Para mí seguí siendo extraño el tener que dejar grabado el mensaje, dirigirse a una máquina. Es que casi casi no puedo pensar en la persona a la que se lo dejo. En fin, este no es un tema muy interesante, salvo para las personas interesadas en fobias ajenas.
A Dolores ni pienso llamarla. Más lejos estemos una de la otra, mejor. A Dora le mandaré un mail, y keep it cool. A Sarita la veré esta noche, y a Andrea... esa chica me sacude por todas partes. Quiero devolverle el llamado, pero nada más.

domingo, noviembre 06, 2005

Sin compu, de vacaciones

Pasé unos días en Córdoba, descansando un poco, desesperando un poco por los acontecimientos en París. Hablamos una vez por teléfono con Melisa y ella está bien, pero asustada. Seguimos en contacto por mail para reconfirmar esto.

Yo aproveché a dejar la compu en el técnico: desde que la había comprado no la habíua hecho revisar. La dejé y eso fue descansar un poco también. Ir a escribir a un cyber no me da.
Llegué anoche, renovada podría decir, pero mañana es lunes y ya sabemos... un nuevo comenzar.