domingo, febrero 26, 2006

Alas de libertad

Hoy las ví, en el parque. Iban tomadas de la mano, o bien se abrazaban. Avanzaban entre la gente, que se escandalizaba, sin importarles nada salvo su amor, su relación.
Eran bellas, hermosas en la locura que da la libertad, el poder andar por la calle siendo quien se es.
Cuando las vi me sentí muy fuerte, con esperanzas de que algo cambie realmente, y que cambie en un pueblo tan chico y tan de mierda como este.
Ya sé que el cambio empieza en una misma, pero depende las personas no es cosa fácil salir y decir: Hola soy lesbiana/gay/trans. No, no lo es. Yo noto el temor en las miradas, en los cuerpos de quienes suelen ir a “La Mariposa”. Recuerdo mi propio temor, primero por el amor en sí, estar enamorada y que la otra persona no sepa o no te quieran da temor, además de tristeza, pero el temor por la discriminación, porque te pueden hacer a un lado, es bien feo. Por suerte lo fui pasando rápidamente, y como estas chicas me tiré en la pileta siendo muy joven, y me banqué que me dijeran de todo, que la llamaran a mi vieja y le dijeran cosas por teléfono.
Hoy sentí que al verlas a estas chicas, de menos de 18 años, me crecían alas, alas de libertad, de esperanza, de poder verme a mí misma en una relación menos loca; un piso desde donde poder construir(me) otra vida: menos camas, menos soledad.

viernes, febrero 24, 2006

Los reflejos de la mente

Anoche, mientras cenaba con Amanda y Bárbara, tuve una sensación rara: algo parecido a la curación, a partir de las lamidas de esta animal que soy.
Animal humana que reconoce la finitud de todo: la vida, el amor.
Anoche recordábamos nuestras vidas en la época de la dictadura, nuestras ideas y vueltas; la gente amiga desaparecida, la exiliada, los amores, la censura, el miedo.
Ya todo el mundo leyendo sobre el próximo aniversario de la última dictadura militar, y es casi imposible dejar de hablar de ello.
La recordé a Ana, una amiga en común con Amanda... ¿estará en España aún? Recuerdo haberme enamorado de ella, pero nunca le dije nada. La amé y deseé en silencio durante años.
Me puse a pensar en mi propio exilio, en la biblioteca quemada y enterrada.
Bárbara nos contó que también se tuvo que ir. Cuando vinimos a casa nos quedamos charlando hasta las cuatro de la mañana. Hoy antes de salir a trabajar, la desperté con un mate. Ella durmió en el living, y al despertarse, con ojos medio colorados me dijo: “No pude dejar de soñar con persecuciones con perros”.

miércoles, febrero 22, 2006

Lo pasado, pasado

No es una metáfora: cambié la cerradura de la puerta de mi departamento.
Limpieza: despaché con un cadete las cosas que se habían quedado aquí de M.: CDs, libros, ropa, cuadernos, y mañana irá la gata a casa de su padre. Extrañaré a Natalie Barney, pero las dos sabíamos que esto no duraría.

Vino, golpeó y no abrí. Me dijo de todo, vomitó todo: por despecho, por amor, por pendeja.

Lo nuevo: clases de yoga.

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martes, febrero 21, 2006

Carta de amor y despedida

Querida Melisa:

Espero que entiendas mi letra, y que puedas descifrar lo que quiero decirte entre los manchones de tinta. Si digo que fueron lágrimas sonaré cursi, y ya no me importa. ¿Por qué? Después de haber caído tan bajo, no me preocuparán unas lágrimas en un papel.
Las lágrimas significan que te amo, aún te amo, y como te lo he dicho más de un vez, creo que siempre te amaré.
Pero esta vez quiero poner el punto final, el real. No quiero abrir la puerta, y no la abriré. No quiero verte, y no lo haré. Si llegamos a cruzarnos, por mi bien (ya no puedo hablar en plural) te ignoraré.
Necesito alejarme de lo que me hace mal, y en este momento vos me hacés mal.
Quizá fui yo la que jugó con demasiado fuego, y no lo pude manejar. Pero ahora quiero hielo por todo mi cuerpo.
Te agradezco el haber estado en mi vida, haber podido compartir la tuya. Quiero retener los buenos momentos y aquellos no tan buenos en donde crecimos. Ahora creo, siento, que no estamos creciendo (ves, me salió el plural). Yo no crezco, y no me siento madura.
Y creo que ya a los 42 debo intentar otra cosa con mi vida, con mis sentimientos.
El piercing en mi pezón me recuerda lo pendeja que fui, y la locura con que te amé.
Quiero, si puedes, que me recuerdes bien.
Necesito un poco de paz, y hasta te diría menos ejercicio físico, y si vuelvo a hacerlo, que sea solamente de a dos.
Dulce, te dejo, no quiero hacer una carta muy extensa. Han sido meses muy movidos, muy emotivos.
Te quiero, sé que no te olvidaré.

Tuya, Elvira

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lunes, febrero 20, 2006

Un sueño de cuerpo roto

Un sueño es, antes que nada, un desvío; atajo de la carretera de los gustos ingratos, del remanido sabor del deseo.
Sueño con mujeres, con serpientes, con labios, senos y estrellas fugaces. Caigo de bruces ante la concha más dorada, pero que a la vez es un agujero negro que me traga, y me vomita al espacio del olvido.
Lamo esos labios que me absorben, que se cierran sobre mí como un nacimiento al revés.
Soy esclava y reina de un cuerpo que ya no reconozco como mío, ni tuya, ni de ella.
Lava, lava de volcán que no lava nada la mugre del sudor, el pegoteo de dedos, labios, vaginas.
Así, un lenguaje directo: que ofenda, que desnude, que me saque este gusto amargo de la boca, del pubis, de mi clítoris.
¿Cuándo dije que sí? o mas bien ¿por qué dije que sí? ¿qué quería probar? Estar despierta hasta la mañana, no descansar, beber agua hasta el hartazgo.
Siento que me traicioné. Siento que es un final precipitado, no un nuevo final de una historia que recomienza cada vez que un latido, un dolor, una señal.
Algo se acabó, en mí. Quedé vacía. Sin voz(s), sin mí, sin ella.


Tres veces tres

¿Cómo explicarlo? Intentaré un esbozo, apenas un dibujo parecido, un esquema de palabras que represente el deseo desplegado en tres puntas, en tres vértices, ripios, mujeres.
Lo planearon ellas, me invitaron ellas, me hicieron caer, ellas: Melisa y Lucrecia. No digo que fue el sumum porque no lo fue; mi teoría de que una de las tres se queda pagando en algún momento es tal cual, y cuando me quedo pagando yo no me gusta.
No sé si lo volvería hacer, no creo que este trío, menage á trois, se repita: Lucrecia ya se fue, Melisa está estudiando para rendir, y yo estoy laburando a full.
¿Qué me queda de esta experiencia? Resaca de cuerpos en pugna.

sábado, febrero 18, 2006

Elvira las junta....

Si el pez por la boca muere, una lesbiana por otra muere, y si son dos, peor. Lo de anoche fue demasiado, para mi pobre alma. Demasiado ¿para mi orgullo? No sé.
A ver, recapitulemos. Ayer recibí un mensaje de Lucrecia: “Estoy en Santa Lucía. Stop. Quiero verte. Stop. Cómo hacemos. Stop. Besos, la sirenita. Stop”. Yo me quedé fría, era toda una sorpresa. Decidí mandarle un mensaje y decirle que la esperaba en “La mariposa”, ya que tenía allí programada una cena. La misma era con Roberto, y otros amigos de ellos, quizá iría Melisa, que andaba despidiendo a su francesa, que días atrás la había dejado para conocer Buenos Aires.
Bueno, yo estaba allí, nerviosa esperando a Lucrecia, que llegó bien puntual. El gin tonic sin nada en el estómago ya me estaba haciendo efecto. La cuestión es que casi a los postres, recibí por debajo de la mesa una pata de Roberto que casi me deja renga: en el instante que me pateaba, Melisa entraba al bar.
- Hola, hola gente!!! aceptan a una soltera por unos meses!!!, dijo acercándose a la mesa, y encajándome un chupón de aquellos.
- Claro que sí borrega, dijo Roberto, levantàndose con todas sus plumas, yendo a buscar algo para tomar.
Cuando Melisa se sentó se percato de la presencia de Lucrecia:
- Hola, soy Melisa, y vos?
- Hola, qué tal. Yo soy Lucrecia, también soltera, dijo sonriéndose.
A mí el panqueque con dulce de leche me quemaba en la garganta, cuando escuché que Roberto me llamaba desde la cocina.
Indecisa, fui. Dejaba a las dos mujeres solas, pero rodeadas de muchachos que ya estaban en otra.
- ¿Qué vas hacer? me preguntó Robert.
- Ni idea. Mientras le dije eso me asomé por una ventanita, y vi, no hubiera querido, pero vi “la mirada”.
- Me parece que yo no haré nada, como buena nona.
- Andá a cagar, me dijo R.
- Miralas, le dije.
- No se puede creer, ni vos ni M. tienen paz.
- Ella es la que no la tiene y la otra tampoco.
- Repito, ¿qué harás?
- No sé, Lucrecia está en el Hotel de los Gómez, y M. seguro viene para casa. Pero ahora no sé.
La cuestión es que volvimos a la mesa, y el aire se podía cortar con un alfiler. Terminamos los postres, nos fuimos despidiendo, y para mi sorpresa tanto Melisa como Lucrecia querían ir a un boliche a bailar, junto con los chicos. Y fueron.
Hasta ahora no sé nada de ellas, Roberto tampoco.
Y me digo: Elvira, mordete la lengua y morí.


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viernes, febrero 17, 2006

¿Cuál es tu tipo de mujer?

Me escribió, pongamosle un nombre, Romina y me pregunta:
“Querida LLA:
Hola, nunca me animé a escribirte, pero hoy lo hago, ya que diste tu nombre, y eso me acerca más a vos.
Te quería preguntar qué tipo de mujer te gusta, qué mujer te da vueltas, ¿tengo esperanzas?...”
Y continúa con un mail muy dulce, que no citaré aquí, pero sí daré la respuesta: nunca me puse a pensar qué tipo de mujer me gusta, es decir, nunca hice el catálogo. Creo que es una gran mezcla, entre lo interior y lo físico, sí puedo reconocer que me pierde una mujer con tetas, y cuando digo una mujer con tetas, no hablo de siliconas, sino esas mujeres con senos sugerentes, que llenan una camisa, ja.
Uy, qué cosas que ando diciendo por este blog, ya que llegarán otras propuestas juguetonas, seguro, pero no importa. Estoy aquí para dejar caer mis palabras, como miel incitadora.
No, no me di con nada esta noche: ni alcohol, ni nada. Salvo te verde con menta, y mates.
Dentro de un rato una cena en “La Mariposa”. ¿Con quién? Ni se lo imaginan.

jueves, febrero 16, 2006

Hoy me levanté con ganas...

De ir un poco más lejos en el amor;
De cocinar un rico arroz amarillo con bichitos de mar;
de caminar por el parque al atardecer;
de volver a ir a pescar;
de bajar unos kilos;
de trabajar menos y ponerme a estudiar algo;
de ser una escritora famosa;
de decirle al mundo mi nombre, de una vez y para siempre:
Elvira P.
Para el apellido hay tiempo.

martes, febrero 14, 2006

Ars amandi (1): Besos

Creo que una de las cosas más importantes del arte del besar es cómo las dos personas llegan a encontrarse, cómo llegan a unirse sus bocas. No voy a pecar de sabia, ni intento aquí un kamasutra, pero sí intenté recordarme y verme en esa situación.
Me gusta mucho llegar por detrás de la amada, sorprenderla tomándole la cintura, simulando el hacerle cosquillas. Si tiene cabello corto ensayo unos breves besos en la nuca, soplo un poquito, muy suave; si tiene el cabello largo, se lo retiro de manera suave y la beso, busco la base de la nuca, juego allí un rato.
Voy viendo cómo actúan, qué reacción tiene, y no siempre es el mismo segundo paso, pero casi siempre se van dando vuelta despacio, intentando responder a mi beso, y no hay cosa que me gusta más que escaparme, alejarles mi boca, entreabierta, deseante.
La mirada para mí juega un papel muy importante, hay que besar con la mirada antes que con los labios o la boca entera. No me gustan esas mujeres que te comen toda la boca de una, les tengo desconfianza. Ja.
Me gusta llegar despacio, arrimarme a ellas o atraer su cabeza hacia mí, que no se entreguen fácilmente, que me esquiven, me vuelve loca. Completamente. Y allí, en el momento en que labios y labios se encuentran susurrar algo, que salga tibio, que las atraiga aún más; comenzar a besar el labio inferior, morderlo apenas, morder la puntita de la lengua, dejar que ella me recorra, que se tope con mis dientes, última muralla. Y así ya perdernos, enredar lenguas, y manos y piernas (depende dónde estemos y cómo: sentadas, acostadas) las variaciones son múltiples.
Me alejo de la boca y voy hacia sus ojos, los beso, los recorro muy despacio, juego con su cabello.
Esta es parte de mi experiencia del beso, de los besos.

lunes, febrero 13, 2006

Besos eléctricos

Hoy me preguntaba por el arte de besar. Recuerdo esa parte de "Cinema Paradiso" en donde aparece esa gran colección de besos. Y me puse a pensar en cómo beso, en cómo es mi arte amatoria, si la hay. Pensaba en qué nos enloquece a M. y a mi. ¿Qué alquimia logramos?
Pensando en eso, haciendo algunos esbozos que espero sean posts en el futuro, encontré navegando esta descripción del beso eléctrico:

"¿Es posible darle a mi pareja un shock eléctrico cuando lo beso? ¿Cómo "cargarse" con electricidad?

Primero, apague todas las luces y presione sus pies descalzos hacia delante y atrás en la alfombra.
No es necesario que su pareja haga lo mismo, con solo uno que lo haga es suficiente
Con el roce de sus pies en la alfombra, se crea un exceso de partículas eléctricas negativas y cuando usted toca a su pareja que está cargado de partículas "positivas", se crea un "shock" eléctrico.
Una vez realizado el primer paso, acérquese a su pareja, sin tocar ninguna otra parte de su cuerpo, porque si lo hace, "neutralizará" la carga que creó con el roce de sus pies en la alfombra.
En este momento, sus labios se acercan a los de Él y difícilmente puede ver su cara, porque están en a oscuridad. Escuche el sonido de su respiración y utilice eso como una guía en el acercamiento.
Cuando sus labios estén tan cerca como una pulgada, podrá ver resplandecer una pequeña carga eléctrica, que brincará de sus labios a los de Él.

El beso eléctrico podrá realizarse más fácilmente en las siguientes locaciones:
Datos anotados por un Ingeniero Eléctrico.

En el sofá 55voltios
En el cine 66 voltios
En la alfombra 625 voltios
En el lobby de un hotel 800 voltios
Debajo de una cobija de lana 250 a 4000 voltios"

La fuente de esta locura es un sitio muy femme: Sólo mujeres. ¿Será para las MUY mujeres?

Yo debo estar loca

Mientras me cepillaba los dientes no dejaba de mirarme en el espejo. Mi imagen matinal era de espanto: ojeras, cara hinchada, ojos medio rojos. Puaj.
Me miraba y me decía: vos debés estar enferma, o loca. A vos deberían encerrarte y no dejarte salir cada vez que Melisa toca a tu puerta. Vos tenés que decirle que no, ser más dura. No es no en cualquier idioma... menos en el del amor me contradecía mi otro yo.
Un espanto, realmente. Hablando sola mientras me higienizo, mientras me ducho, mientras tomo el primer café de la mañana y preparo la portátil para salir a mi trabajo.
Anoche vino de nuevo, y volvimos a caer en el desenfreno del sexo, en el delirio del deseo, pero no cáscara, sino algo más profundo, y eso es lo que me asusta, y mucho.
¿Cómo sobrevivir a esto?¿Cómo sobreviviré cuando no ande por acá?
Lo charlamos, lo hablamos y no me convence, pero mientras tanto vuelvo y yo acepto.
Le conté esto a Amanda, mi mejor amiga, y me dijo muy suelta de cuerpo: “estás hasta los ovarios, y en todo este tiempo ese sentimiento en vos no cambió. Bancate ese defecto”. La mandé a la mierda. Uff, no la llamaba para que me dijera lo que ya sé, sino para que me dibujara un salvoconducto. Por lo pronto no lo hay. No way, out.

domingo, febrero 12, 2006

Con vos y con ella también

No sé qué vino primero: si la carta o la voz en el teléfono. Fue primero la carta, la vi pasar por debajo de la puerta, y al ir hacia ella sonó el teléfono. Era su voz: ¿Tenés la carta? ¿La abriste ya?
- Estoy en eso, apenas pude balbucear.
- Abrila, por favor.
- ...
Y la voz empezó a leer la carta, era el mismo texto que tenía en mi mano: “Pienso en vos, no puedo dejar de hacerlo. Ningún cuerpo reemplaza al tuyo, ninguna caricia me mueve más hacia el paroxismo. Tu voz, tus besos, tu sabiduría han dejado una marca muy fuerte. Estoy marcada ¿entendés? Y así vuelvo a vos: desnuda y deseante.
¿Me deseás aún? ¿Me querés?
Sueño con vos, con el pasado, con un posible futuro. Y veo, como en una gran pantalla, todo aquello por lo que pasamos. Te quiero en mí, y quiero que me quiero, de nuevo.
Me veo con vos, yendo y viniendo, haciendo el amor. Me veo yendo a tu casa, entrando a ella de nuevo, sirviendo un vino en tu copa favorita, o leyéndote un poema, preparando la cama. Me veo yendo a tu casa, golpeando a tu puerta para que me abras, golpeando...”
Allí se terminaba el texto de la carta: la voz cortó allí y en el mismo momento golpearon a mi puerta. Sentí un escalofrío, no lo voy a negar.
Fui hasta allí, volvieron a golpear, abrí. El corazón se me paró un segundo, frío y calor todo junto. Melisa cerró su celular, y guardó en un bolsillo un papelito.
- ¿Puedo entrar? me dijo.
Yo sólo me hice a un lado y para hacerle lugar.
- ¿Qué es esto Melisa? ¿A qué querés jugar? le dije haciéndome la recia y con temblor en mis piernas.
- No es un juego, es lo que siento.
- Vos estás completamente...
- ¿Loca? Quizá. Eso es lo que me despertás. Locura.
Se sentó en ese sofá que tantas veces nos hamacó, se sacó su campera vaquera y se quedó en una camina que me sonaba conocida. Sí, así estaba vestida cuando nos conocimos.
- ¿Es loco querer estar acá con vos y cuando vuelvo a París con ella? me preguntó.
- Creo que sí, no es así...
- ¿No es así qué? Sonaba tan pero tan segura que me iba desmantelando, me iba dejando sin palabras.
- No sé Melisa, es una gran mezcla lo que siento.
- ¿Y dónde lo sentís? En el cuerpo o adentro.
Me la quedé mirando, directo a los ojos, llorando: “Vos ya lo sabés. Es por dentro por fuera, como un aura. Mierda, te amo pendeja del diablo.”
Se me acercó y abrazó muy fuerte, me besó, me fue desnudando, me fue haciendo el amor como cuando... como... ahora. No había pasada, nada de nada.
Se quedó en casa desde anoche hasta hace un rato ¿qué hizo con la francesa? No lo sé y ni se lo pregunté.
Su pregunta es muy directa, como su propuesta: cuando ella esté acá, quiere estar conmigo. ¿Y yo? le pregunté, qué haré cuando vos estés allá?
- Lo que vos quieras, ya somos grandes, pero no quiero fingir, cuando esté en Santa Lucía, que no quiero verte, que no me importás.
- No sé, no es justo.
- Para quién, E., para quién no es justo? me dijo, besándome de nuevo, dándome vueltas en la cama como un trompo, haciéndome respirar, vivir de nuevo.
- ¿Amante de mi pareja? ¿Amante de una amante? pensé en voz alta.
- Ay! ponele el nombre que quieras pero no quieras que me aleje estando acá: no quiero, no puedo.

Así estuvimos. Así nos dormimos y amamos y comimos, y jugamos con la gata, y le mostré mis poemas. Un domingo que brilla raro. Un domingo donde el corazón me late y late y no baja su velocidad.

sábado, febrero 11, 2006

¿De qué hablás en el blog?

Hace unos cuantos días atrás, por primera vez le dije a la persona que estaba conmigo, en este caso a Lucrecia, que yo llevaba un blog. Se sonrío, y me dijo que no me creía., pero al día siguiente encontré en mi compu los rastros de su búsqueda. En ese momento me sonríe yo. Pero la cuestión no quedó allí. Me hizo algunas preguntas, las clásicas: ¿qué escribís allí?
- Mi historia, mis relaciones, algunas de las cosas que me pasan durante el día.
- Y sos muy detallista?
- No tanto, cuando es necesario lo soy, le dije.
- Y escribiste sobre mí?
- Sí, algo. Dije que sos mi sirena.
- Andáaa, fue su respuesta.
- De verdad, eso escribí, y que no te creía sobre el primer nombre que me dijiste.
Se quedó pensando. Lucrecia volvió al ataque:
- Y... pusiste que no te puedo besar en el ombligo porque te da cosquillas?
- Nop, eso no puse porque es muuuy intimo. Me reí junto con ella.
Esto me recuerda al capítulo que vi anoche de Los Simpson, en el que Homero es profesor de “Vida Matrimonial” y para mantener su alumnado empieza a contar detalles íntimos de su vida con Marge, y esta se re-enoja, y lo echa de la casa.
Yo no puedo echarme de mi blog, pero sí ver qué cuento.

Lucrecia siguió: Y sobre las relaciones íntimas ¿qué ponés? ¿Sos pornográfica?
- No lo creo, ya te dije, no soy muy detallista.
- ¿Y te dejan comentarios?
- Sí muchos. Me encantan leerlos, sean de cualquier tipo, y con algunos de ellos empiezo a pensar cosas en voz alta o mejor dicho, escrita.
- ¿Querés que te saque una foto para que la pongas allí?
- ¿En el blog? No, ni loca.
-Dale! No seas mala.
- Está bien, pero esperá que pose, como una modelo, y será mejor con otra ropa.
- Nooo, así parecés una cincuentona, me gritó al verme.
- No estoy tan lejos, linda, y como la gente que lee mi blog no tiene ni idea de cómo soy, la foto vale.
- Bien! , y usás tu verdadero nombre?
- Por ahora no, sólo una alusión a lo que soy. Y saben la inicial: E.
- Qué guacha que sos... así nadie te va a encontrar. Yo quiero leerte, y dejarte comentarios picantes.
- jajaja, no, no lo harás.
- Sí, sí lo haré cuando te descubra. Y ahora lo podré hacer por la foto.
- Ok. Ahora sí, tomala.
- Click.


viernes, febrero 10, 2006

El templo del morbo y la semántica


Creo que fue Sabina quien le da como nombre a un bar “EL templo del morbo”, en una de sus canciones. Pues bien: hablemos del contenido de este blog: creo que no se llevaría ese nombre sabinesco comparado con otros blogs en español o en inglés (que son los más que sigo).
Este comienzo retórico tiene que ver con un comentario que dejaron en mi post sobre lo que llega en los e-mails. Como era de esperar está firmado de manera anónima, y se supone escrito por una mujer “MUY” mujer.
Lo pego aquí así saben de qué voy hablando:

“Yo creo que si quiseras invadirte en tu silencio deberias crear un blog con un nombre no tan obvio. Creo que te invade un alto egocentrismo y te gusta mucho que te miren o espien, eso no forma parte de hacer la tuya y ser original, te lo dice una mujer MUY mujer, que es cero conservadora y hasta a veces se pasa de open mind, el hombre es instintivamente estupido, lo bueno seria tratar de no provocar (voluntariamente)algo semejante. Suerte”

Más allá de tener algún error por tipeo y apuro que así aclararía un poco la incoherencia de la primera oración, creo que esta persona descarga lo que piensa es un insulto o la verdad revelada: “Creo que te invade un alto egocentrismo y te gusta mucho que te miren o espien, eso no forma parte de hacer la tuya y ser original”. ¿Cuál es la novedad? Si decido, como otras personas, abrir un blog personal es para abrir un poco la puerta y salir a jugar. ¿Eso es egocentrismo? Y sí es hacer la mía, quizá no original, pero la mía dentro de mi mundo.
Ahora está esta frase MATADORA: “te lo dice una mujer MUY mujer”... Wow... creo que muchas de mis lectoras lectores querrán conocerte con esa aseveración. ¿Cuál es tu mujerómetro? ¿Comparada con quién sos MUY mujer? O ese ser “MUY mujer” te sitúa en el lado no torta de la vida, pero con ganas?
Algo que aprendí con los años es que cuando alguien te dice que es cero conservadora: lo es, y el porcentaje de conservadurismo va variando con la hipocresía acumulada. Lo mismo para open mind. Yo no soy open mind, ser lesbiana no me hace open mind (quizá por eso mi no al sado hard).
Ahora bien, mi amiga la anónima sostiene que “el hombre es instintivamente estupido”... concuerdo con ella pero debo admitir que algunos no lo son, y sigue con esa claridad que la caracterizó en este comentario tan sabroso: “lo bueno seria tratar de no provocar (voluntariamente)algo semejante”... ¿qué cosa debo evitar, provocar la estupidez de los hombres? Ah no. Otra cosa que aprendí con los años es que no quiero hacerme cargo del lugar que ocupamos las lesbianas o las relaciones lésbicas en las fantasías de los tipos y en las de algunas mujeres MUY mujeres, para nada conservadoras y super open minded.
No, yo paso de eso, y paso de eso escribiendo lo que quiera en MI blog, en el momento que quiera.
No puedo evitar ni que se pajeen, ni que me odien o me amen o deseen. Las letras, las historias, aquello que hacemos literatura es así: moviliza, calienta o te deja impávida/o.


jueves, febrero 09, 2006

Atardecer

Hoy parecía el Principito, iba corriendo mi silla para poder seguir viendo el atardecer. Me agarró en mi patio, y luego me fui al living, y allí agarré la compu, la acomodé; después abrí una botella de Cabernet, y decidí comprender esta molestia que siento muy adentro, y que me quema. La noche está fresca, y estoy por abrir una segunda botella.
Encendí unas velas, unos sahumerios, y pedí algo para comer, no tengo ganas de cocinar esta noche.
Sólo pienso en una baño reparador antes de irme a acostar, sola. Y remarco el sola, porque hubiera tenido la oportunidad de no hacerlo y preferí que fuera así.
Esta tarde se presentó Bárbara en mi oficina y amenazó con venir y salir a comer. Yo le dije que no, que el viaje de vuelta me había cansado un poco, y que prefería estar unos días all by myself. Se fue poco convencida, pero entendiendo mis razones.
Llegar a Santa Lucía, después de casi dos semanas en Las Grutas es como volver a un pequeño infierno. Todo se sabe, todo se ve, todo se cuenta.
Ahh cansancio del pueblo chico, los pocos espacios donde se puede respirar. Y en esos pocos espacios, la mañana siguiente del día en que volvés te encontrás con tu anterior pareja o amante, que está con su nueva compañía.
Touchée. Sí. La ví a Melisa con la francesa. M. se puso colorada completamente, no sé si la otra me registró, pero el desayuno en La Mariposa terminó en un breve saludo a los chicos y la promesa de volver cuando ella no esté por allí.
Copa tras copa de vino es como cubrirme de seda, y a la vez desnudarme. Es como hacerme el amor por dentro, en esta soledad, que para qué lo voy a negar, no me gusta mucho. Pero hoy la elegí, y preferí no tener que fingir, que sonreir porque sí y hacer el amor con alguien que hoy no deseaba. No es que Bárbara no pueda estimularme (ella me gusta mucho), pero te juro que si la hubiera encontrado sola a M. quizá me hubiera zambullido de cabeza en esa locura nuevamente.
Pero hoy ví, sentí que esto realmente acabó, y que hay que trabajar en ese sentido. Ella por su lado, yo por el mío.
Natalie Barney viene y me lame un dedo, otro. La acaricio, es tan suave, y arisca ala vez, como su ex dueña, M. Ella justamente. Mi chica piercing, mi locura, mi amor perdido prohibido, me camino hacia.... el abismo.
Otra copa, mesera, así acabo con este dolor en la ducha, y conmigo misma.

miércoles, febrero 08, 2006

Lo que llega en los e-mails

Me vengo acostumbrando a recibir varios e-mails por día, en razón de mi blog, este blog. Me he ido acostumbrando a las palabras más o menos dulces, a las propuestas de salidas, a algunas confesiones, pero algo a lo que no me puedo ni quiero acostumbrar es a cierta basura que me envían o a ciertas proposiciones. No suelo contestar ni lo uno ni lo otro.
Ayer un tipo (porque casi siempre esto viene de tipos) me dijo que le gustaría estar conmigo y y el poder hacerme “breast bondage”. Yo sospeché qué sería, y hoy, ya en casa, hice una búsqueda y realmente me pareció de cuarta lo que me escribió, además de esa propuesta.

También me llegan muchas preguntas: ¿cuál es tu dirección? ¿podrías organizarme un evento? ¿Cuál es tu secreto con las minas? ¿Qué medidas tenés?... También me han llegado consejos... sobre todo en el momento más movido de mi relación con Melisa, y también puteadas. Y yo me pregunto ¿todo esto porque una lleva un blog? ¿todo esto despierta una historia personal?
Abrir la puerta de la casa, por más que sea virtual a veces da ganas de mandar todo al carajo y llamarse al silencio, y yo aún quiero contar lo mío, dejarme llevar en las palabras, recrear mi mundo con ellas.

PD: ya de vuelta, en casa, con la gata, mi cama y mi música.


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martes, febrero 07, 2006

Volviendo a casa

Está decidido: vuelvo a casa. Basta de vacaciones. Necesito mi casa, mi colchón, mi gata, mis lugares.
¿Lucrecia? Ella se queda unos días más. Dentro de una semana debe volver a Baires, para trabajar. Sí, es de Buenos Aires, vive en Montserrat. Le dije que tengo amigas por allí, que suelo parar cerca.
¿Nos volveremos a ver? No sé. Intercambiamos direcciones de mails, números de teléfono. Nos estamos despidiendo. Hasta ahora fue muy bueno, me cargó las pilas y me siento casi como nueva, llena de deseo.
En Santa Lucía me esperan un par de trabajos grandes, y que demandan mi presencia. Debo ponerme con lo de la casa de mi madre, e intentar encontrarme, finalmente, con mi media hermana.
Ahh, me canso de sólo enumerar todo esto, pero lo siento bien mío, y quiero estar allí, presente. Carpe Diem, too.

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Hastío y recuerdos de otro mar

Siento que viene, o mejor dicho: ya está instalado. Hastío, cansancio, aburrimiento. Mar y cama, too much.
Me siento y escribo mi vida, trato de hacerla vivir en palabras que a veces no alcanzan para decirme.
Una vez, hace ya más de 10 o quince años tuve un amor en Mar del Plata. Ella era de Haedo, vivía allí, y sus viejos tenían un depto. en “la feliz”. Nos escribíamos, éramos “pen pals”, de alguna manera. Ella nunca había estado con una mujer, y yo moría por ella.
Encontrarnos a solas era un kilombo: sus hermanos allí, y yo compartiendo con unas amigas “hetero” el lugar donde paraba. Estábamos todo el día juntas, en realidad desde el atardecer hasta el amanecer. Eramos silencios, eramos música de jazz en las veredas. Lo hicimos en un parque, la primera vez, bien entrada la noche, mientras los haces de luz de la linterna de la cana trataba de encontrar el lugar desde donde venían los jadeos. Pajeros de mierda!
Lo hicimos donde pudimos, pero poco. A mí me quedó gusto a poco. Partimos después cada una hacia su ciudad: ella conoció un flaco, quedó embarazada, tuvo a su niño, yo pasé por otras etapas, por otros amores. Pero a ella aún la recuerdo. Su nombre tenía la palabra mar en su comienzo.

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lunes, febrero 06, 2006

Levantando mails

Bárbara: “¿Dónde estás? Te extraño. Avisame cuando andes por acá!”.
Roberto: “Sólo para informarte: Melisa está de vuelta, y no está sola. Se vino con la francesa (...) No enloquezcas, seguí pasándola bomba con tu sirenita.”
Amanda: “Ya no sé qué hacer con Sara. Quiere irse a vivir a Chile. Yo a esa piba le desconfío. ¿Vos qué harías en mi lugar?

Ahhh todos mis roles: amante, amiga, y madrina. Todo en pocas líneas en mails rápidos, certeros.
Así que Melisa volvió con la franchuta, mirala vos. Este Roberto es de lo peor. Buen amigo pero clavador de aguijones. Lo quiero, y sabe que hizo bien en avisarme. Cuando vuelva al pago quiero estar lista, para cualquier cosa.

Bárbara, Bárbara. Amante-amiga. Algo raro me ata a ella. Me siento bien, compartimos cosas, pero no es el amor de mi vida.

Con mi ahijada qué puedo hacer, nada. Como le escribí a Amanda: “dejala sola. Si quiere ir que vaya, y que sepa por primera vez qué es estar lejos de su mama!!”. Seguro que me ligo un coscorrón cuando vuelvo por esta respuesta.

Spleen

Ayer no quise ir a la playa, preferí quedarme en la frescura del depto. Las Grutas es un lugar bellísimo, pero todo quema. Pocos árboles, mucho polvo cuando al atardecer se levanta el viento.
Ayer me quedé y subí mi foto, tomada por Lucrecia.
- Si vos escribís sobre mí, yo debo sacarle una foto a la autora.
- Ok. Pero esperá que pose.

Fue raro ponerme a borrar mi rostro, no siento que sea esconderme, pero todavía no quiero que las multitudes me paren por la calle. Ja. Un poco de humor para una mañana medio aburrida. Estoy entre cansada y saturada de mar. Lucrecia, siguiendo con lo intelectual, dice que sufro de “spleen”; más que spleen sufro de ansiedad crónica. Me cuesta relajarme, quedarme en un solo lugar, y hay quienes dirían, en una misma cama con una misma persona.

domingo, febrero 05, 2006

Me, myself, I ... bah, yo

Talking head(s)


Te gustan los juegos mentales, eso hace que me gustes más. Las palabras, además de la música, son tu pasión. Hacía tiempo que no me pasaba: alguien rápida, que devuelve la estocada mental al toque, alguien que dispara rápido sus ideas, sus respuestas, en al menos otros dos idiomas.
Me das la razón: tu nombre no es Amanda, es Lucrecia. Te creo un poco más, pero aún me suena literario. No importa. Esto es un juego, y lo juego. Es bueno saber desde un comienzo de qué va la historia o la no historia.
¿Mi corazón? Una especie de caleidoscopio, lleno de gasas y pervinox. Ya nadie podría romperlo, ergo no pido eso, pido que vengan y me lo roben, de una vez para siempre, que me lleven con él, que me lleven de verdad. Que me traguen y me vomiten.
Pero, si lo pienso bien, ni eso pido. Ya no pido nada, cada vez que lo hice me fue dado, pero el antídoto no suele venir con el veneno.
So, here we are, Lucrecia and me. Living loving we’re just two women. ¿Veneno? ¿Lucrecia? Hmmm. Sigo con los juegos, mentales, de palabras, de significantes en trance.

sábado, febrero 04, 2006

Lady in red


Viniste de rojo, húmedos tus cabellos, tus manos aromadas por un urgente perfume. Viniste de rojo para embestirme. Me dijiste tu nombre: Amanda. Mentís y lo hacés muy bien. Ese no es tu nombre, y no me importa, por primera vez no me importa. También me mentís diciéndome que sos lesbiana, que sólo lo hacés con mujeres. Sorry, nena, no es verdad. Se nota en tu cuerpo, en tus movimientos, que también curtís con tipos, y sabés qué... no me importa.
Somos las dos en el aquí y ahora. En cada beso, cogida, en cada comida que compartimos. Ni ayer ni mañana. Carpe Diem, en rojo, tornando al violeta.
Te dije que llevo un blog, no me creíste, pero en mi computadora encontré tu búsqueda... ¿qué buscabas? Nada... una gota en el océano de la blogosfera.
Sos la única que lo sabe: escribo mi vida, y la de aquellas con quienes me cruzo. Esa parte de vida, queda por aquí.

Cogés bien ¿sabías? ¿Te lo han dicho tus hombres? El sur libera, el sur limpia el alma y el cuerpo, y la mente.
Viniste de rojo, querías jugar a las escondidas, al gallito ciego, a caperucita roja.
Me das fuerza ¿sabías? Amanda, la que es amada por una tonta como yo; por una romántica como yo. Te emocionaste cuando te di las rosas la otra noche. Yo también, fue con desapego, pero me emocioné. Aún puedo regalar flores; o un libro, o bombones.
A Melisa solía regalarle bombones, nos empachábamos con ellos. Pero aquí estás vos, y me observás mientras escribo. Estás en esa cama de un pequeño departamento, en el culo del mundo, y mientras fumás me mirás, en pose.
- ¿Escribís sobre mí?
- Sí, te digo. Me siento casi como una pintora, con su modelo allí desnuda. Te pinto con palabras, pero más que a vos a la situación.
- ¿Lo voy a poder leer?
- Si lo encontrás sí, es todo tuyo este texto que estoy por subir en la web.

Morbo del saberse contada, dicha, saboreada en palabras. Sus pezones comienzan a pararse, a erguirse como torres marinas. Mis manos necesitan otra cosa más que un teclado. Es bella Amanda, la que miente. Somos bellas en esta tarde remota de un remoto sur, frío y con lluvia.

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viernes, febrero 03, 2006

Después de las sierras, el mar


Sí, después de mis semanas en Córdoba, curando el corazón y el cuerpo; descansando mi mente, volví para Santa Lucía, trabajé unos días, y decidí rumbear para el sur del país, y sobre todo volver a un lugar tan bello como Las Grutas.
Ya hace más de una semana que estoy por aquí, en el depto de una amiga, pero sola. Bah, sola es una forma de decir, ya que a los tres días de llegar apareció en mi vida una sirena, y una no pudo dejar de oir su llamado, por más que me había propuesto no meterme en nada, por meses, al menos.
Pero esto fue más fuerte, y bueno, aquí estoy, no tan sola, tampoco enamorada, pero gozando un poco de la vida con otra mujer, de casi mi edad, música, y masajista. ¿Qué más puedo pedir?

jueves, febrero 02, 2006

Paisaje Zen


Las Grutas, 2 de febrero de 2006

Tu ombligo: un ojo de agua, al salir del mar, de la ducha. Tus orejas: caracolas esquivas a mis besos, laberintos sonoros de tu mundo. Tus dedos: mi delirio, mi excitación, la música de tu piano. Tu lengua: erizo de mar, esponja marina que me despierta, que me mece, que me coge. Tus pechos: todo el mundo en donde habito y mamo y respiro.
Tu nombre: aún no me es dado. Te niegas. Dices que es lo de menos, que puedo seguir llamándote “mi sirena”. Claro: viniste directo desde el mar, en el sur de esta patria, más que austral.

miércoles, febrero 01, 2006

Paisaje (poema)

La luz alta del desfiladero,
la cañada del cuerpo
que escondes de mi toque,
de mi roce. La luz alta que ciñe
el talle deseado; el pecho ambar,
marrón; el costado sin herida, divino
de tu cuerpo. Carne en mí, sed en mí,
perdida voy, en vos.

E/LLA