domingo, octubre 23, 2005

Dulce borrachera

Ahh sí, anoche el vino tinto, el red red wine, me hizo sentir un poco mejor, más libre, en realidad, más relajada.
Cómo me gusta observar el color del vino en la copa, olerlo, dejar que entre en mí ese fuego sagrado; dejar que me limpie, que me lleve de la mano a sus viñas metafísicas.
Comí con Roberto, su nuevo novio, otro amigo de ellos, y Dora, una economista cordobesa, amiga de Roberto.
La cena (salmón rosado con tofu, hecho a la plancha, con algo de especias) estuvo excelente, la charla llegó a momentos ásperos en una noche previa a las elecciones en nuestro país. Por eso mismo, el resto-bar cerró hacia la medianoche por la “veda”, pero nosotros nos quedamos un poco más allí adentro, escondidos.
Cuando salí el aire fresco y el silencio de la ciudad invitaban a caminar un rato, pero Dora insistió en llevarme hasta mi casa. Me contó que tiene dos hijas viviendo en España, que una de ellas también es lesbiana, y que es fotógrafa. La otra, cito: “La otra debe haber salido al padre: se casó, tiene tres hijos bautizados y limpitos, y lo peor un marido neofranquista”.
Así nos dejamos, prometiéndonos una llamada de teléfono, y volver a cenar con los muchachos.
Me conecté un rato, ya que no tenía sueño, y me encontré con Melisa en el chat, raro por la hora allá. Según me dijo estaba preparando un trabajo para la escuela de Diseño.
Me preguntó cómo andaba y le dije la verdad: “Alone, alive and kicking”.

sábado, octubre 22, 2005

Testiga de mí misma

Esta molestia, este latido en mi pecho izquierdo, este piercing intenta cicatrizar sin dejarme olvidar la locura que cometí, y hace que vuelva a mí a cada rato.
No está mal esto de estar atenta a aquello que pasa tan cerca de mi, en mi propio cuerpo, y por decisión propia.
Desde aquí puedo ver cómo se largó a llover, y puedo ver que llueve adentro de mí. Estoy disfrutando de mi soledad, y de la compañía que puedo tener: la gata; ayer pasó un rato Andrea (la Lectora) para devolverme un libro; Amanda que quería saber cómo es eso del piercing. Ya bastante sociales tengo que hacer por el trabajo.
A los chicos de “La Mariposa” les prometí ir a cenar allí. Toda una semana sin andar por el barrio. Parecen que ya consiguieron a quien reemplace a Melisa hasta que ella vuelva, ergo reemplazarme a mí que me había hecho cargo por una cuestión de “spleen et ideal”.
Un viento dulce se levanta en esta siesta, y aleja al monstruoso viento norte. Ayer no podía ni andar, me sentía pesada, acalorada, cansada. Un asco. Y tenía el pecho re hinchado. Así que acá estoy con suero para limpiar, jabón neutro, y gasas, y mienstras puedo nada sobre él.
La gata me llama, tiene hambre. Yo también. Todavía no almorzamos.

jueves, octubre 20, 2005

Me hice un piercing

Así de simple, y así de complicado, y doloroso... No me quiero imaginar todo lo que sintió Melisa cuando se fue haciendo los suyos.
Este es mi primero, y creo que el último. Me lo hice en Rosario, a donde fui un poco por trabajo, y pata encontrarme con una amigas.
La idea del piercing me venía desde hace ya como unos cuatro días atrás. Una especie de autoflagelación, si se quiere.
Me lo hice en... el pezón izquierdo, y debo tener miles, pero miles de cuidados. Realmente no sentí casi nada cuando me lo fueron haciendo. Me hice colocar lo que se llama un “circular barbell”, con puntas cónicas.
Pero desde hace ya un rato sí que estoy siendo molestias y no es para nada placentero, al menos para mí.
Pensar que cuando la conocí a Meli yo me decía que ni loca me haría uno. Pues bien, aquí estoy, cambiando de idea, pero más pensando en dejarme una marca del tiempo por el que estoy pasando.
Imagínense, y depende de cómo venga la cosa, llevará entre 6 y nueve meses que cicatrice bien. Es decir que nadie debe ni lamer, ni chupar ni morder mi pezón por ese tiempo. Quizá sea menos me dijo la chica que me lo hizo.
Lo miro mientras escribo esto y no lo puedo creer, casi tengo que andar como Eva vino al mundo!!! no aguanto nada encima... uff... deberé andar sin corpiño... je. Será todo un desafío para alguien tan recatada como yo... De verdad... no estoy acostumbrada a salir sin sostén.
Es raro, es dolor, sí, una molestia que me hace picar por momentos... pero a la vez tiene algo de excitante. No sé.

miércoles, octubre 19, 2005

Recuerdo del primer post

Todavía puedo verme nerviosa, frente a la máquina, y con un termo y mate a mi lado. Buscar el nombre, intentar comprender cómo se armaba el blog, y después de todo eso postear.
Este fue mi primer post, como se ve, nadie le copia ni a una telenovela ni a una serie. Sólo intentaba decirme en mis propias palabras, más o menos.
Recuerdo que temblaba, como si estuviera haciendo una travesura. Uy! yo allí, mi vida, mis palabras; las vivencias cotidianas, los amores, la locura, los gustos, la cocina.
El 11 de octubre se cumplieron 6 meses de esta escritura que tuvo su continuidad y sus blancos; sus estertores y silenciosos.
Hoy vuelvo a temblar, como una niña, cuando escribo esto. Vuelvo a temblar porque esta travesura también me la merezco: seguir diciéndome, hacer guiños y regalar paisajes acuarelados.
Me gustan los helados de chocolate y tiramisú.
Me gusta la poesía.
Me gusta salir a caminar por la orilla del río o del mar.
Me gusta el color azul y el verde musgo.
Me gusta la música: rock, jazz, blues.
Me gusta leer.
Saborear un buen plato de comida.
Me gusta cocinar y agasajear a mis amistades.
Me gusta amar y que me amen.
Me gusta jugar a las cartas, al ajedrez.
Me gusta escribir este blog.
Me gustan los días de lluvia.
Me gustas tú, vos.

martes, octubre 18, 2005

Decidí dejar la librería

Hoy les avisé a los chicos que dejo la librería. Le avisé para que busquen a alguien, ya que desde el lunes no quiero estar aquí. Prefiero volver a ser una clienta, una simple clienta.
Quiero alejarme un poco del círculo de Melisa, quiero alejarme de la baba de ese círculo (pienso en un tema de Fito Páez).
Quiero alejarme de mí misma, de la lectora. Darme un “break”, y volver a mis cosas. Quizá repensar esto de escribir un blog, qué contar y qué no.
Deseo aquietar el deseo y que el deseo termine de consumirme, pero sola. Sé que no es fácil. Sé que me merezco ese descanso mental.
Encontrar las palabras para referirme, para decirme en total libertad ha sido un desafío constante desde el primer post de este blog.
Dejar la librería me permitirá dedicarme a mi trabajo y a tener más tiempo para mí, y mis cosas. “Me myself I” me digo. No egoísmo, sino vuelta al ser, a ese punto de contacto con lo que soy en realidad.

Mail de Melisa

“Querida ...:
Es raro comenzar un mail como una carta, pero siento, en este momento, que es el formato que más le conviene a mis sentimientos.
Te preguntarás de qué hablo. Puedo imaginarme tu mirada, fija en mí, deseando saberlo todo. No creo que no sepas del todo sobre lo que escribiré.
Mis silencios... creo que conocés muy bien mis silencios. Y bueno, no es fácil. Hubiera deseado que estuvieras aquí, así lo charlamos, así lo pensamos: cada una en su lugar viviendo cómo puede.
Decir conocí a alguien no alcanza. Pero quería hacertelo saber.
Por el mail que me mandaste ayer, sospecho que te está pasando algo similar.
(...) Lo que pido es que no nos lastimemos con detalles. Lo digo por mí, que quiero saber todo, y porqué. Hoy sé que no podría darte mis por qué.
(...)

te amo de esta forma extraña y loca. Sé que me amás.

Meli.

lunes, octubre 17, 2005

Despierta

Me duele todo el cuerpo, lo que exista del alma, la cabeza. Estoy despierta, pero de esa forma que resulta cuando estuviste despierta toda la noche... noche en blanco... tirada en la cama revuelta, pensando ¿pensando? en nada. Un vestgio de aromas mezclados en las sábanas, en la boca, en los dedos. Los poros ahogados en su/mi aroma.
Estar despierta y doliendo. Mate en la mate, jaque mate en la mente. No apareció por aquí, la librería. Y me deja más despierta. Un abismo de insonmio, un estanque de dudas, un remolino de recuerdos.
Despierta. Más que despierta, alerta. Inútil despojo de mujer en esta mañana, gris.

domingo, octubre 16, 2005

Cuerpos en pugna

Creo que nunca me había; seguro que nunca me había pasado con una mujer hétero o que venía de todo una vida de estar con hombres.
Tuvimos que encontrarnos. Tuvimos que estar juntas, tuvimos que coger, que hacer el amor, que llorar y gritarnos y susurrarnos.
Tuvimos que estar allí, juntas, porque hacia la tarde, a ambas, todo esto se nos fue haciendo insoportable.
Tuvimos que estar para poder “comprender” lo que no podemos comprender, ni poner nombre. Es raro como algunas cosas, que ya son conocidas, no pueden ser nombradas, porque los nombres tradicionales ya no las dicen del todo.
¿Amantazgo? no. ¿Trampa? no. ¿Calentura? no. ¿Encaprichamiento? no.
Explotamos, volamos; nos deshicimos juntas.
Leche de madre selva en la cueva del gozo. La literatura, no puede con esto.

Un tranvía llamado deseo

Andrea me llamó muy temprano, susurrando en el teléfono. Necesitaba hablarme de manera urgente. Me asusté un poco, así que quedamos en encontrarnos en un bar cerca del río que está abierto los domingos.
Cuando llegué ella ya estaba, y le noté los ojos colorados. Me pidió disculpas por despertarme así, pero quería hablar conmigo, ya que yo estaba “presente” en esta historia.
Resumo: anoche salió con su chico, la pasaron bien, al llegar a su departamento se fueron poniendo “románticos” (sus palabras), y cuando llegó el momento de concretar, ella no pudo.
“No podía, de ninguna manera. Fue como que no soportara su cuerpo, la forma en que se me acercaba”.
Le pregunté si esta era la primera vez que volvían a estar “juntos” desde nuestro primer “encuentro”. Me dijo que sí.
“Eso quiere decir algo?” me preguntó. ¿Qué podía decirle?
“Para serte franca, es la primera vez que una mujer hetero con la que he estado me cuenta qué le pasó cuando intentó volver a acostarse con su compañero. Así que no sé si pasa siempre o no”. Y continué: “Lo que sí noté es que vos sos muy lésbica en tu entregarte, y eso no tiene que ver con “ser mujer” y con ese remanido “qué mejor que una mujer que conoce lo que la otra quiere o necesita”. Frase tan pero tan estúpida. Hay mujeres hetero que lo siguen siendo en la cama cuando están con una mujer.
Continué: “Vos me vibraste muy lésbica, quizá lo único que te faltaba era probar ese lado de tu sexualidad para que despertara”.
- Pero a él lo quiero, dijo moqueando un poco.
- Nadie dice que no lo quieras o que lo tengas que dejar de querer.
- Pero ¿y el deseo?
- ...
- No, no me mires así, con aire inocente. Fue terrible, en cierta forma, porque cuando él se me acercaba, yo me sentía molesta, y cerraba los ojos.... y mierda, aparecías vos, sonriendo, acariciándome.
- ...
- Pedazo de cínica, no podés quedarte callada. Hablame.
- Qué querés que te diga: esto también es una revelación para mí.
- ¿Revelación? No podés dejar de ser literaria por un momento.
- No, no puedo porque no estoy siendo literaria, te estoy siendo sincera, y si debería ser más prosaica, me estarías forzando a decirte: piba, de ahora en más, vas a buscar estar más con mujeres, hasta que te la banques y dejes de salir con muchachos. O bien veas tu bisexualidad y veas cómo vivís con ella.
- Basura, me gritó.
- Si esa es tu respuesta al haberme forzado a ser prosaica... esta es la mía: “hasta nunca”.
- Nooo... no quise decir...
- Lo dijiste. Ya me tengo que ir. Me levanté y me fui.

Desde hace rato que el teléfono suena y graba sus mensajes. Odio, pero odio tener que bancarme las crisis ajenas. Odio que me culpen por haber sido “esa nueva experiencia”. Y mierda, me odio, por desearla tanto como la estoy deseando ahora.

sábado, octubre 15, 2005

La soledad

No es mala compañera... da para disfrutarla muchísimo. Da para acomodar la casa, los libros, borrar e-mails, jugar mas tiempo con la gata, masturbarse; hablar por teléfono con una amiga, chatear con tu “pareja”; despejar las dudas de una amante.
Da para sentarse a tomar mate debajo del ombú imaginario de la pampa; ayudar a una hormiga a cargar una hoja; hacer una torta de chocolate o depilarase las gambas, si es que no sos tan machona o butch o tomboy.
La soledad tiene sonidos propios, canciones propias. Música incidental de la vida.
La soledad viene acompañada de rostros y cuerpos que amamos, que deseamos. Números en agendas enmohecidas.
La soledad tiene el rebrillo de los piercings de Melisa, el color de los ojos de Andrea; el gusto de la mermelada de mi abuela.
Por la soledad, salud!

jueves, octubre 13, 2005

De estelas y mareas (post nro. 150)

No, no tengo la laptop al lado de la cama, pero sí me quedé levantada este rato, después que ella se fue.
Esta vez los cuerpos pudieron más. Y la movida salió de ella. En realidad iba a pasar por mi casa para prestarme un libro, charlar un rato y seguir su rumbo. Pero la charla se puso amena, y más amena, y casi sin que me diera cuenta, la tenía muy cerca de mí en el sofá.
Andrea tiene una fuerza muy especial, que no logró aprehender. Es ese grano de pimienta que dije el otro día, moviéndose y gesticulando mientras habla.
La cuestión es que se fue, me dejó el libro prometido, y me dejó con ganas de más: más pan, más torta, más vino. Un picnic al aire libre de su cuerpo. Pero siempre huelo tormentas. Hmmm, no sé.

miércoles, octubre 12, 2005

Las sombras de las miradas

Anoche estuve charlando largo y sereno con mi amiga del alma Amanda. Hablamos de nuestras juventudes, de la militancia, de cuando estábamos conectadas con nuestro lado más artístico (ella solía hacer danzas, y más tarde se dedicó a la fotografía).
Charlamos sobre sus dudas respecto a Sara, su hija. A ella le parece que tiene más onda lésbica que hétero. “Si llega a ser así, la madrina se hará cargo”, me dijo. Yo le contesté qué claro! después voy a tener más dolores de cabeza.
Hablamos de cómo han aparecido muchachas muy jóvenes en mi vida, cómo me marcó una en especial, y me marca (Melisa), y la nueva, Andrea.
Le dije que a veces me siento como una especie de vampira chupando sangre joven, energía. Pero es algo más fuerte que yo: llegan, me remueven el alma, y me tienen allí: en la palma de sus manos.

Parece que a Meli le está yendo muy bien en la Escuela de Diseño. Sigue recorriendo París, haciéndolo suyo. Mi idea es poder ir hacia el final de su beca, y que nos quedemos para las fiestas. Quiero ver un París nevado, de nuevo.

A Andrea no la ví, no pasó ni por la librería ni por el bar. Tampoco la llamé. Tengo el papelito en que lo anotó siempre cerca de mis dedos, saliéndose de la agenda. Pero no me da por llamarla. Creo que esto tiene que ver con el “atesorar”. No sé quizá este loca. Amanda me diría: “sin duda alguna”.

martes, octubre 11, 2005

Keep it precious

No sé por qué viene una y otra vez a mi cabeza el tema de Melissa Etheridge que da título a este post.
Creo que tiene un poco que ver con este acercamiento con la lectora. Invita a cuidar la liason.
Pienso en Melisa, allá en París, esa ciudad que recorre por su cuenta, pero también con un extenso recorrido que le escribí e imprimí en un papel rojo, a pedido suyo: “Quiero conocer tu París”, me dijo. Pienso en ella en esas calles, tan cercanas y tan lejanas.
Creo que este tiempo, este nuevo espacio le viene muy bien a ella, y me viene también muy bien a mí.
Con ella también existe esa sensación de cuidar esta relación, de tenerla como algo precioso, pero la pasión de ambas, empaña un poco ese cristal.

“This yielding is fine this promise rare
One day at a time we've agreed to dare
Holding you tight with wide open arms
I'm letting you go no stranger to harm
Go on ride your way do not break or bend
Just take care my love my friend
Keep it precious
Keep it precious”

Dejar ir, cuidar, amar, desear, desprenderse, limpiar manchas, sacar brillos, ángeles. Siempre me gustaron las letras de Melissa que hablan de esos temas.

“And the wonder let the wonder never cease
And the madness of the pleasure and ecstasy
Danger believing me
Wounding and healing me please
Keep it precious

I believe in your eyes I believe in your fate
I believe we can fly on the wings we create
A voice from behind calls up anger and fear
We can silence that scream it's simple and clear
Nothing must die only if failed to mend
So take care my love my friend
Keep it precious”

“Atesóralo”... atesorar es el desafío.

Andrea y su lugar

A ver cómo lo cuento. Empiezo por la cena: maravillosa: carne al horno con vegetales. Estaba sabrosa. El tinto que llevé casó perfecto con la comida.
Paso al lugar: un living comedor, no tan grande, con unas estanterías con libros, y un bue equipo para poner música. Desde allí distintas puertas conectando a: la cocina, al baño, al dormitorio y a otra puerta que no descubrí hasta más tarde: un escritorio saturado de libros, y una computador portátil en un rincón. No podía creer lo que veía, pero era realidad.
Un departamento sobrio y bien sencillo para una chica de su edad, y decorado con buen gusto. Y esa pieza: una pieza sólo como escritorio... no es muy común ¿no?
No sé. La cuestión es que fueron pasando las horas entre copas de cavernet-sauvignon y música. Cuando nos quisimos acordar eran las dos de la mañana.
Ahí le pusimos fin a la velada. Yo rumbién pa mi casa, y ella se quedó allí.
¿Por qué me detengo en su espacio? Porque creo que dice mucho de ella, y sobre todo de sus silencios y de la manera que tiene de observar el mundo.

Lleva un diario desde los catorce años; sus padres murieron en un accidente, y de golpe se vió con una pequeña fortuna en sus manos. Compró ese depto, puso en alquiler la casa familiar, que conozco, no queda muy lejos de mi oficina. Es licenciada en Letras, UNR, y escribe para algunos medios digitales, sobre todo de afuera.
Demasiado madura, demasiados golpes. Demasiado linda, por dentro y por fuera.
Tiene una sonrisa franca, fresca. Me da la impresión de que ella es como un grano de pimienta en la boca.

lunes, octubre 10, 2005

Paseando la encontré

Como hoy es feriado, me hice unos mates mientras leía el diario, me calcé mi jogging y me fui a caminar un rato.
Mientras iba rumiendo el final de la primera temporada de “The L word”, que fue la pasada medianoche, mientras rumiaba las notas de Marta Dillon en el Página/12 sobre el Encuentro Nacional de Mujeres que fue en Mar del Plata; mientras recordaba el chat de ayer con Melisa; mientras repasaba fragmentos de mi vida, sentada junto al río, la vi. Era Andrea, o la lectora (como me gusta llamarla). Estaba sola, ¿y su compañero? Según me dijo después se había quedado durmiendo.
Charlamos largo rato sobre su relación, sobre mi relación; charlamos, hasta que el sol nos picó demasiado.
La invité a tomar algo fresco a casa. Al principio no quería, pero al rato dijo que sí.
Se quedó hasta hace un rato. Seguimos charlando, sentadas en el patio. Charlamos de literatura, de música, un poco de cine; del irse de la ciudad, del volver.
Se puso a ver mis libros, mis discos y CD’s. Creo que observó de lejos el dormitorio, cuando entré a él para sacar unas cosas.
La notaba tensa, como poniéndose a la defensiva. Le pregunté qué le diría a su chico, habían pasado como cinco horas.
Nada, me dijo. “No tengo que darle explicaciones”. Sonó muy segura, tan segura como cuando me dijo que me invitaba a cenar esta noche.
– ¿Hoy??
– Sí. Raúl debe irse a su casa, ya que le queda más cerca del trabajo.
– No viven juntos.
– Ni loca. Cada uno por su lado. Tengo apenas 25 años.
– Sólo preguntaba.
– ¿Te espero?
– ... Bueno, sí.
– ¿Sos vegetariana? ¿Te cuidás con algo?
– No. No.
– Ok. a las 9 entonces.
– Llevo el vino.
– Que sea tinto.
– Hecho.

domingo, octubre 09, 2005

Reaparición de la amada (vía MSN)

Meli dice: Hola ¿estás?
LLA dice: Sí. ¿Cómo estás tanto tiempo???
Meli dice: Bien, hace un rato llegué del norte de Francia. De Brest en particular.
LLA dice: ¿De verdad? y qué tal todo?
Meli dice: Muy bien! tu amiga Caroline me recibió de 10. Es maravillosa y muy cálida.
LLA dice: ¿cálida? hmmm.
Meli dice: no seas así, mal pensada. Aunque podrias tener razòn. Je.
LLA dice: Siempre tengo razón, linda. Y más conociendo a Caroline.
Meli dice: Te mandaba muchos saludos y que sepas que nunca se olvida de lo ocurrido en el tren.
LLA dice: Yo tampoco. Pero decime cuando comenzás las clases?
Meli dice: Mañana. Estoy ansiosa, y a la vez te extraño, y extraño todo lo de allá. Gran contradicción la mía.
LLA dice: es lógica. una quiere estar en varias partes a la vez.
Meli dice: vos cómo estas? me extrañás? o ya te olvidates de mí.
LLA dice: No te olvidé, me distraje un poco y sí te extraño, mucho.
Meli dice: Distracción?
LLA dice: Sí, ya sabés cómo somos las arianas.
Meli dice: sé como sos vos!!! Pero ¿qué puedo decirte? Yo tampoco soy una santa. Además con lo que habíamos estado hablando, y todo eso...
LLA dice: mirá, yo sé que no es fácil para ninguna de las dos. Yo no te pienso recriminar nada. Sólo espero que te vaya más que bien en tus cosas, y que estés bien. Son tres meses para vos, y tres meses para mí.
Meli dice: Sí, amor, lo sé. Te amor, igual. No, no debería poner igual. Te amo a secas.
LLA dice: yo también. Mierda, que no es fácil.
Meli dice: shhh, no aclaremos que oscurece, querés. No digamos nada. Sino nos forzamos a mentir. Y yo prefiero la verdad.
LLA dice: yo también.
Meli dice: Bueno, te dejo, quiero cenar y acostarme más o menos temprano.
LLA dice: ok. que descanses y no dejes de contarme cómo estuvo tu primer día. Besos, linda.
Meli dice: besos.

Aburrimiento de domingo = cartografía del blog

Sola, sin quejas. Limpiando el jardín, jugando con la gata. Estoy bien.
Me puse a releer partes del blog, recordando... sigo recordando y armando y re-armando mi presente. Leí y releí comentarios dejados por quienes pasan por aquí, y me decidí a hacer una cartografía, como para que se tenga un piso común de conocimiento, no porque crea que mi historia es tan interesante como para un índice, y ni siquiera hacer una lista de mis amores y amoríos.
Es un simple mapa, una especie de recordatorio. Hacerlo fue todo un vertigo. Está en construcción como la vida misma, como los amores mismos, como los espacios mismos.
Hasta la ciudad-pueblo crece y cambia, no digo que para bien, pero algo se mueve en ella.
Esta es la dirección del mapa: http://lalesbianaargentina-cartografia.blogspot.com/

Reminiscencia

Hoy salí caminar temprano, y terminé pasando por mi oficina para buscar una agenda. Como el bar de la esquina estaba abierto, fui y decidí tomarme un capuccino. Como desde hace unas semanas desayuno en casa o en "La Mariposa", había dejado de venir por acá.
El aroma del brebaje fue como la madalena para el personaje de Proust: una invasión de recuerdos.
Me dejé llevar por ellos, y en ellos estaban las mujeres que han entrado, de alguna manera, en mi vida.
Me perdí en esas imágenes, navegué esas aguas casi amnióticas. Degusté la placenta del amor, como una gata paridora. Ellas me han dado vida, y yo a ellas. Un ida y vuelta energético, amoroso.
Cuánto es lo pasado en tan poco tiempo. Cuánto significa todo lo pasado con ellas. Entre ellas sobresale Melisa, sin duda alguna, y aquello que ella despierta y enciende en mí.
No es comparar, ella aparece allí, con su fuerza, con su inteligencia, con su osadía. Yo aparezco allí casi como una igual, primero con miedo, luego dejándome atrapar por ese torbellino, y luego creando yo otros torbellinos nuevos.
No me arrepiento. Creo que ambas estamos creando un espacio de amor y solidaridad.
Pero qué fuerte el aroma, yo quería hablar de los aromas y los recuerdos que evocan. El capuccino me hizo doler el sexo. La recordé a Melisa aquella tarde jugando al pinball. Recuerdo sus piercings. Recuerdo mis miedos, sus avances. El aroma y los gestos del amor convocado.
¿Andrea tiene su aroma? Creo que es el de los libros viejos, pero no se ha instalado en mí, dudo que lo haga. Los libros viejos me recuerdan a otra amiga, pero no viene al caso.

sábado, octubre 08, 2005

Shadows and lights

Noche de insonmio. En blanco, caliente. Angeles y demonios a mi alrededor. Voces viejas y nuevas. Un cuerpo deseante de quienes lo desean. Un alma cabalgando largo, muy largo.
Noche sin sueño pero con sueños. Pesadilla de la amante.
Noche dulce y ácida. Sombras y luces.
Ahora siesta. Tiempo de siesta imposible. Caminata, ducha, sahumerios. Poco hambre. Duele la piel, duele el cuerpo, sacude el corazón.
Siesta. Sin ella, ni ella. Tiempo de mí, de estar sola, conmigo.

viernes, octubre 07, 2005

Lectora encaradora

¿Quieren la verdad? No creí que hoy la vería. Pero volvió. Llegó a eso del mediodía a la librería. Como había gente, apenas hizo un gesto con la cabeza.
Me pasó una nota, escrita en un papel arrancado al azar de un cuaderno: “Quiero hablar con vos”.
Lo hicimos en un parque cercano, cuando cerré la librería.
– No quiero que me malinterpretes, empezó diciendo. No quiero que creas que le tenía ganas a tu novia.
– Yo no pienso nada, o si pienso algo es que ella te “tenía ganas”.
– No lo sé. Ló único que sé es que me sacudiste algo adentro...
– Sí, seguro que sí, le dije más bien de manera irónica.
– De verdad, creeme, por favor.
– Mirá Andrea, voy a ser sincera. Desde que te ví hace ya un tiempo en el bar, me gustaste. Pero la idea la hice a un lado. Eras una persona más en el bar. Después cuando ya estaba en la librería te vi, y empezamos a charlar... Pero no quiero que te hagas ideas raras respecto a lo que pasó.
– ¿Querés decir que me debo olvidar?
– No sé si olvidar, pero no imaginarte nada más de lo que paso. Quiero decir: no volar.
– Yo no quiero volar. De última si quiero algo, es volver a coger con vos.
Me dejó de una pieza. Yo con mi escudo protector y ella bien directa.
– No se me ocurre otra cosa. Yo a mi flaco no lo pienso dejar. Pero estar con vos me gustó.
– Gracias. En realidad no sé qué decirte. Fue lo que fue.
– ¿Pero vos tenés ganas de hacerlo de nuevo conmigo?
– No lo pensé, a decir verdad, no lo he pensado.
Me agarró de la mano: –Dale, decime.
– Puede ser, puede ser.

jueves, octubre 06, 2005

Desayuno sincero

Antes de entrar a la librería sigo tomando mi desayuno en “La Mariposa”. Coincidimos allí con Andrea, pero esta vez ella se sentó en mi mesa. Al principio no sabía si acercarse o no, hasta que le hice un gesto de invitación.

– No sabía si querías desayunar conmigo, me dijo.
– ¿Por qué no?
– No sé. No sé cómo son estas cosas.
– ¿Estas cosas?
– Sabés? Es raro, cuando vos estuviste con un tipo, es medio extraño que al día siguiente te encuentres en “su” lugar de desayuno, y que desayunes con él. A mí al menos nunca me pasó.
– Y cuando volviste a tu casa ¿con quién cenaste o dormiste?
– ¿Querés saberlo?
– Claro que sí.
– Con mi compañero, Raúl.
– Y ¿cómo dormiste?
– Al principio estaba incómoda. Pensé que notaría algo, no sé. Pero después pude ir relajándome.
– Suele ser así, el miedo a ser descubiertas, ¿no?
– Debe ser. Es primera vez.
– ¿Sólo de estar con una mujer o de estar con cualquiera estando en pareja?
– Ambas cosas, dijo bajando por primera vez la mirada.
– No tengas verguenza.
– Y vos ¿con quien cenaste o dormiste?
– Con nadie. La mujer con la estoy “en pareja” está con una beca en París.

miércoles, octubre 05, 2005

The first cut is the deepest

Lo supe a los pocos minutos. Lo supe enseguida. Un cuerpo se mueve de cierta manera ante una nueva experiencia. El cuerpo de una mujer que nunca estuvo antes con otra, pero sí con hombres, tiene una forma especial de recibir las caricias, los besos.
Hay un entregarse, pero a la vez un miedo hacia ese toque nuevo. Es una mezcla poderosa, que he confirmado con el paso del tiempo.
Así que lo supe: la lectora nunca había estado con una mujer antes. Y las vueltas de la vida, quieren que esta niña sea sincera.
“– ¿Recordás que no quería decirte lo que me preguntó Melisa en la librería?
– Sí, dije encendiendo un cigarillo.
– Ella me preguntó si le gustaba.
– ...
– Sí, eso me preguntó. Y nunca le dije nada, tenía verguenza de decirle que quizá sí, pero que nunca se me había ocurrido estar con una mujer.
– Como ahora, dije con la garganta seca.
– Es diferente. Vos no preguntaste, yo no dije. Me dejé llevar, digo, quería dejarme llevar. Desde que nos vimos en el cine. (se puso roja)
– Mirá vos, carraspié.

lunes, octubre 03, 2005

Andrea, la lectora curiosa

Hoy en la librería:
“– Por lo que estuvimos charlando ayer, ¿vos también sos lesbiana como Melisa?
– Sí, ¿no estaba claro?
Se rió. –Sí, está claro, pero sólo quería estar segura. Como eso del nombre, por qué la otra vez me dijiste otro?
– Era sólo una broma, nada más.
– Es un engaño.
– Si vos lo ves así.”

No quise explicarle sobre el mundo L y una de sus protagonistas. El domingo charlamos más la película. Ella la veía por primera vez. ¿Su nombre? Andrea. ¿Edad? 25 años (3 más que Melisa). ¿piercings? según ella ninguno, pero con ganas de hacerse alguno. ¿Lecturas? Muchas y confusas. pocas mujeres, muchos hombres, como nos pasa a casi todas. ¿Ojos? Verdes muy intenso, no baja la mirada. ¿Voz? algo grave, pero dulce.

– ¿Cuándo vuelve Melisa?
– Uy! parece que la estás esperando mucho, y que yo no soy un buen reemplazo.
– No, no es eso. Es que...
– ¿Qué?
– Nunca le pude dar una respuesta a algo que ella me preguntó.
– Se puede saber qué cosa?
Me miró muy fijo: no. Por ahora no.

domingo, octubre 02, 2005

La lectora en el cine

Fui al cine. En un centro cultural proyectaban “Cuando cae la noche” de Patricia Rozema. Fui porque amo esa película. La escena de amor en contrapartida con la de las acróbatas en una de las más bellas que he visto.
Me senté por la mitad del cine, no muy grande. Y la ví. Vi a la Lectora, esa chica que frecuenta la librería.
Mi primer impulso fue acercarme y saludarla, pero no lo hice. Preferí observarla desde lejos (cuatro o cinco filas). Lloró un par de veces y muy disimuladamente se secó las lágrimas.
Cuando salíamos traté de no hacerlo tan rápido. La gente se acumuló, y casi sin quererlo nos chocamos. En realidad yo retrocedí y la pisé. Cuando me di vuelta nos reconocimos y no paré de pedirle disculpas.
Fuimos a un bar de la esquina, el encuentro lo merecía.