Lo supe a los pocos minutos. Lo supe enseguida. Un cuerpo se mueve de cierta manera ante una nueva experiencia. El cuerpo de una mujer que nunca estuvo antes con otra, pero sí con hombres, tiene una forma especial de recibir las caricias, los besos.
Hay un entregarse, pero a la vez un miedo hacia ese toque nuevo. Es una mezcla poderosa, que he confirmado con el paso del tiempo.
Así que lo supe: la lectora nunca había estado con una mujer antes. Y las vueltas de la vida, quieren que esta niña sea sincera.
“– ¿Recordás que no quería decirte lo que me preguntó Melisa en la librería?
– Sí, dije encendiendo un cigarillo.
– Ella me preguntó si le gustaba.
– ...
– Sí, eso me preguntó. Y nunca le dije nada, tenía verguenza de decirle que quizá sí, pero que nunca se me había ocurrido estar con una mujer.
– Como ahora, dije con la garganta seca.
– Es diferente. Vos no preguntaste, yo no dije. Me dejé llevar, digo, quería dejarme llevar. Desde que nos vimos en el cine. (se puso roja)
– Mirá vos, carraspié.
miércoles, octubre 05, 2005
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