lunes, enero 02, 2006

¿A quién quiero engañar?

Hoy aproveché a regar las plantas y a mojarme, ya que hacía y aún hace, un calor insoportable. De golpe, mirando la Santa Rita, me fui, y en un instante el agua que chorreaba de mi cabeza se transformó en lágrimas o se mezcló con mis lágrimas. Recordé una noche que nos quedamos despiertas con Melisa mirando las estrellas, esos satélites que se ven andando por lo cielos, contando historias de estrellas fugaces. Hacia el amanecer hicimos el amor allí en el patio, entre las palntas, como dos animalitas.
No podía dejar de llorar y realmente quedé como con el alma en otro lado, vieron como cuando una viaja? Así. Como dice la canción: “el caballo tira pa’lante, el alma tira p’atrás”.
No pude almorzar, y con mucho esfuerzo me hice ahora unos mates antes de sentarme con la compu en el patio, de nuevo.
En verano es mi territorio, y Natalie Barney me acompaña. ¿Serán todos así mis días de duelo, de cerrar esta cicatriz? ¿podré volver a amar de verdad? ¿Es el amor una construcción, como siempre sostuve?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A este lado de la cordillera es el mismo duelo, son las mismas dudas, pero hay más preguntas ¿cuanto tarda en que deje de doler? ¿porque no podemos ser compañeras del alma en presencia y no tan solo en ausencia? ¿como hacer girar la realidad para que el dolor se trnsforme en incondicionalidad en calma?
¿por qué duele el alma, los huesos, la carne? despues de tanto y tan seguido, como hacer que el aire no duela al entrar al cuerpo.

Jota Hache dijo...

Nunca deja de doler, solo que nos acostumbramos a ese dolor y empieza a pasar desapercibido.

Saludos mujer, estas viva!

Anónimo dijo...

El tiempo cumple su cometido...y los dolores se van suavizando y algunas veces hasta desaparecen...al parecer cuando uno se opone al dolor todo tarda mucho más.

vb.

Unknown dijo...

maldita sea, necesito un jardín >:-(

Anónimo dijo...

Hay que dejar que el dolor venga, se desarrolle y muy lentamente, luego nos abandone... Pero hay que respetar los tiempos del dolor, luego seguramente volverás a construir, esta vez, con más y mejores herramientas...
Besos,
María.