Algunas personas se van animando, se acercan a hasta la puerta de “La Mariposa”, miran para los costados y entran.
Hay más concurrencia a la noche; ya sabemos que la oscuridad cobija o da la impresión de cobijar a quienes se mueven clandestinamente. Y por lo que vemos hay varias personas en esa situación.
Por una cuestión de militancia desayuno allí todos los días, en la mesa pegada a la ventana. Pasan muchas vecinas curiosas yendo hacia el mercado, la feria o la verdulería. Se quedan duras al verme y esbozan un saludo.
Por mi trabajo soy bastante conocida, además, ya hace un tiempo atrás, hice radio y bueno, se me conoce. A muchas de ellas les preparé el cumpleaños de 15 a sus hijas, o un evento para la empresa del esposo, y hasta les he recomendado qué enviar cómo desayuno para avivar la pasión en su relación.
Hay dos posibilidades: que merme mi trabajo o bien que aumenten y que me vengan a “estudiar” en vivo y en directo.
La que debe estar como loca es la madre de Melisa, ya que su hija y su ex esposo son habitués también.
Esta mañana, para mi sorpresa, fuimos como diez personas las que desayunamos allí. Este horario es una apuesta de los chicos, más que todo de activismo: un bar a toda hora. Es sano, va en contra de lo esperado. Queda en vos tu decisión: voy o no voy. Me la banco o no.
Esta mañana me llamó la atención una piba muy jovencita, yo creo que tiene menos de veinte años. Cabello muy largo, unas gafitas negras que se sacaba y se ponía, un morral verde ya desgastado, jeans y camisa con chaleco. Fumaba nerviosa mientras leía y tomaba notas. Traté de ver con quiénes estaba acompañada: Susana Thénon, Diana Bellessi y Juana de Ibarburú. Esta última me llamó la atención, de todas formas ese terceto es maravilloso para ser devorado en un bar LGTB, a las 9:30 de la mañana, con un solcito que pegaba despacio en un rincón de la mesa.
La chica anotaba y anotaba, diría casi con fiebre, en un cuaderno. Vaya a saber una qué escribía.
jueves, julio 21, 2005
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3 comentarios:
Me gusta, nada más.
Linda historia.
Esa maldita manía que no podemos sacarnos de encima los que amamos la literatura de espiar qué está leyendo el de la mesa de al lado o el que está sentado en el otro asiento del colectivo!!! Cuántas veces uno empezaría una conversación con esa gente!
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