viernes, julio 22, 2005

La sal de la vida

Algo de eso siempre fue la literatura para mí. Un poco de gusto para algo tan amargo, al menos así lo sentía cuando era adolescente. Recién ahora lo racionalizo, lo paso por el tamiz de esta cabeza que, de todas maneras, piensa mucho.
Me sonrío, y pienso en la chica de ayer, que hoy volví a cruzar en el bar. Desayunamos con Melisa, cuando entramos ellas se saludaron. Sospecho que la chica es clienta de la librería donde trabaja M., allí nomás, pegada al bar.
No le pregunté nada. Por ahora quiero armar mi propia historia sobre esta piba, que me recuerda tanto a mí.
Hoy no pude ver qué leía, sí observé que seguía escribiendo de manera afiebrada. Yo también escribo afiebrada este blog, largando mis demonios y mis ángeles, para los otros demonios y ángeles que lo leen.
Tomo notas, digo: esto es para el blog. Fiebre de palabras. Fiebre de nombrar aquello por lo que paso, lo que vivo, lo que amo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy un demonio, sin duda.

parissinmi dijo...

yo tal vez un angel, pero... todo demonio ha sido un angel alguna vez. Andamos divididos.

Mucha suerte (no, suerte no, entendimiento) con M.

Abrazos.

Anónimo dijo...

hola, me encanta lo que escribes y como lo escribes.
Seguro que enamoras de la misma manera que transmites todo en la escritura.