Estábamos despertándonos esta mañana cuando sonó el timbre. Nos miramos y decidimos no atender. Pero la insistencia era mucha.
- ¿quién es?, pregunté por el portero.
- Sara!!, casi gritaron.
- Pasá.
Es la hija de Amanda. Le avisé a Meli para que si quería se levantara. Para Sara fue una sorpresa encontrarla a M. acá, se alegró mucho, y M. la puso al tanto de su venida mientras yo preparaba unos mates.
La razón por esta visita tempranera, es que la niña se ha enamorado: vía chat y de una chica chilena. Casi me caigo de espaldas. Cómo ha crecido esta chica, me dije.
Cuando le pregunté cómo se pudo enamorar de alguien vía chat, las miradas de ella y la de Melisa fueron fulminantes, me hicieron sentir una especie de animal prehistórico.
- Qué preguntás eso, me dijo M., si vos me has comentado que te enamoraste por cartas, sin conocer a la persona.
- Bueno, está bien, no me maten.
Ambas se me tiraron encima para abrazarme, y me hicieron sentir toda la edad junta.
La cuestión es que Carmen (la chilena) tiene 10 años más que Sara (15), y que en las vacaciones quiere venir a conocerla personalmente. Sara está, hablando mal y pronto, cagada en las patas.
La piba tiene un blog (no le pude sacar el dato) y cuando ella dijo esa palabra me corrió un frío por la espalda, sobre todo por el comentario de M.:
- Qué cool, un blog. Yo quiero empezar uno, pero soy demasiado vaga para eso.
- Sí, es muy cool, dijo Sara. Hay algunos muy buenos, de todos los países. Si querés podemos empezar uno juntas para ver qué onda.
- Dale, dijo muy entusiasmada Melisa.
- Vos te enganchás, tía? me preguntó Sara.
- No sé, puede ser. Cuando empiecen me avisan, y vemos.
- Dale, amor, no seas aburrida.
- Me cachindié, dije, no soy aburrida. No tengo mucho tiempo, mentí mal.
- Ufa, dijeron las dos riéndose en mi propia cara de mí.
Forcé la vuelta al tema principal. Le pregunté que haría con su chica, y nos dijo que tenía miedo, que no sabía, pero que la otra piba le gustaba: ella y por dentro. Nos mostró una foto impresa en láser. Linda piba. Escribe, pinta, le interesan cosas importantes.
- Y para qué viniste, Sara, en qué querés que te ayude.
- No sé, tía, quizá vos me podías decir cómo es, qué puedo esperar de todo esto.
Me quedé en silencio, y hasta Melisa que estaba tan cómplice de mi ahijada, de golpe se quedó en silencio también y me miró profundo.
Quedamos en ir charlando esto, en volver a encontrarnos, en ver alguna peli. Yo pensé en “Cuando cae la noche”, pero no sé. La piba no anda buscando técnicas: habla del amor a través del cuerpo.