domingo, julio 09, 2006

Independencia

Hogar dulce hogar. Todo desparramado; cajas y más cajas. Amigas y amigos trajinando, ayudándome a subir la cama hasta el segundo nivel de la casa, chistes sobre si esa cama hablara, indirectas sobre mi soledad de los últimos meses, mi estado casi monjeril.
Renata miraba, observaba. No sabía si reirse o no. Quiero terminar de estar en la nueva casi y poder darle una respuesta, mejor dicho, dármela a mí misma. Siguiendo con la imagen del aroma, Renata es un aroma nuevo, una especie de chocolate exclusivo. Menos mal que no me escucha ni lee ninguna de mis amigas, me dirían: estás hasta los ovarios. Y no es tan así, no es exactamente igual a como fue con Melisa: dos animales salvajes comiéndonos el mundo. Creo que aquí es diferente, ella es diferente, y yo estoy haciendo un trabajo intenso en mi interior para no desbocarme, para no arruinar nada. No calculo, voy con cuidado.
Dentro de un rato llegará Amanda con el locro prometido, y también el resto de la gente. Me insistieron mucho para hacer una especie de pre-fiesta de inauguración.

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