Antes de entrar a la librería sigo tomando mi desayuno en “La Mariposa”. Coincidimos allí con Andrea, pero esta vez ella se sentó en mi mesa. Al principio no sabía si acercarse o no, hasta que le hice un gesto de invitación.
– No sabía si querías desayunar conmigo, me dijo.
– ¿Por qué no?
– No sé. No sé cómo son estas cosas.
– ¿Estas cosas?
– Sabés? Es raro, cuando vos estuviste con un tipo, es medio extraño que al día siguiente te encuentres en “su” lugar de desayuno, y que desayunes con él. A mí al menos nunca me pasó.
– Y cuando volviste a tu casa ¿con quién cenaste o dormiste?
– ¿Querés saberlo?
– Claro que sí.
– Con mi compañero, Raúl.
– Y ¿cómo dormiste?
– Al principio estaba incómoda. Pensé que notaría algo, no sé. Pero después pude ir relajándome.
– Suele ser así, el miedo a ser descubiertas, ¿no?
– Debe ser. Es primera vez.
– ¿Sólo de estar con una mujer o de estar con cualquiera estando en pareja?
– Ambas cosas, dijo bajando por primera vez la mirada.
– No tengas verguenza.
– Y vos ¿con quien cenaste o dormiste?
– Con nadie. La mujer con la estoy “en pareja” está con una beca en París.
jueves, octubre 06, 2005
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2 comentarios:
El sabor de lo nuevo, tiene un toque demencial.
La lejanía, acerca a si mismo a quien se fue; aleja de vivencia a quien se queda.
Me gustan tus letras.
Un vicio.
ayay, menudo lío se avecina... o tal ves no... ;)
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