Esta molestia, este latido en mi pecho izquierdo, este piercing intenta cicatrizar sin dejarme olvidar la locura que cometí, y hace que vuelva a mí a cada rato.
No está mal esto de estar atenta a aquello que pasa tan cerca de mi, en mi propio cuerpo, y por decisión propia.
Desde aquí puedo ver cómo se largó a llover, y puedo ver que llueve adentro de mí. Estoy disfrutando de mi soledad, y de la compañía que puedo tener: la gata; ayer pasó un rato Andrea (la Lectora) para devolverme un libro; Amanda que quería saber cómo es eso del piercing. Ya bastante sociales tengo que hacer por el trabajo.
A los chicos de “La Mariposa” les prometí ir a cenar allí. Toda una semana sin andar por el barrio. Parecen que ya consiguieron a quien reemplace a Melisa hasta que ella vuelva, ergo reemplazarme a mí que me había hecho cargo por una cuestión de “spleen et ideal”.
Un viento dulce se levanta en esta siesta, y aleja al monstruoso viento norte. Ayer no podía ni andar, me sentía pesada, acalorada, cansada. Un asco. Y tenía el pecho re hinchado. Así que acá estoy con suero para limpiar, jabón neutro, y gasas, y mienstras puedo nada sobre él.
La gata me llama, tiene hambre. Yo también. Todavía no almorzamos.
sábado, octubre 22, 2005
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4 comentarios:
Se te extrañaba por estos lugares, a tus letras. A tí e historia.
Toma algun desinflamatorio.
Cicatriza el pezón...
¿Cicatriza el corazón?
Siguiendo tu idea baudeleriana... yo tengo puro "ennui". Nos podemos acompañar.
Saludos, Luli
Amo la lluvia... y más en días sábados.
Besos, Lucrecia
;) paciencia con el piercing. yo estoy con "mono", hace siglos q m hice el último. pero no m decido, ay...
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