Ayer al mediodía recibí un llamado de Andrea, la lectora. Después de los saludos esperables, me dijo que tenía que hablar conmigo.
Yo no tenía muchas ganas, por dos razones: una, estaba super ocupada, y segunda, no quería recaer en tentaciones. Insistió y le dije que sí, pero que iba a ser muy tarde, ya que tenía dos trabajos que supervisar. Finalmente nos encontramos a la madrugada de hoy, sí a las 1:30 de la mañana, y estuvimos hablando hasta eso de las 4 am. Ahora estoy que me caigo, pero cuando vi el reloj, que casi está por marcar las 16 hs. pensé: Andrea ya está rumbo a Rosario.
Sí, Andrea se va a lo de una amiga que vive allí hasta fin de año, y el 2 de enero está saliendo hacia México. Sí: dejó a su novio, dejó Santa Lucía y dejará el país en pocos días. ¿Razones?
- Me harté. No soporto más vivir en esta ciudad de mierda, donde todos te observan lo que hacés y dejar de hacer. Me cansé de la ambigüedad de las personas, de la gente careta. Me cansé de no poder encontrar una mina con la quien curtir tranquila, sin historias.
- ¿Una mina?, pregunté.
- Sí. Bueno, vos sabés que yo soy muy intelectual y eso, pero me gusta decirle mina a una mujer que me gusta.
- Claro. ¿Y cuándo te vas?
- Mañana zarpo hacia Rosario, y el 2 de enero al DF. No sé si me quedaré allí, veré qué pinta.
- Pero tenés una beca, algo?
- No, nada. Sólo un par de amigas que me hice vía chat y que me dijeron que quizá puedo enseñarle inglés a los gringos, y cosas así. Quiero dedicarme a escribir.
- Me parece refuerte la movida que vas hacer. Te deseo todo lo mejor, y que te portes muy mal.
Se sonrió. Nos abrazamos muy fuerte y nos dimos un buen beso, como para cerrar nuestra historia con un recuerdo dulce.
Cerré la puerta, y allí me quedé, mientras Natalie Barney me refregaba las piernas. Levanté las tazas de café, y me senté un rato en la cocina. Pensé en cómo van desapareciendo de mi vida personas a las que quiero, y cómo se van las personas jóvenes con las cuales, además de compartir el deseo, pude intercambiar un par de ideas, libros y hasta discos.
No soy, como leí en un blog, una vieja que se busca pendejas. Me sucedió esto en este último año. No soy roba cunas, no me ando haciendo la pendex. Ellas, Melisa y Andrea, llegaron a mi vida con una fuerza inusitada, dieron vuelta mi mundo, lo desarticularon, y me enseñaron cosas nuevas, y me dieron esperanzas.
Pero ahora se van. Melisa ya está en París, de nuevo; y Andrea con este viaje. Ojalá yo también pudiera armar el bolso y salir por allí, sin tiempo, sin espacio. Pero no puedo, aún no puedo.
Uff, para colmo toda esta sensación se mezcla con el estúpido espíritu navideño que ya el comercio impone en todas partes. Odio estas fechas. Odio estar tan sola, y no hablo de no estar rodeada de gente. Hablo de esa soledad, que no se va de ninguna manera. Salvo...
domingo, diciembre 04, 2005
La lectora, mudanzas
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5 comentarios:
¿Salvo qué? Dale, largá el rollo, o el bollo, jeje.
LadyMe
Quizás salvo con el amor...¡que romántica que estoy carajo!. Y a quien Dios le dió, San Pedro le vendiga; ¡ya quisiera yo que dos de ese estilo pasaran por este lado!. Saludos. ¡Ah! y felíz Navidad.
hola la vida hay que cogerla al vuelo cuando llega y dejarse empapar de ella...buena suerte tuviste. un beso
Mujer... será que este fin de año el regalo de muchos es la soledad?
Es una pandemia esto... la soledad ataca a diestra y siniestra sin dejar titere con cabeza... Digno encabezado de Cronica...
Namasté mujer... relax y good show!
mirá negra, si sos lesbiana yo te parto el orto. si blog tá bueno, peor mi pija seguro que te vuelve a poner en el lado correcto de la sexualidad.
besos princesa y seguí con el blog que está bueno :)
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