- No la voy con eso del casorio, pero quiero ir! Soy adicta a esa provincia, me dijo.
Charlamos un rato sobre esa rama familiar, y enseguida me dijo: “Me tengo que comprar un vestido, para la fiesta”.
Me la quedé mirando, algo perdida debo confesar. ¿Renata en vestido? Hasta ahora nunca la había con alguno.
Enseguida captó mi mirada y dijo: Sí, también uso vestidos, depende la ocasión, honey, me tomó de la barbilla como suele hacer, para rematar ese mimo con un beso en la nariz.
- Y tengo que pedirte algo, dijo.
- ¿Qué cosa?
- Que me acompañes a elegirlo.
El amargo se me atragantó en la garganta: ¿Yooo?, Sí, vos quién más!
- Es que es... raro.
- Vamos, dale! Nos vamos a divertir.
Lejos de mí estaba la diversión representada en una salida de compras. Pero insistió tanto que al final cedí.
Yo no sabía que en Santa Lucía hubiera costureras o diseñadoras de “alta costura”, y menos una lesbiana. Trabaja en su casa y se llama Rita. Es una mujer de casi sesenta, que vive sola, pero está en relación hace más de veinte años con otra diseñadora, medio top, que vive en Buenos Aires. Rita atiende en su casa, más o menos en el centro de la ciudad. La casa es una antigua, con varios cuartos, casi todos adornados de una manera muy barroca y con muchos espejos.
Además de confeccionar a medida, tiene vestidos y ropa en general que alquila, y digo ropa en general ya que encontré otro tipo de vestimenta que no es sólo para salir: había desde smokings hasta camperas de cuero, enteritos de ese material, y unos conjuntos tipo ambo. Me quedé atónita ante tanta variedad queer y hasta fetish.
- Esta ropa te la alquila gente de acá, le pregunté a Rita.
- Sí señorita, y gente que ni te imaginarías que podría usar esta ropa. Muchas me las encargan.
- Muero por saber los nombres, aulló Renata.
- No, es secreto de estado, pero vayamos a ver tu vestido, qué andás buscando?
- Algo que sea cómo, no muy largo porque pienso ir con una especie de chatitas, no me pondré tacos ni loca. Viste, me dijo dirigiéndose a mi, una especie de seudo femme pero sin tacos. Jaja.
Lo que yo estaba viendo y oyendo, iba más allá de cualquier cosa que haya escuchado en boca de las otras mujeres con la que estuve. O ellas eran muy recatas o pacatas o vergonzosas, o Renata era puro aire libre. Por momentos me recordaba algo del salvajismo de Melisa, pero viéndola a la distancia percibo que Melisa se frenaba mucho, no sé si por ella o por mi.
Tags:
2 comentarios:
buena historia, saludos desde chile
las lesbicos son bellas, yo quiero tener mucho sexo con todos ustedes lesbianas, con muchas a la vez, soy un hombre
Publicar un comentario