Tus senos como dos frutas invitantes. Tus labios en mis labios, con el sabor del alcohol y del piercing haciendo cosquillas en mi lengua.
La grupa dibujada a contraluz, la piel abierta al deseo. La rosa máxima contra mi rosa en el roce del nomeolvides.
La desmedida medida de tus caricias. Así, me traes hacia esta orilla. La real, aquella en donde se puede esbozar una otra vida.
viernes, mayo 20, 2005
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