sábado, enero 21, 2006

Poema

No hay aire, hay
la no espera, la imagen rota
del espejo, ilusorio.
Hay hojas, verdes,
del libro de la vida; hay
un espacio en mí que sos vos
viva, amante, calma.

E/LLA

domingo, enero 08, 2006

Cortando por lo sano

Estoy en Córdoba, en casa de unas amigas. Vine porque ya no daba más ni del corazón ni del calor en mi ciudad.
Unos días de descanso me vendrán muy bien. No traje la compu portátil, así que sólo hoy me puse a borrar unos mails, y hago este aviso. Nada de cybers ni locutorios. Verdes, aire, y tranquilidad mental.

viernes, enero 06, 2006

Sin reinas ni regalos

¿Cómo estoy? Para el orto. Con calor, enojada. Excusa dada por Melisa: se quedó en lo de unas amigas y cómo ya eran las 10 de la noche pensó que mejor sería no llamarme.
No le creo, y se lo dije. Y me importa nada, y se acabó. Intentó hacer puchero del otro lado y le dije que no se moleste, que no le sirvará, y que para mí ya fue.
No soy fría, soy realista.

jueves, enero 05, 2006

miércoles, enero 04, 2006

Sucumbiendo a su hechizo


Hoy me llamó me Melisa, me dijo llorando que si se lo pido no vuelve a París, que se queda, que lo intentamos de nuevo, que podemos hacerlo, que nos lo merecemos.
Le dije que se quede tranquila, que no, que no nos dejemos arrastrar por el deseo. “La carne sola no es todo” le dije, y sentí que sonaba más que cursi, sonoba como guión de película clase Z.
- No me vengás con pelotudeces, acordate que yo estaba enamorada de vos un tiempo antes de que nos conociéramos en ese cumpleaños. Sé lo que siento por vos.
- Meli, nos estamos haciendo mierda, dándonos golpes bajos. Quizá yo, finalmente, deba reconocer que no soy una mujer de una sola mujer.
- No me jodás, E., no me vengás con esa.
- Es verdad, quizá deba reconocerlo, y quien quiera estar conmigo aceptar eso.
- No te hagas la recia, la dura, la “no me importa un cuerno”. Sé que me amás, me deseás, ¿qué más?
- Podemos cortar?
- Si vos querés, sí, pero esta noche paso por tu casa, a las ocho, y te voy a sacar el sí.
- Ni se te ocurra.
- Vos me conocés bien, sabés que puedo hacerlo. Soy tu bruja, una vez, sólo una vez me lo dijiste y no lo olvidé.
- Un beso, quizá nos veamos.

Mis manos sudan, no puedo dejar de fumar, ando de un lado al otro y... no quiero. No quiero caer, recaer en esto.

Arena movediza

Ayer vino a casa Melisa, no le pude decir que no entrara. Traía una sidra, y un regalo: una compilación con temas piratas de la Etheridge. Natalie Barney casi se le fue encima.
Charlamos un rato, a distancia, como dos animales que se acechan. Estaba hermosa, no lo voy a negar. Y tampoco voy a negar que cuando fui a hacer café y llegó por atrás, y me dio vuelta y me dió un chupón de aquellos, no me negué, me dejé hacer, nos dejamos hacer. Y lo hicimos. Lo hicimos una vez en la cocina, lo hicimos en el living, lo hicimos en el dormitorio. Pasamos casi todo el martes juntas, hasta que le pedí que se fuera, que esto es una locura. Que sí, que nos deseamos, que en este plano todo bien, pero no en el otro. En la construcción esa del amor. No quería irse, y yo en verdad no quería que se vaya. Hace dos horas que cerré la puerta tras ella. Dos horas que sigo bebiendo sola, ahora cerveza. Dos horas en que este pedo no me impide escribir y llorar a la vez. Lloro por pelotuda, por enamorada, por pajera, por calentona.
Lloro por cabrona. Porque la amo y la dejo ir; porque quiero dejar de amarla; porque quiero que deje de amarme. Quiero el final, el corte más profundo, la herida que cierre con sal.
Un desierto para mi corazón, quiero. El deseo nublado de la soledad más absoluta. Mierda, la amo. Y me hundo.

lunes, enero 02, 2006

¿A quién quiero engañar?

Hoy aproveché a regar las plantas y a mojarme, ya que hacía y aún hace, un calor insoportable. De golpe, mirando la Santa Rita, me fui, y en un instante el agua que chorreaba de mi cabeza se transformó en lágrimas o se mezcló con mis lágrimas. Recordé una noche que nos quedamos despiertas con Melisa mirando las estrellas, esos satélites que se ven andando por lo cielos, contando historias de estrellas fugaces. Hacia el amanecer hicimos el amor allí en el patio, entre las palntas, como dos animalitas.
No podía dejar de llorar y realmente quedé como con el alma en otro lado, vieron como cuando una viaja? Así. Como dice la canción: “el caballo tira pa’lante, el alma tira p’atrás”.
No pude almorzar, y con mucho esfuerzo me hice ahora unos mates antes de sentarme con la compu en el patio, de nuevo.
En verano es mi territorio, y Natalie Barney me acompaña. ¿Serán todos así mis días de duelo, de cerrar esta cicatriz? ¿podré volver a amar de verdad? ¿Es el amor una construcción, como siempre sostuve?

No tan sola

Pasé el fin de año con Amanda, con su hija Sara y su cybernovia chilena, Carmen, que finalmente cruzó los Andes.
Comimos juntas las cuatro, y yo decidí quedarme en lo de Amanda. Eso sí, me llevé conmigo a Natalie Barney para que no se asustara con los estruendos de los petardos.

¿Cómo la pasé? Bien, acompañada, con amor de amigas a mi alrededor. A eso de las 12 y pico me llamaron Melisa y Bárbara. Sí, las dos. Melisa muy dulce y Bárbara invitándome a su casa, le dije que no, que por ahora necesito un poco de soledad, y lo bueno fue que pareció entenderlo.
Melisa estaba medio asustada por los incidentes en París. Me dio bronca que me comentara eso. No quiero saber nada de ello. Pero en fin, sospecho que soy una buena oreja para ella. No lo sé.

Ahora estoy en casa, solita, con la gata dormitando en la cama, a mis pies. Un té frío de jazmin me acompaña para refrescareme en una noche terriblemente calurosa. Quiero que llueva y que la lluvia se lleve mi blues.