viernes, diciembre 30, 2005

Poema

Cruce de aguas
cuando duele la espalda curva
da sobre el cuerpo
amado, enfermo; signo de luz
tras la ventana, corrida. Lengua viva
o muerte; vértigo de la noche astillada,
de amor. Es posible vivir sin la voz, sin vos
en el infierno.

E. (LLA)

¿Frialdad?


Me dicen que soy fría, pero no creo que sea así, mi reacción fue de sangre bien caliente. ¿Cómo se puede reaccionar ante la verdad desnuda de esta frase: “ pero esa mina me dio vuelta, me pasó lo mismo que con vos.” ¿Cómo? No me quedó otra, era obvio que lo nuestro ya había sido.
Cuando una busca o se encuentra o le sucede una amante es porque busca, necesita o desea algo diferente de su pareja, no lo mismo. Cuando te sucede lo mismo que con tu pareja, cuando hubo la misma magia, lo que fuera, es porque lo que tenías con tu pareja ya fue, y tu amante es el presente. No hay tu tía. Y ahí vienen los problemas cuando mantenemos las dos relaciones, me pregunto ¿a qué costo?
Prefiero reventar de tristeza, de bronca, decaer, sentirme una piltrafa, pero no eternizarme en el lugar, espacio, relación que me está produciendo dolor, y sobre todo por algo ficticio. Una cuando está así, de a dos, necesariamente finge, finge con alguna de las dos personas. Y eso yo no lo quiero para mí.
Me duele, me duele en el alma, en la concha, en el corazón, en mis juanetes este final, pero creo que es lo más sabio, lo que nos puede cuidar y curar y evitar que nos mandemos a la mierda.
De todas formas, ayer Melisa no dejó de llamarme, de decirme que lo intentemos, de que es capaz de quedarse, de cambiar de idea. Y yo le dije que no, que no hay nada peor que dejar sus cosas por intentar salvar una relación que ya fue, al menos en este tiempo. Le dije: “cuidemos el resto del amor”. No quiero escuchar dentro de un tiempo la recriminación: “Ves, por vos no volví a París, y ahora...”.

jueves, diciembre 29, 2005

Claro como el agua - La ruptura


Volvió Melisa. Volvió más flaca, con cara de desgano y desamor. Volvió amarga. Nunca la había visto así, y nunca la había sentido tan pero tan lejana.
- París me hizo mierda.
- Es una lástima, le dije.
- Bah, no París París, no me refiero a la ciudad, a la cultura... Esa mina me hizo mierda la cabeza y el corazón.
- ...
- Creo que nunca te lo dije, por pudor quizá, quizá por mi amor hacia vos: pero esa mina me dio vuelta, me pasó lo mismo que con vos.
- ...
- París y ella. Era una mezcla peligrosa, pero vos estabas allí tan presente. Y yo no te podía ni escribir ni decir nada. ¿Qué podía decirte? Me sentía una hija de puta.
- Y te falta la pregunta que le hiciste a la lectora.
- Era sólo un lance, pero a la piba te la tiraste vos!
- ¿Me la tiré? ¿Qué me decís?
- Y cómo se llama eso entonces? No te vengás a hacer la finoli.
- Mejor seguí con lo de París.
- Sí, mejor. Pero... ¿por qué si nos amamos hay este maltrato?
- Es el guión de los grandes amores: no tienen happy end, dije ya cansada.
- No deberían tener un final, eso.
- Pero lo tienen.
- París me partió al medio. Y lo que decidí es que el año que viene termino acá y me voy para allá.
- ¿Por ella?
- ¿Te importa en serio?
- Por algo pregunto.
- No. Por lo que puedo hacer, por mi carrera.
- Y por ella.
- De todas formas, a principios de la segunda semana de enero me voy hasta febrero, y después vuelvo para rendir.
- Bien, me alegro por vos.
- No me decís otra cosa?
- Ahora no puedo, salvo que es mejor que “esto que tuvimos” lo tornemos en pasado, lo recordemos con mucho cariño, y que seamos, dentro de lo posible, amigas. Y que por el momento guardemos distancia.
- Wow, te largaste todo el discurso.
- No, es una propuesta y una necesidad. Quiero saber en qué estoy y con quién estoy y si es posible que estemos en la misma ciudad o a un kilometraje posible de recorrer en un colectivo de larga distancia, o un tren (o lo que quede de ellos).
- ¿Es una orden?
- No seas pendeja busca roña. No es una orden.
- Disculpá. Es que te quiero y aún te deseo, y...
- Basta, nena. Basta. Mejor lo dejamos acá, y si alguna vez podemos charlar más, lo haremos. Por mi parte this is over.
- (llanto).
La abracé fuerte, nos abrazamos fuerte, y cada una salió para su casa. Esto pasó anoche.

martes, diciembre 27, 2005

Cuando las cosas cambian


Así lo siento: las cosas están cambiando, y estoy dejando que ellas hagan en mí, o mejor dicho que Ella haga en mí. Bárbara se quedó hasta el lunes a la mañana. Fuego y pan fueron esas horas. Pero ayer también estuvo por acá. Y me dejé hacer, me tomar, me dejé alimentar, me dejé comer, me dejé amar.
Siento que no estoy a la defensiva, siento que puedo moverme libre. Creo que estoy aprendiendo otros movimiento del amor, otros gestos. Se suman al caleidoscopio de mi vida, a esta fragmentaria que soy cuando escribo, cuando me miran, cuando me miman.
Dejo caer la máscara. Mi nombre con E se extiende, se expande, electriza este cuerpo, mi tu cuerpo.
La lava quema este corazón viejo, este corazón joven. El aire arde, hay un paisaje de fuego y lo hago mío. Ritual: me faltas y te tomo en presente.

sábado, diciembre 24, 2005

Chin chin


Tengo esa sensación contradictoria, mezcla de: uff estas fiestas de mierda, el reblandecimiento del alma y todas/os somos buenos, y ma’ sí, intentemos pasarla lo mejor posible. Inspirada en lo último fui al mercado y compré: unos turrones, un pan dulce, unas cositas con chocolate, y una sidra etiqueta negra. No, no me gusta el champagne ¿y qué? No pude con mi ansiedad y acabo de probar uno de los turrones, relleno con naranja y cubierto con chocolate. Natalie Barney me mira y me pregunta: ¿no hay nada para mí? Sí, una latita de atún.
Le propuse a Bárbara que fuera con sus amigas a “La Mariposa”, yo estaré allí. Me dijo: “Veré qué piensan ellas. No quieren darse mucho a conocer como tortas, vos ya sabés”. Sí, lo sé, lo sé. No voy a hacer aquí mi discurso pro-visibilidad, y pro-proceso de visibilización, etc. Hoy no. Es casi nochebuena y no quiero parecer pesada. ¿Ven? Me reblandecí.
Ahh el espíritu navideño, ahh la comercialización del espíritu navideño, ahh los dolores y falsedades de estas fiestas... ¿Fiestas? ¿Celebraciones? Me siento mejor en Fin de año, es la celebración pagana.
Bueno, la cuestión es que si hay alguien ahí que festeja: sola, acompañada, relegada, divorciada, soltera, en abstinencia, feliz, triste, con ganas, sin ellas, de prestado, en casa propia les deseo lo mejor y que lo sueños no sean tan grandes y lejanos para poder alcanzarlos.
Chin chin!

viernes, diciembre 23, 2005

Con “E” de...

Ni nombre comienza con E de:
estrella, esmeralda, elena, esperanza, estertor, entresijo, espejismo, eden, eros, erótica, eleusis, encuentro, enebro, eneldo, elegía, égloga, estridencias, estoque, estrago, estilo, estío, Estigia, erosión, estafa, estímulo, estampida, elipsis, estaciones, esquife, esquirla, epifanía, epígrafe.

miércoles, diciembre 21, 2005

Solsticio de verano

Ahhh la punta absurda del iceberg, ah la punta del iceberg que semeja un pezón, ah el pezón que me molesta (por el piercing).
Solsticio, y yo aquí en mi jardín/patio/plantabaja/isla de Santa Lucía. Yo sola, con una buena cerveza bock, sentada aquí. Natalie Barney está intentando cazar vaya una a saber qué bichito entre las plantas.
Yo sola, hoy quiero regalarme el permiso de decir mi nombre. Dejar caer el tul, la máscara, la capa y el capote.
Yo, E..., me encuentro aquí a punto de desnudarme, para mí, para la noche que nace, que crece. Yo con nombre propio, acalorada.
Estuve pensando, y quizá eso me hace mal. Estuve pensando en esperar a que venga Melisa, hablar con ella, y cortar ese relación. No es bueno para ella, ni ya lo es para mí. La amo, lo sé bien profundo acá, pero ya no da más para que estemos juntas.
Hoy me llamó, me pidió disculpas por la locura de la semana pasada, y me avisó que el Instituto decidió concluir el curso esta semana, así que para fin de año estará por acá.
Yo sola, cerveza en mano, apenas iluminada por la pantalla de la portátil, parezco un punto muy reducido de este planeta.
Bárbara quiere que pase las fiestas con ella y otras amigas; Roberto quiere que lo pase con él en “La Mariposa”; mi media hermana, Luisa, me mandó un mail preguntámdome qué pensaba hacer.
Yo aquí, aqui solita, diría una cantante española. No pienso, ahora, en nada. Me dejo llevar por Miles Davis, por la negra que corre en mi garganta; por el ronrrón de Natalie Barney.
Soy un punto, con y sin luz. Estrella fugaz en la vida de muchas, personas.

martes, diciembre 20, 2005

Dos mujeres de una misma generación

Recién ayer lunes, por la mañana, volví a casa. Volví, puedo decir, renovada. Si miro para atrás, en todos estos meses, he vivido cosas muy fuertes, muchas emociones, mucho apasionamiento.
Una mujer, muy joven, me dio vuelta mi vida, el mundo, y a su manera, y a la lejanía lo sigue haciendo. Hablo de Melisa.
Pero desde hace unas semanas, la aparición de Bárbara, fue como una especie de bálsamo. Es otra cosa, y no quiero comparar.
Tampoco quiero decir que pasé un un día y medio como hacía mucho que no lo pasaba, pero sí fue muy cercano a los primeros momentos con M. Quizá eso tenga que ver con ¿la pasión? No lo sé, no lo quiero hacer tan racional. Sé que con Bárbara funcionamos, tenemos cosas en común, y estamos más cercanas en edad. No quiero hacer de esto un tema, no en este momento.
Creo que la cuestión pasa porque ella está aquí, ahora. Ahh, yo que amo las palabras, que las necesito, que son parte fundamental de mi mundo, me quedé sin palabras para describir el domingo pasado, para poder describir las puertas del cielo y un jardín por donde me llevaron.
Creo que no quedó un recoveco de mi cuerpo sin ser besado, lamido, llevado hasta el estallido. Pero esto suena muy terrenal, hasta muy soft. Y tampoco quiero tirarme de cabeza, no quiero jugarme todas las fichas, es un umbral. Es eso. La punta del iceberg.

sábado, diciembre 17, 2005

Bárbara al rescate

Ayer habíamos hablado por teléfono, y esta mañana se apareció cumpliendo su promesa de ayer: “Yo a vos te saco de tu casa aunque no quieras”. Ante mi negativa me dije: “Te lo prometo”. Y así fue. Pasó hoy, bien temprano: con facturas y equipo de mate. Me dijo: “Mirá, yo no quiero que me cuentas nada de ella, no quiero saber nada, sólo quiero sacarte del encierro en te que metiste por sus llamadas”.
Como yo me acaba de levantar me tuvo que esperar un rato, y mientras me intentaba vestir, después de la ducha, Bárbara se puso a juguetearme, a sacarme el toallón, a alejarme el corpiño. Parecía una niña.
Me llevó al parque, es así: me llevó. Allí estuvimos unas horas, hasta el mediodía. Fuimos a comer a un bar de la costanera. Caminamos un rato más y a eso de las cuatro de la tarde ya estaba en casa.
Nos despedimos para vernos esta noche, en su casa. Me tentó con el menú: mollejas al ron. Never eat it.
Así que aproveché a dormir la siesta, a darme un baño de inmersión, y aquí estoy intentando terminar de vestirme para salir. Me siento rara, pero creo que me merezco pasar un buen momento.

viernes, diciembre 16, 2005

Gritos y susurros

Me doy cuenta que la lejanía no le hace bien a M., y que tampoco se banca del todo estar con otra persona allá.
Sé que en esta oportunidad no debe ser fácil, ya que esa persona se accidentó, pero no tiene ningún derecho de llamarme a cualquier hora y volver con esa cantinela histérica. Me duele muchísimo decir esto sobre una actitud de M., pero no puedo llamarlo de otra forma.
Hoy hablé mucho con Amanda, y ella me hizo reflexionar, ponerme del lado de Melisa, pero eso no me convence.
Estuve a punto de mandarla a la mierda un par de veces cuando hoy llamó. Sí, no es una llamada por día, son como dos o tres y hasta mails incoherentes. Me da miedo a la vez sentirla de esa forma, me preocupa. Realmente no sé qué le pudo pasar en estas semanas, y qué desató en ella el accidente de la otra chica.
Su voz me taladra, y me taladra, y no puedo recuperar el dejo amoroso que suele tener, la vieja Melisa de todo este tiempo, incluso con nuestras idas y venidas.
Siento, muy adentro, que voy levantando el ancla, que quiero alejarme. No me es fácil.

martes, diciembre 13, 2005

Al otro lado del espejo

Temprano sonó el teléfono. Antes de llegar el tubo a mi oreja sentí el llanto. Era Melisa. Apenas podía entenderle qué decía. Su amiga parisina había sufrido un accidente: bici, auto, noche, y llanto, puro llanto. No sabía qué decirle, ni cómo consolarla.
- ¿Vive? le pregunté.
- Sí, vive, aún vive. Nunca me había pasado esto. Nunca, me entendés.
- Sí, seguro que te entiendo.
- Nunca le había pasado algo a alguien con quien yo ando. Nunca. Y más llanto.
- A veces pasa, pero me preocupás vos.
- Yo estoy bien, sin dormir, pero triste, muy triste. Bueno, no tengo más monedas.
- Decime donde estás y yo te llamo.
- No. Así está bien.
- Ok. Cualquier cosa llamame por cobrar, o mandame un mail.

Cuando colgué, no sé por qué recordé estos versos de Prevert: “¿Recuerdas Barbara? Llovía aquel día sobre Brest...” lo recordé en francés. Loca asociación.

lunes, diciembre 12, 2005

Armas de seducción

Esta mañana tocaron el timbre muy temprano, tipo 7:30. Cuando pregunté quien era me dijeron: “Desayunos sorpresa”. Yo conozco a esa gente porque muchas veces he tenido que contratarlos por algún trabajo de eventos.
Medio dormida pregunté: ¿qué desea?
- Vengo a traerle un desayuno.
- ¿Qué?
- Usted es menganita de tal.
- Sí.
- Entonces es para usted.

Les abrí y sí, allí estaba: una taza de café sólo, con todo el resto de lo que traen esas bandejas, y una mesita bellísima. El muchacho me lo dejó en la mesa del living, y cuando se fue, abrí la tarjeta que estaba junto a tres rosas rojas: “Pienso en vos. B.”
Me quedé muda, mas bien me quedé allí quietita oliendo el aroma del café, y mirando fijamente las facturas que había en el plato: dos tortas negras, dos suspiros de monja y una tortita de ricota. Eso es lo que se llama un mensaje indirecto. Me maté de risa un rato, y me quedé de nuevo, con la tarjetita en la mano, viendo hacia el patio. Me gustó esta sorpresa. No la esperaba ni ahí.
La llamé varias veces para darle las gracias y sólo una vez me atendió el contestador. Veré si hablo con ella más tarde.

domingo, diciembre 11, 2005

Cosquillas en el corazón

Hoy almorcé con Bárbara, que me había llamado ayer para invitarme: “Unos spaguettis para matar la soledad”, me gustó el título de la invitación, suena a cuento.
Me di cuenta de que no vive tan lejos, está a más o menos 14 o 15 cuadras. Insistimos en que es extraño que nunca nos hayamos cruzado. Por los gustos que tenemos nos hubiera tenido que pasar, pero en fín, la vida es así.
Cuando llegué, llevando unas masas, ya que ella ponía todo, incluso el vino, me sorprendió verla con su cabello suelto, parecía una especie de manto.
Es un octavo piso, con muy buena iluminación. Pequeño, pero acogedor. “Mi oficina es más grande”, me dice sonriendo, - no quiero nada grande desde que me separé.
La miro, trata de contrastar sus gestos, hoy a la luz del día, con los de la otra noche, primero en el bar y luego en mi casa, y en especial en la cama. Parece otra mujer, más tranquila, más meticulosa.
Tiene un balcón lleno de plantas, le digo que debo enseñarle otra vez mi jardín. “Sí, sólo lo entreví por la persiana, al amanecer cuando me fui.” Recién ahí se acerca, me besa, lento, pero sostenido. Caigo en la cuenta que cuando entré nos besamos en las mejillas. Contesto a su beso, y allí nos quedamos, de pie, abrazadas junto a la mesada de la cocina. Me “sabe” raro.
Comimos, le ayudé a juntar las cosas, y ella propuso salir a caminar. Cuando lo dijo la miré sorprendida y ella me preguntó: “Alguna otra día?”.
- No. Me parece perfecto así bajamos la pasta.
- Exacto.

Estuvimos paseando como dos horas, hasta descubrimos una feria cerca de la costanera. El camino de vuelta nos trajo hasta mi casa, aquí tomamos te, charlamos un rato y ella se fue hace como una hora atrás.
Otro beso, intenso. Chau, chau. Insisto: sabe raro, pero rico.

PD: hoy el blog cumple 8 meses.

sábado, diciembre 10, 2005

Historia y características del pacto con Melisa

Después de lo que pasó con Gloria, tuvimos con Melisa este primer encuentro de tres horas en donde pasó de todo. Otro día pudimos hablar de la confianza. Pero a los dos meses, fue Melisa quién estuvo con otra persona, y desde allí, y cuando cumplimos tres meses de amor, pudimos ir charlando cómo íbamos siguiendo con nuestra relación.
A lo que llegamos, y con pequeñas variaciones para cada una, era que cuando las dos no estemos juntas, al menos en el mismo espacio, tendremos una relación abierta, y cada una decidirá si vale la pena contarlo o no.
Cuando estemos en el mismo espacio (con esto entendemos ciudad) y se llegara a dar algo, veríamos qué nos pasa, qué sucede con nosotras.
No es fácil, no es cómodo. Pero lo decidimos dos personas adultas.

viernes, diciembre 09, 2005

La noche fue Bárbara

Uff, tengo esa sensación en el estómago, y en la garganta. Esos restos de resaca, que por más te de jengibre, no se te va en casi todo el día. Poca resaca de bebida, mucha de cogida. Uy, ando mal pa’ las letras. Ando como puedo, en la casa. La abstinencia ajena ha hecho estragos en mi cuerpo, claro, yo ayudé un poco.
Sí, fui a la fiesta de “La Mariposa”; a diferencia de otras veces, bailé. Salí de la mesa o de la barra y anduve por el salón: había varias/os conocidos; me iba detrás de la barra y ayudaba con alguna copa, hasta que nos vimos. Sí, fue mutuo, y tipo como en las películas, flishhh y chac: las dos miradas se juntan, se cruzan, hacen splash una en la otra. Pero nos ignoramos. Sí, como dos señoras recatadas, de más de cuarenta. Cada una por su lado, sola. Hasta que a eso de las 11 de la noche se acercó a la barra y pidió un daikiri de frutillas. Yo estaba rompiendo hielo, y casi me corto la mano. Wow su voz: mezcla de Bellessi y Jean Moreau. Me di vuelta y de nuevo las miradas, pero esta vez se sumó una sonrisa. Apenas pude responder, pero lo hice.
A la media hora, estaba sentada en una mesa, fumando y pensando en nada o intentando no pensar en nada, es decir en Melisa, cuando Roberto me trajo me trajo un daikiri como el que ella había pedido.
- Te lo mandan de regalo, me dijo.
- ¿Quién?
- Mesa 14, del lado de la ventana.
Allí estaba haciendo el gesto como de brindis a la lejanía, pero creo que en 10 segundos estaba en mi mesa.
Se llama Bárbara, 45 años, abogada, separada desde hace un año después de haber convivido cinco. Cabello largo, entrecano, peinado en una especie de rodete. Jean, camisa y manos fuertes, pero tiernas.
Charlamos de que raro que nunca nos habíamos visto, si el trabajo, si Santa Lucía, que la soledad, que las separaciones, que las relaciones abierta, que si querés un café, dónde, en mi casa, okey, vamos.
Al grano, sin dilación, con urgencia, con sabiduría, con ganas. Me confesó: 9 meses sin coger. Le dije sonriendo: se te nota.
- Qué mala que sos.
- Se te nota, qué querés, y la besé.
- Que me mientas. Sos linda.
- Vos sos la que mentís.
- No, sos linda, pero ese piercing....
- Mejor no hablemos de ciertas cosas.

jueves, diciembre 08, 2005

Día de la Virgen

No hay nada mejor que un feriado basado en la virginidad, ni mejor idea que hacer una fiesta para perderla.
A los chicos de “La Mariposa” se les ocurrió hacer una fiesta esta noche llamada “Noche de la Virgen”. Yo lo pensé mucho y al final decidí ir. Un poco de cerveza o vino no vendrá mal.
Roberto, uno de los dueños, tampoco anda muy bien amorosamente, así que parece que la idea de festejar fue también para levantar su ánimo.
- ¿Vos qué vas hacer? me pregunto después que le contara sobre cómo estamos con M.
- No sé, no quiero pensar a priori. Por ahora la soledad pinta bien.
- Vamos mujer que vos no naciste para estar sola.
- Eso decís vos. Yo la disfruto mucho, pero algo se había encendido dentro mío cuando Meli volvió de sopresa y todo eso. Lástima que no lo pudimos muy bien por la venida de mi media hermana y todo ese rollo.
- Claro, ¿cómo vas con eso?
- La mina se volvió para Buenos Aires. Yo fui posponiendo el encuentro y ella debía volver a sus cosas. Quedamos en que lo haríamos no forzadamente. Yo aún no abrí el paquete de cartas que me trajo. Lo metí en un cajón y allí está.
- No es fácil, pero bueno, justo por eso “Fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta, que fantástica, fantástica esta fiesta, esta fiesta con amigos y sin ti.”
Pienso estrenar una camisa negra de seda.

martes, diciembre 06, 2005

Touché

Acabo de leer un mail de Melisa en donde me avisa que se tiene que quedar en París hasta mediados de de Enero. El Instituto donde está estudiando recuperará las clases perdidas durante los días de los incendios, ocurridos como hace un mes atrás.
Me dice que se reencontró con su “amiga” parisina. Dice que no es nada eso comparado con lo nuestro, pero que como habíamos quedado, me lo dice.
Leo su mail y por primera vez en todos estos meses, me molesta, me duele. Lo puse en su carpeta, “M”, para releerlo.
Me levanté, me preparé un café bien cargado, y me quemé un dedo. Todo fenónemo, para un martes que venía más o menos bien, sin calor, casi primeros días de primavera.
¿Qué me duele? ¿La sinceridad? Si forma parte de lo que hemos pactado. ¿Qué entonces? Creo que lo que más me molesta es esta carga de vacío. Siento un hueco acá, en el plexo, que le llena hasta el estómago. Un vacío que se expande, y me hace dejar cosas por la mitad: libros, cosas que quiero hacer, mis acuarelas.
Escribí esto:

Duele este decir, sin aliento: estoy viva.
Duele el doblarse esta espalda
sobre la palabra que quema y desarma
la arruga de tu recuerdo.
Tiembla mi voz cuando nombro
el horror de ya no sentir
el latido de tu pulso, la yugular
donde muerdo, la carne, el deseo.
Vos.

Están viniendo los poemas. Los voy juntando, como cuando era joven, como cuando me dejaba traspasar por la poesía. La magia, si la hay, está en otra parte, honey.

domingo, diciembre 04, 2005

La lectora, mudanzas

Ayer al mediodía recibí un llamado de Andrea, la lectora. Después de los saludos esperables, me dijo que tenía que hablar conmigo.
Yo no tenía muchas ganas, por dos razones: una, estaba super ocupada, y segunda, no quería recaer en tentaciones. Insistió y le dije que sí, pero que iba a ser muy tarde, ya que tenía dos trabajos que supervisar. Finalmente nos encontramos a la madrugada de hoy, sí a las 1:30 de la mañana, y estuvimos hablando hasta eso de las 4 am. Ahora estoy que me caigo, pero cuando vi el reloj, que casi está por marcar las 16 hs. pensé: Andrea ya está rumbo a Rosario.
Sí, Andrea se va a lo de una amiga que vive allí hasta fin de año, y el 2 de enero está saliendo hacia México. Sí: dejó a su novio, dejó Santa Lucía y dejará el país en pocos días. ¿Razones?
- Me harté. No soporto más vivir en esta ciudad de mierda, donde todos te observan lo que hacés y dejar de hacer. Me cansé de la ambigüedad de las personas, de la gente careta. Me cansé de no poder encontrar una mina con la quien curtir tranquila, sin historias.
- ¿Una mina?, pregunté.
- Sí. Bueno, vos sabés que yo soy muy intelectual y eso, pero me gusta decirle mina a una mujer que me gusta.
- Claro. ¿Y cuándo te vas?
- Mañana zarpo hacia Rosario, y el 2 de enero al DF. No sé si me quedaré allí, veré qué pinta.
- Pero tenés una beca, algo?
- No, nada. Sólo un par de amigas que me hice vía chat y que me dijeron que quizá puedo enseñarle inglés a los gringos, y cosas así. Quiero dedicarme a escribir.
- Me parece refuerte la movida que vas hacer. Te deseo todo lo mejor, y que te portes muy mal.
Se sonrió. Nos abrazamos muy fuerte y nos dimos un buen beso, como para cerrar nuestra historia con un recuerdo dulce.

Cerré la puerta, y allí me quedé, mientras Natalie Barney me refregaba las piernas. Levanté las tazas de café, y me senté un rato en la cocina. Pensé en cómo van desapareciendo de mi vida personas a las que quiero, y cómo se van las personas jóvenes con las cuales, además de compartir el deseo, pude intercambiar un par de ideas, libros y hasta discos.
No soy, como leí en un blog, una vieja que se busca pendejas. Me sucedió esto en este último año. No soy roba cunas, no me ando haciendo la pendex. Ellas, Melisa y Andrea, llegaron a mi vida con una fuerza inusitada, dieron vuelta mi mundo, lo desarticularon, y me enseñaron cosas nuevas, y me dieron esperanzas.
Pero ahora se van. Melisa ya está en París, de nuevo; y Andrea con este viaje. Ojalá yo también pudiera armar el bolso y salir por allí, sin tiempo, sin espacio. Pero no puedo, aún no puedo.

Uff, para colmo toda esta sensación se mezcla con el estúpido espíritu navideño que ya el comercio impone en todas partes. Odio estas fechas. Odio estar tan sola, y no hablo de no estar rodeada de gente. Hablo de esa soledad, que no se va de ninguna manera. Salvo...

viernes, diciembre 02, 2005

Poema


No existo; no me busques
que sólo soy
la sombra de las palabras que ilumino,
el gesto de una gata bostezando.
No me salgas al encuentro
que soy fantasma de tu propia miopía,
dibujo entramado de tu ignorado deseo. No
saltes hacia mí, no
valgo la pena; no soy red ni pesca; no soy
más que la que sueña amarte
desde un petril roido por el tiempo.

LLA (es decir, mío)

jueves, diciembre 01, 2005

Pensando en todo, pensando en nada

Hoy me tomé el día, me quedé en casa. Acomodé, limpié, salí temprano a hacer unas compras; me compré los últimos chocolates de la temporada, una tirita de asado.
Ahora estoy tomando unos amargos mientras veo cómo Natalie Barney juega con la Santa Rita (buganvilla en otros países, o veranera). Está hermosa, muy “florecida”. Me encanta ver a la gata jugar entre las plantas. Me da paz y alegría.
Hoy pinta ser un día así, tranquilo, con tiempo para no hacer nada de lo super urgente, de lo super cotidiano. Ya sé que la semana que viene me llegan todos los pedidos relacionados con las fiestas, así que debo relajarme ahora lo más que pueda.
Tengo pendiente el encuentro con mi media hermana para poder empezar a hablar, y tengo a medias una carta, sí, sí, una de esas que aún se escriben en papel, para Melisa. Le quiero mandar una carta donde le agradezco todo lo que hizo por mí desde su llegada sopresa las otras semanas atrás. Esa es la idea, pero como viene, para ser la historia de mi vida, mi novela personal.

miércoles, noviembre 30, 2005

Cybersex


Me quedé pensando mucho y practicando poco ;-) después de que Sara se fue. Siempre tuve pruritos para hacerlo, siempre con la duda de si no había un hombre del otro lado. Puede sonar ridículo, pero muchas veces sentí eso... que al final había un tipo.
No puedo decir que lo he hecho muchas veces, pero sí unas cuantas. No tengo webcam, y me niego a tenerla y si la tuviera, no la usaría para tener cybersex. Lo mío, todavía, siguen siendo las palabras.
Me cansé un poco de esta práctico cuando era yo la que terminaba escribiendo y recibía poca estimulación desde la otra computadora.
Lo solía hacer con gente con la que había tenido onda, y no obviamente buscándolo ex-profeso. Se iba dando, casi naturalmente.
Cuando salía con Dolores, una noche lo hicimos juntas. Justo me había conectado con una conocida, y bueno... palabra va, chiste viene, terminamos teniendo nosotras de este lado, lo que podría llamar, la cogida de nuestra relación. Medio exagerado, claro, pero bueno, pensemos que lo fue. Yo escribía y le leía lo que la otra ponía, y ella hacía, en mí.

Bueno, basta de todo esto... que por aquí pinta gris, lluvia, y Santa Lucía cada vez tiene menos onda que una película clase Z.

martes, noviembre 29, 2005

Un poco de Sara, un poco de destino y un poco de locura cósmica

Cuando abrí la puerta era Sara nomás, con un par de bolsitas: en una las pelis en un par de DVD grabados por un amigo y en la otra un par de gaseosas “para toda la noche”, agregó, “y mami te manda este vino”. Era un Syrah, exquisito.
Como era de esperar, tuvimos que empezar por la comida y le enseñé a hacer un arroz con vegetales a las especias que está de rechupete. Sarita se anotó todo, y charlamos un rato sobre la “cuestión erótica” del arte culinario.
Aquella me corría por lo más obvio: la zanahoria... y todos chistes machistas. No, no pasa por ahí, le decía. Pasa porque los elementos que usás y los aromas y vapores pueden llevarte a cierta excitación, a excitar tus sentidos, y los de las otras personas. Por ejemplo acerle degustar una cucharadita de la comida en cuestión... y cómo le acercás la cuchara, como podés hacer que la acercás y se la sacás... todas esas cosas, y un poco más, que aún no le comenté.
La luz llegó a eso de las 23 hs. así que vimos sólo una película, “Cuando cae la noche”, ya que se tenía que conectar con su cibernovia a eso de las 2 de la mañana.
Sara ya había decido que se quedaba a dormir y que chatearía desde mi máquina. Me pidió que siguiera el chat y que le dijera si me parecía “sincera” la otra chica. Como ya comenté, Carmen tiene 10 años más que Sara.
Acepté sin muchas ganas de meterme en sus cosas tan directamente, pero parece que ella me tiene mucha confianza.
Sin duda alguna, Sara había quedado medio excitada por la peli (quién no me pregunto yo) y esta chica en cierto momento intentó llevarla para el camino del cybersex. Sara me comentó, muy colorada, “Hace ya semanas que lo intenta, y yo le digo que no. Que es ridículo.” La puedo entender, puedo entender su confusión, su verguenza, su urgencia y su creciente amor para con esa muchacha.
Casi sin que se diera cuenta, la dejé chateando, sola, en mi dormitorio a donde nos habíamos instalado a ver la película.
La dejé allí para que pudiera hablar con la otra sin tapujos y que yo no fuera una excusa para sentirse “mojigata”.

Yo me tiré en el living, con la gata, mirando hacia la tormenta que aún continuaba afuera. Me puse un poco de Etheridge, y me iba entredurmiendo cuando me pareció escuchar un sonido algo familiar, eróticamente familiar, que provenía del dormitorio.
Creo que la muchacha trasandina ganó en sus pedidos o bien Patricia Rozema con su película hizo que Sara tocará a la puerta de la diosa, esta vez, sola y por sí misma.

Me quedé en el living, y me dormí. A eso de las 7 de la mañana me despertaron con mate, como si nada hubiera pasado, comentamos algo de la peli y de los chats en general, y Sarita marchó hacia su casa, para poder ir luego a la escuela.
Yo me quedé con un fueguito adentro, que mejor me pido los ñoquis de los 29 en la rotisería de la esquina, y ni me acerco a la cocina.

lunes, noviembre 28, 2005

A la luz de las velas

Es raro escribir en una computadora cuando hay corte de luz, pero si tenés una laptop, sucede este tipo de magia y privilegio. Así que aquí estoy, mientras llueve y no hay luz. Por suerte refrescó. Lo único que me preocupa es que esta noche vendría Sara, munida de unas pelis que le recomendé, para verlas juntas y charlar sobre su cibernoviazgo trasandino.
Me parece que como viene la cosa, nos quedará sólo la charla y preparar una comidita rica, entre las dos. Le comenté que no hay nada más erótico que cocinarle a tu pareja, amiga amante, y sobre todo si la otra se involucra en el preparado.

Aún no tengo noticias de Melisa, pero sospecho que se debe estar congelando, con la cantidad de nieve que ha caído allá.
Uy, golpean a la puerta, debe ser Sara, o el destino.

domingo, noviembre 27, 2005

Alone again, naturally

Hace un par de horas que Melissa salió rumbo a Ezeiza. Vuelve a París para terminar su beca de especialización.
Yo vuelvo a andar medio a los tropezones por la casa. A media luz mientras atardece, con mate en mano y regando las plantas. Así intento pasar estas primeras horas de esta nueva separación.
No es algo tan raro, pero cada vez es diferente, y cada vez hubo razones diferentes.
Estoy tentada, quiero comer un pan dulce. Estas fechas que se aproximan (las fiestas) no me gustan para nada, salvo por algunas delicatessen que puedo comer. Y hoy es pan dulce, siento el gustito en la lengua. Quizá pase unas horas dando vuelta en el supermercado; quizá salga a caminar y tomar una birra por allí; quizá la llame a Amanda y cenemos juntas. Quizá no haga nada de eso, me limpie el pezón con el piercing, encienda la tele y me tire como vaca a ver nada que realmente me interese.

martes, noviembre 22, 2005

“Con el sudor de tu frente”

Cuando una mujer sola debe automantenerse, cuando una no depende económicamente de nadie, y tenga el trabajo que tenga, no puede darse el lujo de dejarse caer, de dejarse tentar por el stress metafísico o vivencial.
Las facturas, las cuentas llegan y hay que pagarlas, hay que comer, hay que intentar vivir más o menos dignamente.
Así que hoy volví a mi trabajo, que además me permite enroscarme un poco menos en cuestiones personales, pero que son sin solución: que me madre se haya muerto hace unos meses ya no tiene solución, y que yo no lo supiera hasta la semana pasada, tampoco.
De vuelta, entonces, a la oficina. Dos trabajos grossos en proceso, y otro más chico. Me gusta mi trabajo, y lo disfruto. Me hubiera gustado poder hacer otras cosas, pero los caminos de la vida me trajeron hasta aquí, yo me los fui haciendo.
Los honores literarios se los dejo para otras que saben escribir mejor que yo, y que decidieron dedicarse a eso.

¿Por casa? Hablando mucho con Melisa, que se quiere quedar, y yo que le digo que no, que no deje lo suyo por la mitad (eso de los caminos que una hace y deshace... por otras personas o locuras propias). Tratamos de no pensar mucho más allá de la noche del mismo día y éso ya es un vértigo.
Hablé por teléfono con Luisa, mi media hermana. Quedamos en que intentaremos encontrarnos cara a cara, de nuevo, la semana que viene.
Como reabrió “La Mariposa”, fui a desayunar allí. La vi, nos vimos, con Andrea, pero nos saludamos de lejos. Sus ojos, ríos turbulentos.
Mi pezón va cicatrizando... pero me pica mucho y debo alejarlo de la amenaza Melisa. Ya le dije que dentro de nueve meses podremos experimentar lo que quiera, pero que ahora lo deje en paz ;-)

lunes, noviembre 21, 2005

Como las mareas

Como ellas la vida trae y aleja de nuestras orillas fragmentos de otras vidas que nos competen, fragmentos de naufragios, botellas al mar.
Las mareas son el resultado de la influencia de la luna sobre el agua, sobre lo líquido, sobre aquello que de fluido tenemos las mujeres.
Flujo y reflujo. Marea alta y baja. Conchas, caracolas, algas, corales contribuyen para la construcción de nuestros relojes de arena.
Todo llega, todo se va: Melisa se va a París el domingo próximo; mi “madre” llega en cartas, ya muerta.
Todo alrededor gira de manera vertiginosa. Todo se desploma como un alud y se vuelve a levantar como ese truco de las cámaras yendo para atrás con lo filmado.
Todo lo que sabía de mi vida se desvaneció.
Todo lo que sabía del amor se desvencijó.
Todo lo que parecía bajo control se precipitó por la cuneta.
Todo lo que empezaba a florear floreció en jardín ajeno.

viernes, noviembre 18, 2005

Looking back in anger

Doy asco. No pude dormir y no pude dejar de llorar. Tengo una ojeras terribles y lo ojos como inyectados, me duele el pezón del piercing y no paro de fumar.
Le pedí a Melisa que me dejara sola, es decir que anoche fue a su al depto que compartía en su momento con su amigo Carlos.
Esta mañana me levanté muy temprano y me fui caminando al otro lado de la ciudad, a la casa en donde nací. Allí está , intacta a pesar de los años pasados. No decido qué hacer: si la vendo, si la alquilo. Allí está. ¿Cuánto hace que no entro? ¿Diez años? Los impuestos y papeles los mandan a mi oficina.
Saco la llave y me doy cuenta de que la cerradura es un nidito de araña. Una pajita del suelo me ayuda a limpiarla. La puerta cede al rato, y revolotean algunos pájaros. No quiero saber de qué se trata.
Antes de entrar siento que alguien me saluda desde atrás: Hola ...! conoce mi nombre quien lo hace. Me doy vuelta y es doña Herminia, una vieja vecina.
- Qué grande que estás, nena! ¿A dónde te habías ido?
- A sólo 70 cuadras!
- Ja ja, siempre la misma chistosa. Qué gusto me da verte. ¿Vas a vender?
- Ni idea. Vine para ver que no se esté cayendo abajo.
- No, para nada. Yo que estoy al lado te lo puedo garantir. Hasta el Pepe, mi hijo, (te acordás de él) se pasa de vez en cuando y corta la parra cuando se va en vicio.
- Gracias, dije algo molesta sabiendo que otra gente sí entraba acá.
- Querés que te acompañe, nena?
- No, gracias doña Herminia, cualquier cosa le aviso.
- Bueno, pasate después, si querés.

Por fin silencio. Esto era el Hall, me digo, lo recuerdo bien, si bien ahora está vacío; y las dos piezas que lo flanqueaban. Trato de pasar al primer patio. Imposible. Una mata de plantas, lo que intuyo una selva, no me deja pasar.
Debo agarrar por lo que fuera el comedor grande. La araña de cien caireles aún cuelga allí, medio desvencijada.
No puedo, no puedo seguir adelante. Es una especie de tunel del tiempo. Vuelvo sobre mis pasos, y salgo corriendo. Cierro la puerta con cuidado, y cuando me doy vuelta, un grandote con olor a transpiración casi se choca conmigo.
- Hola piba, qué “ashé”. La vieja que dijo que estabas acá. Yo no me lo podía creer. La princesita de la cuadra...
- Hola Pepe. Tengo que irme. Ya nos veremos, seguro.
- ¿Vas a vender?
- Chau!

Caminé y caminé y caminé. En el morral tengo el sobre que aún no abrí. La llamé a Ofelia y le dije que me tomo unos días y que sólo me avise cosas muy urgentes. Mientras andaba disparada por la ciudad me crucé con Melisa que iba a comprar unas cosas a un super. Me abrazo fuerte y me dijo que no le gustaba mi cara, que me notaba pálida.
- Si querés después voy y te hago de comer.
- Gracias amor, pero estoy bien. Quizá esta noche. Sí, pasá esta noche.

jueves, noviembre 17, 2005

Shock familiar

Necesito escribirlo para poder comprenderlo un poco más. Para poder comprenderlo, a secas. Esta mañana se apareció una mujer en la oficina y era raro porque no tenía ninguna cita, y cuando la tengo es porque antes la pauté por teléfono. Me dijo que me recomendaba un abogado conocido que estaba conforme con mis servicios. En efecto, yo le había armado un par de eventos.
Esta mujer comenzó a hablar muy pausadamente, mirándome fijo a los ojos. Yo no podía sostenerle la mirada porque me hacía recordar la de alguien, que no lograba situar en mi memoria.
Llegó el momento de darme su nombre y su apellido, este último resultó ser el mismo que el mío, ahí sí que la miré, y antes de preguntarle nada me dijo: es el apellido de mi madre.
Juro, juro que es la primera vez que me corre tal sensación de frío, de electricidad por la columna. Esa mirada, esa mirada también la puedo reconocer un poco en mí, pero en ella ¿era posible? Me quedé muda mirándola, y ella habló: sí, es lo que estás pensando o lo que no podés pensar ni articular. Si te digo que soy tu media hermana ¿me creés?
Pude haberle dicho que no, pero esa mirada, ciertos gestos. Era muy chica cuando mi madre me dejó a cargo de mi abuela. Me había tenido sola, era madre soltera, hasta que conoció a un “buen tipo” que le dijo “me caso con vos si es que te “deshacés de esta piba”, yo llegué a escuchar eso.... ¿hace 30 años?
- No estaba muy segura de venir, continuó. Pero debía hacerlo. Hace un par de meses mamá murió y entre sus cosas había varias cartas para vos, y además te dejó una...
- Basta, le dije, demasiada información para apenas media hora y 40 años de vida. Y me desarmé y me largué a llorar. Hasta Ofelia, mi asistente, entró rápido y se fue a buscarme agua.
- Debería haberte llamado, pero sospeché que cortarías, no sé, me dijo.
- Está bien, pero te pido que te vayas, por favor.
- Okey. Aquí te dejo este paquetito. Allí está mi teléfono y mi celular. Pienso quedarme unos días acá, pero no te quiero molestar.
- Y el hijo de puta está vivo? le descargué.
- No, el murió ya hace unos años.
- Gracias por este... no pude seguir... ojos nublados (como ahora que escribo desde casa).

Se llama Luisa. Y me trajo este paquetito que aún no he abierto. No puedo... tengo removida el alma, es mucho, demasiado.

miércoles, noviembre 16, 2005

Frescura II

Vuelvo a confirmar que me gusta verla desnuda a M. Me gusta recorrer su cuerpo de la cabeza a los pies. Me gusta verla fresca, salida de la ducha, antes o después de hacer el amor, y venir a mi y abrazarme.
Me gusta la forma que tiene de sonreir, de mirarme irònicamente y luego largar la carcajada y hacerme rabiar un poco.
Me gusta su frescura, su locura cuando me busca, cuando me escabullo y ella vuelve a mí. Me gusta que estemos refrescando lo nuestro. Amor de bambula y de bicicletas al viento.

Frescura

Me he dado cuenta que hay muchas chicas jóvenes que aún usan un look medio hippy: camisolas hindúes, polleras largas, bolsos tipo yica. Me encanta verlas andar por la calle dándole fuerte a sus bicicletas, con su cabello largo (casi siempre) y húmedo (temprano a la mañana se las puede ver así). Me dan una sensación de frescura, de animalistas que se comen el mundo, que lo re-arman a su manera.
También se pueden ser, pero más a la tarde, las chicas onda más dark o gothic. O bien aquellas con vestidos medio largos, entre hindúes y no sé qué otra tela... elllas andan vaporosas... Es lo que hay en Santa Lucía.
Me gusta mirarlas, observarlas. Me devuelven cierta luz, cierta cosa de no “armadura” que me parece que empecé a calzar no hace muchos años, pero que se me colgó por alguna grieta existencial.

lunes, noviembre 14, 2005

Amores a distancia

Estábamos despertándonos esta mañana cuando sonó el timbre. Nos miramos y decidimos no atender. Pero la insistencia era mucha.
- ¿quién es?, pregunté por el portero.
- Sara!!, casi gritaron.
- Pasá.
Es la hija de Amanda. Le avisé a Meli para que si quería se levantara. Para Sara fue una sorpresa encontrarla a M. acá, se alegró mucho, y M. la puso al tanto de su venida mientras yo preparaba unos mates.
La razón por esta visita tempranera, es que la niña se ha enamorado: vía chat y de una chica chilena. Casi me caigo de espaldas. Cómo ha crecido esta chica, me dije.
Cuando le pregunté cómo se pudo enamorar de alguien vía chat, las miradas de ella y la de Melisa fueron fulminantes, me hicieron sentir una especie de animal prehistórico.
- Qué preguntás eso, me dijo M., si vos me has comentado que te enamoraste por cartas, sin conocer a la persona.
- Bueno, está bien, no me maten.
Ambas se me tiraron encima para abrazarme, y me hicieron sentir toda la edad junta.
La cuestión es que Carmen (la chilena) tiene 10 años más que Sara (15), y que en las vacaciones quiere venir a conocerla personalmente. Sara está, hablando mal y pronto, cagada en las patas.
La piba tiene un blog (no le pude sacar el dato) y cuando ella dijo esa palabra me corrió un frío por la espalda, sobre todo por el comentario de M.:
- Qué cool, un blog. Yo quiero empezar uno, pero soy demasiado vaga para eso.
- Sí, es muy cool, dijo Sara. Hay algunos muy buenos, de todos los países. Si querés podemos empezar uno juntas para ver qué onda.
- Dale, dijo muy entusiasmada Melisa.
- Vos te enganchás, tía? me preguntó Sara.
- No sé, puede ser. Cuando empiecen me avisan, y vemos.
- Dale, amor, no seas aburrida.
- Me cachindié, dije, no soy aburrida. No tengo mucho tiempo, mentí mal.
- Ufa, dijeron las dos riéndose en mi propia cara de mí.

Forcé la vuelta al tema principal. Le pregunté que haría con su chica, y nos dijo que tenía miedo, que no sabía, pero que la otra piba le gustaba: ella y por dentro. Nos mostró una foto impresa en láser. Linda piba. Escribe, pinta, le interesan cosas importantes.
- Y para qué viniste, Sara, en qué querés que te ayude.
- No sé, tía, quizá vos me podías decir cómo es, qué puedo esperar de todo esto.

Me quedé en silencio, y hasta Melisa que estaba tan cómplice de mi ahijada, de golpe se quedó en silencio también y me miró profundo.
Quedamos en ir charlando esto, en volver a encontrarnos, en ver alguna peli. Yo pensé en “Cuando cae la noche”, pero no sé. La piba no anda buscando técnicas: habla del amor a través del cuerpo.

¿Psicodélica?

No sé qué tomó Gabriela, pero me gustó mucho esta visión que tuvo. Jamás me pasó, pero me gustaría.
Quizá el sábado Melisa fue algo así: una diosa que me incendió.

domingo, noviembre 13, 2005

Melisa te da sorpresas, sorpresas te da Melisa

Me disponía a acostarme el sábado a la madrugada cuando sonó el teléfono. Atendí y nada, silencio del otro lado. Corté y al rato lo mismo. Ni un ruido, nada.
A la media hora me sobresalté en la cama (estaba leyendo) porque sentí ruidos en la puerta de entrada. Armada sólo con mi “valentía” me mandé para adelante. ¿Quién es? le grité a esa sombra que apenas se movía, y que respondió entre asustada y riéndose: Yo.
- ¿Vos? Imposible, y me choqué el pie desnudo contra una mesita, y mandé al cuerno una lámpara que llegó a encenderse e iluminar el cansado pero travieso rostro de Melisa. Sí, allí estaba ella, casi llegada de París, de Ezeiza.
- Hola!, me dijo moviendo su mano, y dejando una valija y una mochila en el piso.
Yo me senté porque casi me desmayo del susto, de la sorpresa. Ella vino hacia mí como nunca, como hacía tiempo.
- Quiero ver el piercing, me dijo.
-No, no, y la aparté bajándome la camisola. Estás loca sabés?
- Por vos, por París y por la concha de la lora. Sí, muy loca. Y me volvía a besar, nos enredábamos largo en el abrazo.

Desde ese momento no hemos dejado de hablar, de hacer el amor, de jugar con la gata, de tomar mates, y de ver cómo está el París que dejó atrás por dos semanas.
- Dentro de 16 días volvemos a clase. Casi sin pensarlo saqué el pasaje... qué me iba a quedar haciendo allá??

Me acribilló a preguntas sobre mis días, sobre mi laburo, sobre mi affair con la lectora; ella me va contando sus días, aquellos días de silencio, su relación con una compañera de allá.

Puedo escribir ahora porque se fue a encontrar con el padre. A la madre quizá la llame mañana. Yo me estoy reponiendo: cuerpo, alma, mente.

viernes, noviembre 11, 2005

Cena informal, post-cena infernal

Anoche fue a cenar con los chicos de La Mariposa. Comimos en el local, a puertas cerradas, ya que continúa clausurado.
Yo no era la única comensal, estaban dos muchachos más, y esa mujer Dora, de la otra vez, y que ya me había dejado un mensaje en el contestador.
La cuestión es que la cena, preparada por Roberto, estuvo deliciosa, el vino mejor, la charla interesante, hasta que llegó el momento de irnos pa’ las casas.
Dora insistió en llevarme en el auto, y como andaba bastante cansada y era un poco tarde, acepté. Qué mal que hice. La tipa, a las 15 cuadras más o menos detuvo el auto y se me tiró encima. HO-RRI-BLE. Yo me la sacaba de encima y la tipa volvía. No entendía razones. Por suerte pude manotear la manija para abrir el auto y salí despedida.
Me gritó de todo y me siguió como dos cuadras. Yo estaba en el medio de la nada, medio borracha y con mucha pero mucha bronca. Caminé como media hora y como vi que estaba cerca de mi oficina aquí pasé la noche.
La mina me llamó temprano para pedirme disculpas, que se había pasado con el vino y qué sé yo. Yo la mandé muy respetuosamente a la mierda.

jueves, noviembre 10, 2005

Me comí toda la noche

Me comí toda la noche, la bebí hasta el fondo; bajé estrellas y las conté. Me aburrí de tanto astro vacío, de tanto vacío sin vos(z).
Fumé toda la noche, y las volutas se fueron transformando en nubes, nubes que trajeron lluvia, lluvia que trajo tus lágrimas, lágrimas que besé y bebí hasta el hartazgo.
Me comí toda la noche hasta que llamaste. Estaba leyendo y eran las cinco de la mañana. El corazón casi se me para: un llamado a esa hora. Cuando levanté el tubo sentí un suspiro, profundo y esta pregunta: ¿Estabas dormida? No. El insomnio me come, te dije... pero y vos... te pasó algo? Quiero volverme, dijiste. No aguanto esta locura, los incendios, la intolerancia.
- Pero amor, te falta tan poco... sólo un mes más...
- No creo poder hacer nada si todo sigue así. En la escuela están planificando un paro.
- ¿En qué te puedo ayudar, Meli?
- ¿Me amás? ?Aún me amás?
- Sí mi muchacha, sí.
- ¿Lo decís por decir?
- No, vos sabés muy bien que no.
- Moría por escucharte, por sentirte del otro lado. La soledad mata.
- ¿Soledad?
- Sí, soledad. Que curta con alguien no quiere decir que esté realmente acompañada.
- Claro, sí.
- ¿Vos estás “muy” con alguien?
- No, pero tiene capacidad para moverme cosas... Ya sabés como soy... tengo mis debilidades.
- ¿La lectora?, me preguntaste con un dejo de ¿celos?
- Sí, ella.
- Es interesante, no hay dudas al respecto.
- ¿Qué vas hacer entonces?
- No lo sé. Veré qué pasa en los próximos días. Al menos hasta el lunes. Se me acaban las monedas. Te amo. Te extraño, te....tutututututu.....
- Yo también.

Más sobre el amor sin remedio

Ayer quería escribir otra cosa cuando empecé con lo de canción de Mecano, pero la realidad se me imponía.
Fui dejando mis ganas de escribir para más tarde, y bueno, aquí estoy, a la hora de las brujas, sola, con Natalie Barney en mis pies, y un cigarrillo humeando el ambiente.
Quería escribir de la fuerza que emanan dos mujeres juntas, dos mujeres que se aman. Sé, y lo sé muy bien, que no somos santas, no somos las buenas de las películas por ser lesbianas, que podemos ser violentas con nuestras parejas, y que es muy difícil llegar a reconocer la violencia doméstica entre mujeres, pero más allá de ese lado de la realidad, de las posibles realidades cotidianas, si das con una mujer en que la violencia no exista, con la que puedas entablar otro tipo de relación, lo mágico sucede. Y sólo puedo llamarlo, mágico. Quizá no es la palabra, pero es la que a mí me sale. Mágico y salvaje. Mágico, salvaje y terrenal.
Miro la voluta de humo y me hace llegar bien lejos, me lleva a la zona de los recuerdos, de mi juventud, de mis locuras. Veo los rostros de las mujeres que amé, de aquellas que verdaderamente me amaron; veo a mis primeros amores, platónicos of course; siento de nuevo el gusto del primer beso, la primera caricia. Zona peligrosa la del recuerdo: allí estamos como desnudas, vulnerables: allí están todas nuestras amantes y pueden con nosotras.
El amor sin remedio que remedió nuestras vidas, nuestras horas. La pasión que curó heridas, que abrió otras. El remedio del amor pasión en la lengua de aquella que supo hacer danza en tu sexo seco húmedo, cueva de placer, cueva de nacimiento.

miércoles, noviembre 09, 2005

Puros fachos por allí

Siempre me gustó canción “Mujer contra mujer”, tanto en la versión española como en la argentina. Siempre sentí que hay una fuerza especial cuando dos mujeres están juntas, amándose, creando mundos a partir de ellas sus sueños, sus deseos, sus pasiones, y que el resto no debe interesar para nada.
Pero lamentablemente no es así. Existe la homofobia, la externa y la internalizada; existencia la intolerancia que produce actos discriminatorios.
Cuento esto porque ayer a una amiga, maestra, la suspendieron cuando se “supo” que es lesbiana, y por otro lado, a los chicos de La Mariposa le clausuraron el negocio, y ellos sospechan que tiene que ver con denuncias hechas por un par de chupacirios.
Todo esto me entristece, me enoja, me subleva.

martes, noviembre 08, 2005

No hay remedio para el deseo

Eso es todo lo que puedo decir. No hay remedio. No hay remedio para el deseo. No hay posibilidad de retorno para la locura de besar sus labios, sus senos; de oirla leer un poema y enloquecerme.
Eso es todo lo que puedo decir en mi defensa, pero como ya se sabe, todo lo que digo será usado en mi contra. Pero como ya perdí el juicio, mucho no me preocupo.
Ella, Andrea, es una especie de grano de pimienta, creo que ya lo dije. Y me sacude y me quema. Cuando ayer la llamé me pidió por favor que nos viéramos, y así quedamos. Yo fui a su depto después de comer con Sara.
Yo hubiera preferido un lugar neutro, pero fue allí. La piba está en su búsqueda personal, y también se deja guiar por su deseo.
La cuestión es que dejó a su chico, no por mí (toda una suerte para después no sufrir más reclamos inncesarios) sino porque quiere ver cómo se siente lejos de él, y estando con mujeres... Ese plural me incluye, pero no quise preguntar si ese plural es pensando en el futuro, o si ya tuvo otra experiencia en estos días, con otra mujer.
No digo que no me interese, pero tampoco me quita el sueño. Un poco de pasión por la pasión misma viene bien. Pero hay algo alllí... No. Mejor paro aquí antes de darme manija. Antes de engancharme mal o engancharme.
¿Melisa? No sé. Creo que si algo puede quedar es una amistad. Lo siento así, y sospecho que ella también. Sigue con esa persona que conoció, no me dice cómo sigue, pero en sus comentarios, cada dos por tres la nombra. ¿Me duele? Sí, un poco, pero no tengo derechos a hacer reclamos. Ella tampoco los hace. Creo que en eso hemos crecido. Sin embargo y más allá de todo, siento que la amo.
A veces me quedo con la mirada perdida por allí y recuerdo cómo la conocí, cómo vine a descubrir que yo le gustaba desde hacía un tiempo; recuerdo nuestros primeros encuentros entre culinarios y amorosos. Recuerdo la pasión, esa pasión, su libertad de movimiento, su celo de perra en celo. Es hermosa, y peligrosa, y dulce, y mierda, cómo la extraño.
¿Debo confesarme? Está bien, acá va: la amo. La amo con cada poro de mi cuerpo, con cada célula, con cada pensamiento. ¿Por qué no estoy en París con ella? ¿Por qué no vuelo hacia ella? Porque sería arruinar el gran paisaje del amor. Porque sería romper un pacto que hicimos, darnos tiempo, ver qué pasa, qué queremos de nuestras vidas y qué quiere una de la otra o con la otra.
No, no hay remedio para el deseo, y menos para el amor, salvo tirarse de cabeza en él, desnucarse en él, hundirse.
El piercing es para ella, ese dolor es para ella; esto que queda de mí en brazos y lengua de otra es para ella. Mi diosa, mi estrella.

lunes, noviembre 07, 2005

Voces en el contestador

Cuando llegué el sábado el contestador parecía un arbolito de navidad lleno de luces. Me encontré con dos mensajes de Dolores medio desesperada; un mensaje de Dora invitándome a cenar, otro mensaje de Sara, mi ahijada, y dos mensajes de Andrea, la lectora: en uno decía que se había peleado con su novio, y el otro que quería verme; había cinco más relacionados con cuestiones laborales.
Para mí seguí siendo extraño el tener que dejar grabado el mensaje, dirigirse a una máquina. Es que casi casi no puedo pensar en la persona a la que se lo dejo. En fin, este no es un tema muy interesante, salvo para las personas interesadas en fobias ajenas.
A Dolores ni pienso llamarla. Más lejos estemos una de la otra, mejor. A Dora le mandaré un mail, y keep it cool. A Sarita la veré esta noche, y a Andrea... esa chica me sacude por todas partes. Quiero devolverle el llamado, pero nada más.

domingo, noviembre 06, 2005

Sin compu, de vacaciones

Pasé unos días en Córdoba, descansando un poco, desesperando un poco por los acontecimientos en París. Hablamos una vez por teléfono con Melisa y ella está bien, pero asustada. Seguimos en contacto por mail para reconfirmar esto.

Yo aproveché a dejar la compu en el técnico: desde que la había comprado no la habíua hecho revisar. La dejé y eso fue descansar un poco también. Ir a escribir a un cyber no me da.
Llegué anoche, renovada podría decir, pero mañana es lunes y ya sabemos... un nuevo comenzar.

domingo, octubre 23, 2005

Dulce borrachera

Ahh sí, anoche el vino tinto, el red red wine, me hizo sentir un poco mejor, más libre, en realidad, más relajada.
Cómo me gusta observar el color del vino en la copa, olerlo, dejar que entre en mí ese fuego sagrado; dejar que me limpie, que me lleve de la mano a sus viñas metafísicas.
Comí con Roberto, su nuevo novio, otro amigo de ellos, y Dora, una economista cordobesa, amiga de Roberto.
La cena (salmón rosado con tofu, hecho a la plancha, con algo de especias) estuvo excelente, la charla llegó a momentos ásperos en una noche previa a las elecciones en nuestro país. Por eso mismo, el resto-bar cerró hacia la medianoche por la “veda”, pero nosotros nos quedamos un poco más allí adentro, escondidos.
Cuando salí el aire fresco y el silencio de la ciudad invitaban a caminar un rato, pero Dora insistió en llevarme hasta mi casa. Me contó que tiene dos hijas viviendo en España, que una de ellas también es lesbiana, y que es fotógrafa. La otra, cito: “La otra debe haber salido al padre: se casó, tiene tres hijos bautizados y limpitos, y lo peor un marido neofranquista”.
Así nos dejamos, prometiéndonos una llamada de teléfono, y volver a cenar con los muchachos.
Me conecté un rato, ya que no tenía sueño, y me encontré con Melisa en el chat, raro por la hora allá. Según me dijo estaba preparando un trabajo para la escuela de Diseño.
Me preguntó cómo andaba y le dije la verdad: “Alone, alive and kicking”.

sábado, octubre 22, 2005

Testiga de mí misma

Esta molestia, este latido en mi pecho izquierdo, este piercing intenta cicatrizar sin dejarme olvidar la locura que cometí, y hace que vuelva a mí a cada rato.
No está mal esto de estar atenta a aquello que pasa tan cerca de mi, en mi propio cuerpo, y por decisión propia.
Desde aquí puedo ver cómo se largó a llover, y puedo ver que llueve adentro de mí. Estoy disfrutando de mi soledad, y de la compañía que puedo tener: la gata; ayer pasó un rato Andrea (la Lectora) para devolverme un libro; Amanda que quería saber cómo es eso del piercing. Ya bastante sociales tengo que hacer por el trabajo.
A los chicos de “La Mariposa” les prometí ir a cenar allí. Toda una semana sin andar por el barrio. Parecen que ya consiguieron a quien reemplace a Melisa hasta que ella vuelva, ergo reemplazarme a mí que me había hecho cargo por una cuestión de “spleen et ideal”.
Un viento dulce se levanta en esta siesta, y aleja al monstruoso viento norte. Ayer no podía ni andar, me sentía pesada, acalorada, cansada. Un asco. Y tenía el pecho re hinchado. Así que acá estoy con suero para limpiar, jabón neutro, y gasas, y mienstras puedo nada sobre él.
La gata me llama, tiene hambre. Yo también. Todavía no almorzamos.

jueves, octubre 20, 2005

Me hice un piercing

Así de simple, y así de complicado, y doloroso... No me quiero imaginar todo lo que sintió Melisa cuando se fue haciendo los suyos.
Este es mi primero, y creo que el último. Me lo hice en Rosario, a donde fui un poco por trabajo, y pata encontrarme con una amigas.
La idea del piercing me venía desde hace ya como unos cuatro días atrás. Una especie de autoflagelación, si se quiere.
Me lo hice en... el pezón izquierdo, y debo tener miles, pero miles de cuidados. Realmente no sentí casi nada cuando me lo fueron haciendo. Me hice colocar lo que se llama un “circular barbell”, con puntas cónicas.
Pero desde hace ya un rato sí que estoy siendo molestias y no es para nada placentero, al menos para mí.
Pensar que cuando la conocí a Meli yo me decía que ni loca me haría uno. Pues bien, aquí estoy, cambiando de idea, pero más pensando en dejarme una marca del tiempo por el que estoy pasando.
Imagínense, y depende de cómo venga la cosa, llevará entre 6 y nueve meses que cicatrice bien. Es decir que nadie debe ni lamer, ni chupar ni morder mi pezón por ese tiempo. Quizá sea menos me dijo la chica que me lo hizo.
Lo miro mientras escribo esto y no lo puedo creer, casi tengo que andar como Eva vino al mundo!!! no aguanto nada encima... uff... deberé andar sin corpiño... je. Será todo un desafío para alguien tan recatada como yo... De verdad... no estoy acostumbrada a salir sin sostén.
Es raro, es dolor, sí, una molestia que me hace picar por momentos... pero a la vez tiene algo de excitante. No sé.

miércoles, octubre 19, 2005

Recuerdo del primer post

Todavía puedo verme nerviosa, frente a la máquina, y con un termo y mate a mi lado. Buscar el nombre, intentar comprender cómo se armaba el blog, y después de todo eso postear.
Este fue mi primer post, como se ve, nadie le copia ni a una telenovela ni a una serie. Sólo intentaba decirme en mis propias palabras, más o menos.
Recuerdo que temblaba, como si estuviera haciendo una travesura. Uy! yo allí, mi vida, mis palabras; las vivencias cotidianas, los amores, la locura, los gustos, la cocina.
El 11 de octubre se cumplieron 6 meses de esta escritura que tuvo su continuidad y sus blancos; sus estertores y silenciosos.
Hoy vuelvo a temblar, como una niña, cuando escribo esto. Vuelvo a temblar porque esta travesura también me la merezco: seguir diciéndome, hacer guiños y regalar paisajes acuarelados.
Me gustan los helados de chocolate y tiramisú.
Me gusta la poesía.
Me gusta salir a caminar por la orilla del río o del mar.
Me gusta el color azul y el verde musgo.
Me gusta la música: rock, jazz, blues.
Me gusta leer.
Saborear un buen plato de comida.
Me gusta cocinar y agasajear a mis amistades.
Me gusta amar y que me amen.
Me gusta jugar a las cartas, al ajedrez.
Me gusta escribir este blog.
Me gustan los días de lluvia.
Me gustas tú, vos.

martes, octubre 18, 2005

Decidí dejar la librería

Hoy les avisé a los chicos que dejo la librería. Le avisé para que busquen a alguien, ya que desde el lunes no quiero estar aquí. Prefiero volver a ser una clienta, una simple clienta.
Quiero alejarme un poco del círculo de Melisa, quiero alejarme de la baba de ese círculo (pienso en un tema de Fito Páez).
Quiero alejarme de mí misma, de la lectora. Darme un “break”, y volver a mis cosas. Quizá repensar esto de escribir un blog, qué contar y qué no.
Deseo aquietar el deseo y que el deseo termine de consumirme, pero sola. Sé que no es fácil. Sé que me merezco ese descanso mental.
Encontrar las palabras para referirme, para decirme en total libertad ha sido un desafío constante desde el primer post de este blog.
Dejar la librería me permitirá dedicarme a mi trabajo y a tener más tiempo para mí, y mis cosas. “Me myself I” me digo. No egoísmo, sino vuelta al ser, a ese punto de contacto con lo que soy en realidad.

Mail de Melisa

“Querida ...:
Es raro comenzar un mail como una carta, pero siento, en este momento, que es el formato que más le conviene a mis sentimientos.
Te preguntarás de qué hablo. Puedo imaginarme tu mirada, fija en mí, deseando saberlo todo. No creo que no sepas del todo sobre lo que escribiré.
Mis silencios... creo que conocés muy bien mis silencios. Y bueno, no es fácil. Hubiera deseado que estuvieras aquí, así lo charlamos, así lo pensamos: cada una en su lugar viviendo cómo puede.
Decir conocí a alguien no alcanza. Pero quería hacertelo saber.
Por el mail que me mandaste ayer, sospecho que te está pasando algo similar.
(...) Lo que pido es que no nos lastimemos con detalles. Lo digo por mí, que quiero saber todo, y porqué. Hoy sé que no podría darte mis por qué.
(...)

te amo de esta forma extraña y loca. Sé que me amás.

Meli.

lunes, octubre 17, 2005

Despierta

Me duele todo el cuerpo, lo que exista del alma, la cabeza. Estoy despierta, pero de esa forma que resulta cuando estuviste despierta toda la noche... noche en blanco... tirada en la cama revuelta, pensando ¿pensando? en nada. Un vestgio de aromas mezclados en las sábanas, en la boca, en los dedos. Los poros ahogados en su/mi aroma.
Estar despierta y doliendo. Mate en la mate, jaque mate en la mente. No apareció por aquí, la librería. Y me deja más despierta. Un abismo de insonmio, un estanque de dudas, un remolino de recuerdos.
Despierta. Más que despierta, alerta. Inútil despojo de mujer en esta mañana, gris.

domingo, octubre 16, 2005

Cuerpos en pugna

Creo que nunca me había; seguro que nunca me había pasado con una mujer hétero o que venía de todo una vida de estar con hombres.
Tuvimos que encontrarnos. Tuvimos que estar juntas, tuvimos que coger, que hacer el amor, que llorar y gritarnos y susurrarnos.
Tuvimos que estar allí, juntas, porque hacia la tarde, a ambas, todo esto se nos fue haciendo insoportable.
Tuvimos que estar para poder “comprender” lo que no podemos comprender, ni poner nombre. Es raro como algunas cosas, que ya son conocidas, no pueden ser nombradas, porque los nombres tradicionales ya no las dicen del todo.
¿Amantazgo? no. ¿Trampa? no. ¿Calentura? no. ¿Encaprichamiento? no.
Explotamos, volamos; nos deshicimos juntas.
Leche de madre selva en la cueva del gozo. La literatura, no puede con esto.

Un tranvía llamado deseo

Andrea me llamó muy temprano, susurrando en el teléfono. Necesitaba hablarme de manera urgente. Me asusté un poco, así que quedamos en encontrarnos en un bar cerca del río que está abierto los domingos.
Cuando llegué ella ya estaba, y le noté los ojos colorados. Me pidió disculpas por despertarme así, pero quería hablar conmigo, ya que yo estaba “presente” en esta historia.
Resumo: anoche salió con su chico, la pasaron bien, al llegar a su departamento se fueron poniendo “románticos” (sus palabras), y cuando llegó el momento de concretar, ella no pudo.
“No podía, de ninguna manera. Fue como que no soportara su cuerpo, la forma en que se me acercaba”.
Le pregunté si esta era la primera vez que volvían a estar “juntos” desde nuestro primer “encuentro”. Me dijo que sí.
“Eso quiere decir algo?” me preguntó. ¿Qué podía decirle?
“Para serte franca, es la primera vez que una mujer hetero con la que he estado me cuenta qué le pasó cuando intentó volver a acostarse con su compañero. Así que no sé si pasa siempre o no”. Y continué: “Lo que sí noté es que vos sos muy lésbica en tu entregarte, y eso no tiene que ver con “ser mujer” y con ese remanido “qué mejor que una mujer que conoce lo que la otra quiere o necesita”. Frase tan pero tan estúpida. Hay mujeres hetero que lo siguen siendo en la cama cuando están con una mujer.
Continué: “Vos me vibraste muy lésbica, quizá lo único que te faltaba era probar ese lado de tu sexualidad para que despertara”.
- Pero a él lo quiero, dijo moqueando un poco.
- Nadie dice que no lo quieras o que lo tengas que dejar de querer.
- Pero ¿y el deseo?
- ...
- No, no me mires así, con aire inocente. Fue terrible, en cierta forma, porque cuando él se me acercaba, yo me sentía molesta, y cerraba los ojos.... y mierda, aparecías vos, sonriendo, acariciándome.
- ...
- Pedazo de cínica, no podés quedarte callada. Hablame.
- Qué querés que te diga: esto también es una revelación para mí.
- ¿Revelación? No podés dejar de ser literaria por un momento.
- No, no puedo porque no estoy siendo literaria, te estoy siendo sincera, y si debería ser más prosaica, me estarías forzando a decirte: piba, de ahora en más, vas a buscar estar más con mujeres, hasta que te la banques y dejes de salir con muchachos. O bien veas tu bisexualidad y veas cómo vivís con ella.
- Basura, me gritó.
- Si esa es tu respuesta al haberme forzado a ser prosaica... esta es la mía: “hasta nunca”.
- Nooo... no quise decir...
- Lo dijiste. Ya me tengo que ir. Me levanté y me fui.

Desde hace rato que el teléfono suena y graba sus mensajes. Odio, pero odio tener que bancarme las crisis ajenas. Odio que me culpen por haber sido “esa nueva experiencia”. Y mierda, me odio, por desearla tanto como la estoy deseando ahora.

sábado, octubre 15, 2005

La soledad

No es mala compañera... da para disfrutarla muchísimo. Da para acomodar la casa, los libros, borrar e-mails, jugar mas tiempo con la gata, masturbarse; hablar por teléfono con una amiga, chatear con tu “pareja”; despejar las dudas de una amante.
Da para sentarse a tomar mate debajo del ombú imaginario de la pampa; ayudar a una hormiga a cargar una hoja; hacer una torta de chocolate o depilarase las gambas, si es que no sos tan machona o butch o tomboy.
La soledad tiene sonidos propios, canciones propias. Música incidental de la vida.
La soledad viene acompañada de rostros y cuerpos que amamos, que deseamos. Números en agendas enmohecidas.
La soledad tiene el rebrillo de los piercings de Melisa, el color de los ojos de Andrea; el gusto de la mermelada de mi abuela.
Por la soledad, salud!

jueves, octubre 13, 2005

De estelas y mareas (post nro. 150)

No, no tengo la laptop al lado de la cama, pero sí me quedé levantada este rato, después que ella se fue.
Esta vez los cuerpos pudieron más. Y la movida salió de ella. En realidad iba a pasar por mi casa para prestarme un libro, charlar un rato y seguir su rumbo. Pero la charla se puso amena, y más amena, y casi sin que me diera cuenta, la tenía muy cerca de mí en el sofá.
Andrea tiene una fuerza muy especial, que no logró aprehender. Es ese grano de pimienta que dije el otro día, moviéndose y gesticulando mientras habla.
La cuestión es que se fue, me dejó el libro prometido, y me dejó con ganas de más: más pan, más torta, más vino. Un picnic al aire libre de su cuerpo. Pero siempre huelo tormentas. Hmmm, no sé.

miércoles, octubre 12, 2005

Las sombras de las miradas

Anoche estuve charlando largo y sereno con mi amiga del alma Amanda. Hablamos de nuestras juventudes, de la militancia, de cuando estábamos conectadas con nuestro lado más artístico (ella solía hacer danzas, y más tarde se dedicó a la fotografía).
Charlamos sobre sus dudas respecto a Sara, su hija. A ella le parece que tiene más onda lésbica que hétero. “Si llega a ser así, la madrina se hará cargo”, me dijo. Yo le contesté qué claro! después voy a tener más dolores de cabeza.
Hablamos de cómo han aparecido muchachas muy jóvenes en mi vida, cómo me marcó una en especial, y me marca (Melisa), y la nueva, Andrea.
Le dije que a veces me siento como una especie de vampira chupando sangre joven, energía. Pero es algo más fuerte que yo: llegan, me remueven el alma, y me tienen allí: en la palma de sus manos.

Parece que a Meli le está yendo muy bien en la Escuela de Diseño. Sigue recorriendo París, haciéndolo suyo. Mi idea es poder ir hacia el final de su beca, y que nos quedemos para las fiestas. Quiero ver un París nevado, de nuevo.

A Andrea no la ví, no pasó ni por la librería ni por el bar. Tampoco la llamé. Tengo el papelito en que lo anotó siempre cerca de mis dedos, saliéndose de la agenda. Pero no me da por llamarla. Creo que esto tiene que ver con el “atesorar”. No sé quizá este loca. Amanda me diría: “sin duda alguna”.

martes, octubre 11, 2005

Keep it precious

No sé por qué viene una y otra vez a mi cabeza el tema de Melissa Etheridge que da título a este post.
Creo que tiene un poco que ver con este acercamiento con la lectora. Invita a cuidar la liason.
Pienso en Melisa, allá en París, esa ciudad que recorre por su cuenta, pero también con un extenso recorrido que le escribí e imprimí en un papel rojo, a pedido suyo: “Quiero conocer tu París”, me dijo. Pienso en ella en esas calles, tan cercanas y tan lejanas.
Creo que este tiempo, este nuevo espacio le viene muy bien a ella, y me viene también muy bien a mí.
Con ella también existe esa sensación de cuidar esta relación, de tenerla como algo precioso, pero la pasión de ambas, empaña un poco ese cristal.

“This yielding is fine this promise rare
One day at a time we've agreed to dare
Holding you tight with wide open arms
I'm letting you go no stranger to harm
Go on ride your way do not break or bend
Just take care my love my friend
Keep it precious
Keep it precious”

Dejar ir, cuidar, amar, desear, desprenderse, limpiar manchas, sacar brillos, ángeles. Siempre me gustaron las letras de Melissa que hablan de esos temas.

“And the wonder let the wonder never cease
And the madness of the pleasure and ecstasy
Danger believing me
Wounding and healing me please
Keep it precious

I believe in your eyes I believe in your fate
I believe we can fly on the wings we create
A voice from behind calls up anger and fear
We can silence that scream it's simple and clear
Nothing must die only if failed to mend
So take care my love my friend
Keep it precious”

“Atesóralo”... atesorar es el desafío.

Andrea y su lugar

A ver cómo lo cuento. Empiezo por la cena: maravillosa: carne al horno con vegetales. Estaba sabrosa. El tinto que llevé casó perfecto con la comida.
Paso al lugar: un living comedor, no tan grande, con unas estanterías con libros, y un bue equipo para poner música. Desde allí distintas puertas conectando a: la cocina, al baño, al dormitorio y a otra puerta que no descubrí hasta más tarde: un escritorio saturado de libros, y una computador portátil en un rincón. No podía creer lo que veía, pero era realidad.
Un departamento sobrio y bien sencillo para una chica de su edad, y decorado con buen gusto. Y esa pieza: una pieza sólo como escritorio... no es muy común ¿no?
No sé. La cuestión es que fueron pasando las horas entre copas de cavernet-sauvignon y música. Cuando nos quisimos acordar eran las dos de la mañana.
Ahí le pusimos fin a la velada. Yo rumbién pa mi casa, y ella se quedó allí.
¿Por qué me detengo en su espacio? Porque creo que dice mucho de ella, y sobre todo de sus silencios y de la manera que tiene de observar el mundo.

Lleva un diario desde los catorce años; sus padres murieron en un accidente, y de golpe se vió con una pequeña fortuna en sus manos. Compró ese depto, puso en alquiler la casa familiar, que conozco, no queda muy lejos de mi oficina. Es licenciada en Letras, UNR, y escribe para algunos medios digitales, sobre todo de afuera.
Demasiado madura, demasiados golpes. Demasiado linda, por dentro y por fuera.
Tiene una sonrisa franca, fresca. Me da la impresión de que ella es como un grano de pimienta en la boca.

lunes, octubre 10, 2005

Paseando la encontré

Como hoy es feriado, me hice unos mates mientras leía el diario, me calcé mi jogging y me fui a caminar un rato.
Mientras iba rumiendo el final de la primera temporada de “The L word”, que fue la pasada medianoche, mientras rumiaba las notas de Marta Dillon en el Página/12 sobre el Encuentro Nacional de Mujeres que fue en Mar del Plata; mientras recordaba el chat de ayer con Melisa; mientras repasaba fragmentos de mi vida, sentada junto al río, la vi. Era Andrea, o la lectora (como me gusta llamarla). Estaba sola, ¿y su compañero? Según me dijo después se había quedado durmiendo.
Charlamos largo rato sobre su relación, sobre mi relación; charlamos, hasta que el sol nos picó demasiado.
La invité a tomar algo fresco a casa. Al principio no quería, pero al rato dijo que sí.
Se quedó hasta hace un rato. Seguimos charlando, sentadas en el patio. Charlamos de literatura, de música, un poco de cine; del irse de la ciudad, del volver.
Se puso a ver mis libros, mis discos y CD’s. Creo que observó de lejos el dormitorio, cuando entré a él para sacar unas cosas.
La notaba tensa, como poniéndose a la defensiva. Le pregunté qué le diría a su chico, habían pasado como cinco horas.
Nada, me dijo. “No tengo que darle explicaciones”. Sonó muy segura, tan segura como cuando me dijo que me invitaba a cenar esta noche.
– ¿Hoy??
– Sí. Raúl debe irse a su casa, ya que le queda más cerca del trabajo.
– No viven juntos.
– Ni loca. Cada uno por su lado. Tengo apenas 25 años.
– Sólo preguntaba.
– ¿Te espero?
– ... Bueno, sí.
– ¿Sos vegetariana? ¿Te cuidás con algo?
– No. No.
– Ok. a las 9 entonces.
– Llevo el vino.
– Que sea tinto.
– Hecho.

domingo, octubre 09, 2005

Reaparición de la amada (vía MSN)

Meli dice: Hola ¿estás?
LLA dice: Sí. ¿Cómo estás tanto tiempo???
Meli dice: Bien, hace un rato llegué del norte de Francia. De Brest en particular.
LLA dice: ¿De verdad? y qué tal todo?
Meli dice: Muy bien! tu amiga Caroline me recibió de 10. Es maravillosa y muy cálida.
LLA dice: ¿cálida? hmmm.
Meli dice: no seas así, mal pensada. Aunque podrias tener razòn. Je.
LLA dice: Siempre tengo razón, linda. Y más conociendo a Caroline.
Meli dice: Te mandaba muchos saludos y que sepas que nunca se olvida de lo ocurrido en el tren.
LLA dice: Yo tampoco. Pero decime cuando comenzás las clases?
Meli dice: Mañana. Estoy ansiosa, y a la vez te extraño, y extraño todo lo de allá. Gran contradicción la mía.
LLA dice: es lógica. una quiere estar en varias partes a la vez.
Meli dice: vos cómo estas? me extrañás? o ya te olvidates de mí.
LLA dice: No te olvidé, me distraje un poco y sí te extraño, mucho.
Meli dice: Distracción?
LLA dice: Sí, ya sabés cómo somos las arianas.
Meli dice: sé como sos vos!!! Pero ¿qué puedo decirte? Yo tampoco soy una santa. Además con lo que habíamos estado hablando, y todo eso...
LLA dice: mirá, yo sé que no es fácil para ninguna de las dos. Yo no te pienso recriminar nada. Sólo espero que te vaya más que bien en tus cosas, y que estés bien. Son tres meses para vos, y tres meses para mí.
Meli dice: Sí, amor, lo sé. Te amor, igual. No, no debería poner igual. Te amo a secas.
LLA dice: yo también. Mierda, que no es fácil.
Meli dice: shhh, no aclaremos que oscurece, querés. No digamos nada. Sino nos forzamos a mentir. Y yo prefiero la verdad.
LLA dice: yo también.
Meli dice: Bueno, te dejo, quiero cenar y acostarme más o menos temprano.
LLA dice: ok. que descanses y no dejes de contarme cómo estuvo tu primer día. Besos, linda.
Meli dice: besos.

Aburrimiento de domingo = cartografía del blog

Sola, sin quejas. Limpiando el jardín, jugando con la gata. Estoy bien.
Me puse a releer partes del blog, recordando... sigo recordando y armando y re-armando mi presente. Leí y releí comentarios dejados por quienes pasan por aquí, y me decidí a hacer una cartografía, como para que se tenga un piso común de conocimiento, no porque crea que mi historia es tan interesante como para un índice, y ni siquiera hacer una lista de mis amores y amoríos.
Es un simple mapa, una especie de recordatorio. Hacerlo fue todo un vertigo. Está en construcción como la vida misma, como los amores mismos, como los espacios mismos.
Hasta la ciudad-pueblo crece y cambia, no digo que para bien, pero algo se mueve en ella.
Esta es la dirección del mapa: http://lalesbianaargentina-cartografia.blogspot.com/

Reminiscencia

Hoy salí caminar temprano, y terminé pasando por mi oficina para buscar una agenda. Como el bar de la esquina estaba abierto, fui y decidí tomarme un capuccino. Como desde hace unas semanas desayuno en casa o en "La Mariposa", había dejado de venir por acá.
El aroma del brebaje fue como la madalena para el personaje de Proust: una invasión de recuerdos.
Me dejé llevar por ellos, y en ellos estaban las mujeres que han entrado, de alguna manera, en mi vida.
Me perdí en esas imágenes, navegué esas aguas casi amnióticas. Degusté la placenta del amor, como una gata paridora. Ellas me han dado vida, y yo a ellas. Un ida y vuelta energético, amoroso.
Cuánto es lo pasado en tan poco tiempo. Cuánto significa todo lo pasado con ellas. Entre ellas sobresale Melisa, sin duda alguna, y aquello que ella despierta y enciende en mí.
No es comparar, ella aparece allí, con su fuerza, con su inteligencia, con su osadía. Yo aparezco allí casi como una igual, primero con miedo, luego dejándome atrapar por ese torbellino, y luego creando yo otros torbellinos nuevos.
No me arrepiento. Creo que ambas estamos creando un espacio de amor y solidaridad.
Pero qué fuerte el aroma, yo quería hablar de los aromas y los recuerdos que evocan. El capuccino me hizo doler el sexo. La recordé a Melisa aquella tarde jugando al pinball. Recuerdo sus piercings. Recuerdo mis miedos, sus avances. El aroma y los gestos del amor convocado.
¿Andrea tiene su aroma? Creo que es el de los libros viejos, pero no se ha instalado en mí, dudo que lo haga. Los libros viejos me recuerdan a otra amiga, pero no viene al caso.

sábado, octubre 08, 2005

Shadows and lights

Noche de insonmio. En blanco, caliente. Angeles y demonios a mi alrededor. Voces viejas y nuevas. Un cuerpo deseante de quienes lo desean. Un alma cabalgando largo, muy largo.
Noche sin sueño pero con sueños. Pesadilla de la amante.
Noche dulce y ácida. Sombras y luces.
Ahora siesta. Tiempo de siesta imposible. Caminata, ducha, sahumerios. Poco hambre. Duele la piel, duele el cuerpo, sacude el corazón.
Siesta. Sin ella, ni ella. Tiempo de mí, de estar sola, conmigo.

viernes, octubre 07, 2005

Lectora encaradora

¿Quieren la verdad? No creí que hoy la vería. Pero volvió. Llegó a eso del mediodía a la librería. Como había gente, apenas hizo un gesto con la cabeza.
Me pasó una nota, escrita en un papel arrancado al azar de un cuaderno: “Quiero hablar con vos”.
Lo hicimos en un parque cercano, cuando cerré la librería.
– No quiero que me malinterpretes, empezó diciendo. No quiero que creas que le tenía ganas a tu novia.
– Yo no pienso nada, o si pienso algo es que ella te “tenía ganas”.
– No lo sé. Ló único que sé es que me sacudiste algo adentro...
– Sí, seguro que sí, le dije más bien de manera irónica.
– De verdad, creeme, por favor.
– Mirá Andrea, voy a ser sincera. Desde que te ví hace ya un tiempo en el bar, me gustaste. Pero la idea la hice a un lado. Eras una persona más en el bar. Después cuando ya estaba en la librería te vi, y empezamos a charlar... Pero no quiero que te hagas ideas raras respecto a lo que pasó.
– ¿Querés decir que me debo olvidar?
– No sé si olvidar, pero no imaginarte nada más de lo que paso. Quiero decir: no volar.
– Yo no quiero volar. De última si quiero algo, es volver a coger con vos.
Me dejó de una pieza. Yo con mi escudo protector y ella bien directa.
– No se me ocurre otra cosa. Yo a mi flaco no lo pienso dejar. Pero estar con vos me gustó.
– Gracias. En realidad no sé qué decirte. Fue lo que fue.
– ¿Pero vos tenés ganas de hacerlo de nuevo conmigo?
– No lo pensé, a decir verdad, no lo he pensado.
Me agarró de la mano: –Dale, decime.
– Puede ser, puede ser.

jueves, octubre 06, 2005

Desayuno sincero

Antes de entrar a la librería sigo tomando mi desayuno en “La Mariposa”. Coincidimos allí con Andrea, pero esta vez ella se sentó en mi mesa. Al principio no sabía si acercarse o no, hasta que le hice un gesto de invitación.

– No sabía si querías desayunar conmigo, me dijo.
– ¿Por qué no?
– No sé. No sé cómo son estas cosas.
– ¿Estas cosas?
– Sabés? Es raro, cuando vos estuviste con un tipo, es medio extraño que al día siguiente te encuentres en “su” lugar de desayuno, y que desayunes con él. A mí al menos nunca me pasó.
– Y cuando volviste a tu casa ¿con quién cenaste o dormiste?
– ¿Querés saberlo?
– Claro que sí.
– Con mi compañero, Raúl.
– Y ¿cómo dormiste?
– Al principio estaba incómoda. Pensé que notaría algo, no sé. Pero después pude ir relajándome.
– Suele ser así, el miedo a ser descubiertas, ¿no?
– Debe ser. Es primera vez.
– ¿Sólo de estar con una mujer o de estar con cualquiera estando en pareja?
– Ambas cosas, dijo bajando por primera vez la mirada.
– No tengas verguenza.
– Y vos ¿con quien cenaste o dormiste?
– Con nadie. La mujer con la estoy “en pareja” está con una beca en París.

miércoles, octubre 05, 2005

The first cut is the deepest

Lo supe a los pocos minutos. Lo supe enseguida. Un cuerpo se mueve de cierta manera ante una nueva experiencia. El cuerpo de una mujer que nunca estuvo antes con otra, pero sí con hombres, tiene una forma especial de recibir las caricias, los besos.
Hay un entregarse, pero a la vez un miedo hacia ese toque nuevo. Es una mezcla poderosa, que he confirmado con el paso del tiempo.
Así que lo supe: la lectora nunca había estado con una mujer antes. Y las vueltas de la vida, quieren que esta niña sea sincera.
“– ¿Recordás que no quería decirte lo que me preguntó Melisa en la librería?
– Sí, dije encendiendo un cigarillo.
– Ella me preguntó si le gustaba.
– ...
– Sí, eso me preguntó. Y nunca le dije nada, tenía verguenza de decirle que quizá sí, pero que nunca se me había ocurrido estar con una mujer.
– Como ahora, dije con la garganta seca.
– Es diferente. Vos no preguntaste, yo no dije. Me dejé llevar, digo, quería dejarme llevar. Desde que nos vimos en el cine. (se puso roja)
– Mirá vos, carraspié.

lunes, octubre 03, 2005

Andrea, la lectora curiosa

Hoy en la librería:
“– Por lo que estuvimos charlando ayer, ¿vos también sos lesbiana como Melisa?
– Sí, ¿no estaba claro?
Se rió. –Sí, está claro, pero sólo quería estar segura. Como eso del nombre, por qué la otra vez me dijiste otro?
– Era sólo una broma, nada más.
– Es un engaño.
– Si vos lo ves así.”

No quise explicarle sobre el mundo L y una de sus protagonistas. El domingo charlamos más la película. Ella la veía por primera vez. ¿Su nombre? Andrea. ¿Edad? 25 años (3 más que Melisa). ¿piercings? según ella ninguno, pero con ganas de hacerse alguno. ¿Lecturas? Muchas y confusas. pocas mujeres, muchos hombres, como nos pasa a casi todas. ¿Ojos? Verdes muy intenso, no baja la mirada. ¿Voz? algo grave, pero dulce.

– ¿Cuándo vuelve Melisa?
– Uy! parece que la estás esperando mucho, y que yo no soy un buen reemplazo.
– No, no es eso. Es que...
– ¿Qué?
– Nunca le pude dar una respuesta a algo que ella me preguntó.
– Se puede saber qué cosa?
Me miró muy fijo: no. Por ahora no.

domingo, octubre 02, 2005

La lectora en el cine

Fui al cine. En un centro cultural proyectaban “Cuando cae la noche” de Patricia Rozema. Fui porque amo esa película. La escena de amor en contrapartida con la de las acróbatas en una de las más bellas que he visto.
Me senté por la mitad del cine, no muy grande. Y la ví. Vi a la Lectora, esa chica que frecuenta la librería.
Mi primer impulso fue acercarme y saludarla, pero no lo hice. Preferí observarla desde lejos (cuatro o cinco filas). Lloró un par de veces y muy disimuladamente se secó las lágrimas.
Cuando salíamos traté de no hacerlo tan rápido. La gente se acumuló, y casi sin quererlo nos chocamos. En realidad yo retrocedí y la pisé. Cuando me di vuelta nos reconocimos y no paré de pedirle disculpas.
Fuimos a un bar de la esquina, el encuentro lo merecía.

viernes, septiembre 30, 2005

Desconectadas

Trabajo, trabajo y más trabajo. Muchas horas en micros yendo y viniendo por un evento interprovincial.
Por esta razón tuve que dejar la librería, esas horas que tenía Melisa allí.
Con ella casi no nos hemos conectado. No la encuentro en el MSN, y en mail nada.
Sé que estaba por ir hacia el norte, a Normandía antes de empezar su beca.

No sé, la recuerdo con su cara brillante, su risa de fresca, y sus manos volando contándome la alegría por haber sacado esa beca. Cómo no!!! Hacer lo que nos gusta y en Paris. No es poco.

Ya terminó el evento y me estoy tomando este fin de semana para no hacer nada. Encontrarme con algunas amigas, ver unas pelis. Es la vida que me alcanza.

viernes, septiembre 23, 2005

No tanta luz

De un mail de Melissa: “París no es tan luz. Es un verso que nos vendieron (...) Anduve por zonas relocas y por zonas recaretas. Caminás una cuadra y todo cambia. Como el cielo. Ahora parece que un cascote gris está por caer sobre la ciudad.
Te extraño. Me gustaría que estés acá, pero a la vez siento que puedo andar por mi lado. Sé que entenderás esta sensación, y que me conocés, y con nuestros niuevo arreglo, creo que ambas podemos movernos con libertad.
No creas que con esto te quiero «ablandar» para decirte más tarde que se me cruzó alguien en el camino. No es éso. Sólo quería recordarte que ambas tenemos ese espacio para movernos.
(...) Ya ví el tapiz “La dame y el unicornio” y pude intuir por qué Pizarnik iba a ese museo y se quedaba horas observándolo.
Te mando besos rojos en este mail, espero que los puedas ver.
Te quiero, Meli”

jueves, septiembre 22, 2005

Azul profundo

No sé por qué amanecí triste. Así como digo: amanecí. No es que me fuera entristeciendo, algo vino conmigo desde el sueño.
Gusto amargo, resabio de ¿vidas pasadas? Alerta, muy alerta debo estar. Presiento cuando estoy por caer en un hastío peligroso: me dejo estar, envuelta en pensamientos trágicos. Es una picada metafísica: ¿qué pasará cuando no esté? ¿qué puedo hacer por lo míos? Me puedo contestar: pasará lo que deba pasar, nada más.
Como dijo por allí la cantante Laurie Anderson:
“Remember me is all I ask./ And if remembered be a task forget me”. (Todo lo que pido es que me recuerden, y si recordarme es ardua tarea, olvídenme). Muy buena frase.

Debo relajar los músculos de la cabeza y del alma y dejarme llevar. Recuerdo un mail que recibí de una chica, que en su momento tuvo la edad de Melisa, y su compañera se hacía las mismas ideas que yo: la edad, ect. Esta mujer falleció a causa de una enfermedad, y según mi corresponsal, se le fue mucho tiempo en ese divagar inútil.
Que quiero decirme: vida hay una sola, y deberíamos zambullirnos en ella, y beberla toda y disfrutarla, ya que cuando llegan esos momentos en que debemos ponernos serias o preocuparnos de verdad, lo debemos hacer, sí o sí.

miércoles, septiembre 21, 2005

Alergia al día de la primavera

Desde muy chica no me gustó del todo este día, el ¿día del estudiante? Muuucha gente por todas partes, pero muucha. Nunca pude disfrutarlo. Habrá sido problema mío, seguro. Pero bueno, eso me sigue.
Pensándolo bien este día está relacionada con mi primer beso, o algo parecido. Qué raro, lo había tenido borrado hasta ahora.
Eramos muy chicas, y justo nos pescó la maestra que nos había acompañado al famoso pic-nic. Recuerdo que de bronca yo rompí el termo que me había dado mi madre, lleno de Toddy, y como era de esos termos con vidrio adentro, no pude tomar ni una gota de chocolatada. Lo que se diría: me quedé sin el pan y sin la torta.
Y hoy, por más que compré unas lindas flores, como suelo hacerlo, no me siento más unida a esa “algarabía” que hay en la calle y en las plazas.

Pero vino la lectora, como todos los días. Mis intercambios con ella han sido mínimos, sobre los títulos que lleva. Y un par de veces me preguntó si sabía algo de Melisa: “No llegué a darle mi mail” me dijo.

martes, septiembre 20, 2005

Marina

Desde que empecé a mirar “The L word” el personaje de Marina me atrapó: era una mezcla de mí y de mujeres de las que me he enamorado y amado.
Hasta ahora que está de nuevo con Francesca, y cómo debe soportar los “jueguitos” y maltratos de la otra, hasta en eso me siento identificada.
Hay cosas que no me gustan, en las cuales no me veo reflejada, y otras que sí. Por eso creo que me fue fácil decir ese nombre. Salió naturalmente.

lunes, septiembre 19, 2005

La lectora

Se fue a desayunar a La Mariposa, pero dijo que ya vuelve. Suelo verla desayunando y leyendo allí. Me había llamado la atención su forma de comer, de devorar los libros. Ya lo comenté en post anteriores.
Cuando entró a la librería se quedó sorprendida al verme, me saludó, y fue directo a una mesa de ofertas. Parecía buscar a Melisa, que es quien suele atender aquí. Noté que estaba incómoda, como perdida. A mí me suele pasar cuando cambian algo o deja de estar alguien en un lugar que frecuento.
Cuando se acercó con la pilita de libros, le respondí antes de que preguntara: “Estoy reemplazando a Melisa. Ella está de viaje”.
“Cierto. Sabía lo de su viaje, pero no la fecha en que se iría”, fue su respuesta, que por cierto me sonó algo dolida.
“Cuando está ella suelo dejarle lo que selecciono, voy al bar y luego vuelvo”.
“Sí, te he visto en el bar. Recordá que yo estoy hasta eso de las 13 hs., quizá un poco más, pero no más allá de las 14 hs.”
“Okey, entendido”. Antes de salir dio media vuelta y me preguntó: ¿Cuál es tu nombre?
- Marina, mentí.

domingo, septiembre 18, 2005

Relajada

Anoche fui a cenar a “La Mariposa”. A los chicos les está yendo relativamente bien con el resto bar lgtb. La gente se está animando, muy de a poco, a ir.
Algunas y algunos pasan primero por la librería, hacen como quien no quiere la cosa, y luego rumbean para allí.
Anoche fui, y la pasé bien. Cené en un rinconcito, sola, hasta que los chicos se iban turnando y venían a “hacerme compañía” y cargarme porque extraño a Melisa.
Hoy domingo salí a caminar un rato, tomé algo de solcito, me tomé unos mates. Me gusta estar sola, dejarme perder en mis propios pensamientos.
Volví a escribir, y eso me hace sentir bien. Volví a conectarme con una parte mía de la que estaba renegando, podría decir: huyendo.
Así que también escribí al volver del parque, me bañé, jugué con la gata, me tiré a leer un rato y luego decidí hacer este post para decir que estoy relajada, que me siento bien, para ser un domingo que va muriendo.

viernes, septiembre 16, 2005

Irreal

Escuchar la voz amada que “sale” de la computadora es bien irreal. Un alma acuartelada detrás de un monitor.
Es sólo voz, no tengo cámara, no me interesa. La recuerdo, la dibujo en mi cabeza, la beso en la lejanía. París está nublado, pero no para ella. Camina, camina mucho. Está parando, por ahora, en un hostel de la “rive gauche”, muy cerca del Sena.
“Es como vos me contesta” me dice excitada, “ya hice algo de «tu» recorrido”. Me halaga. Me halaga que tenga en cuenta lugares por donde anduve, por donde amé, por donde me perdí.