miércoles, abril 20, 2005

Estoy perdida

A eso de las 16 hs. cerré la Power Book, la guardé en mi bolso, acomodé (lo más que puede) mis papeles y salí de la oficinita. No trabajo en casa y eso me ayuda a salir y respirar otros aires.
Me crucé al bar de la esquina, el que da a la Plaza de la Congoja. Pedí el capuccino de costumbre y me quedé mirando la nada. Cuando me aburrí de la nada agarré un ejemplar del diario Clarín, casi sin ganas.
De golpe un sombra se dibuja sobre el diario. Alguien se había parado delante del ventanal del bar. Levanto mis ojos, y para mi sopresa la veo: Dolores. Me sonríe y me hace una seña para ver si puede entrar y venir a la mesa. Digo un sí que de tan bajo rompe algo en mi interior.
No les puedo decir cómo me empezó a latir el corazón. A mil. Parezco una pendeja. Ahh su perfume. Cómo me gusta.
Se sentó y pidió un te con limón, su bebida preferida. Terminó casi de un tirón el cigarillo que estaba fumando antes de hablarme.
Y vuelta con la cuestión esa de estar confundida. Que no sabe qué quiere pero que me quiere. Que disculpara el llamado de la otra anoche: "No podía dejar de pensar en vos" me dijo.
Yo estaba más que en silencio, estaba como escondiéndome y con un dolor de estómago insoportable.
Y fue ella la que se despachó, después estar las dos hablando durante un rato: "Aquí cerca hay un hotel de esos gay friendly. Si querés podemos ir y seguir hablando".
- ¿Qué? ¿Un hotel?, ¿No podemos seguir aquí?.
- Yo preferiría un espacio más íntimo, pero que no fuera ni tu casa ni la mía.
- No sé Dolores, no sé. Qué cuernos querés de mí? Ya somos grandes, no podemos estar como dos adolescentes. Meta jugar y jugar.
- ¿Jugar? Te parece que sufrir es jugar. Y comenzó a hacer puchero.
Me quedé mirando hacia afuera mientras ella se limpiaba la nariz.
Dije: Vamos.

Y aquí estoy. Después de haber el hecho amor con Dolores durante dos horas, eternas. Mejor dicho haber cogido. Salvajes las dos. Comiéndonos, besándonos. Ella allí desnuda, tan sensual. Tan morena, tan rellenita a su manera. Yo ofreciéndole lo que ella más desea: mis pechos.
Sí aquí estoy. Entre contenta y triste, pero sola.
No sé. No sé cómo seguirá esto.

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